Costumbre muy patria la de sospechar de quien sabe hacer bien más de una cosa. Y en el mundillo literario en especial. Así que Jordi Doce (Gijón, 1967): poeta, traductor, ensayista y editor, es un sospechoso habitual. Más si se tiene la capacidad de no afrontar cada una de las dedicaciones como un compartimento separado. Muy al contrario, en el autor de «Lección de permanencia», cada actividad se alimenta a costa de su vecina. El del autor gijonés es un caso de simbiosis literaria. Podría decirse que al poeta que traduce o edita, el poema que escribe o el ensayo que practica forman parte de un mismo corpus, de una obra abierta que mantiene vivo su apetito, su capacidad para fecundar un particular ecosistema. No es extraño, por tanto, que yo relacione y considere piezas de un mismo engranaje sus dos libros más recientes: «Don de lenguas. Entrevistas literarias» (Editorial Confluencias) y «Nada se pierde» (Prensas de la Universidad de Zaragoza).

En el primero se reúnen seis conversaciones que Doce mantuvo con una serie de autores  de primerísimo orden para la revista «Minerva» del Círculo de Bellas Artes de Madrid, junto a otra realizada para «Letras libres». En dos de ellas con la colaboración de Esther Ramón y Rafael-José Díaz. Hablamos de Philippe Jaccottet, José Manuel Caballero Bonald, Umberto Eco, Cees Nooteboom, Seamus Heaney, Paul Auster y Adam Zaganewski + John Burnside.

Lo más consistente de la poesía europea y figuras de dimensión pública como Eco y Auster.

Aunque en la conversación con el holandés Nooteboom se evoque a Proust para recordar que «hablar es siempre menos que el momento mismo en que hallamos la expresión clara y precisa de algo», Doce logra acercar la conversación a una suerte de genero literario en el que los autores interpelados nos ofrecen lo mejor de sí mismos, espoleados, más que por preguntas, por breves hipótesis cuajadas de conocimiento y búsqueda.

A eso hay que añadir la facilidad para retratar con unos pocos trazos que posee el entrevistador. A cada escritor le precede un pequeño relato que funciona a modo de contexto, mostrándonos al Jordi Doce más observador y descriptivo.

«Nada se pierde. Poemas escogidos», es una retrospectiva de su obra poética. Echar la vista atrás cuando se tiene unos cuantos libros a tus espaldas, ayuda a tomar conciencia tanto al poeta como al lector del camino recorrido: de ratificar certezas y atisbar horizontes, «ese distanciamiento, como se afirma en el poema «Páramo», que exige toda página / para reconciliarnos con la vida». A la vista de tal distanciamiento, la reconciliación es posible. Nos hallamos ante una poesía de expresión elegante, impregnada de una rara serenidad que no disimula, paradójicamente, sus estallidos internos. Paisajes interiores en diálogo con paisajes externos. En una nota al final del libro, Doce asegura que «una antología no se compone únicamente de los poemas que uno considera mejores o más logrados. Tiene que haber otros criterios, que es como decir espacio para respirar y moverse sin agobios: poemas que abren puertas o que exploran fugazmente este o aquel territorio; poemas que dan variedad y rompen inercias; poemas que gustan a lectores cercanos o de confianza, en fin, por los que uno siente un afecto irracional. De todo esto, y de alguna libertad de última hora, se nutre este libro».

No me pueden negar que nos hallamos ante un atractivo programa.

Fernando Menéndez es escritor
@Fercantona