Viniendo del cine a casa, lo recordé. Ahora, como han desaparecido todos los cines del centro de la ciudad y para ver los estrenos que nos interesan hay que ir a los centros comerciales de las afueras, el camino es largo. Acabábamos de ver Carol, la película basada en la novela que Patricia Highsmith firmó con seudónimo. Una adaptación elegante, sutil y acertada -con unas soberbias interpretaciones de Cate Blanchett y Rooney Mara: miradas, gestos y silencios de una que no se entenderían sin los de la otra- a cargo de Todd Haynes. Una película que hubiese aprobado, una vez más, Douglas Sirk, aquel maestro del melodrama y el colorido, tan presente también en el mejor cine de Almodóvar. Creo que Haynes era el director más apropiado para llevarla a cabo.

Comentábamos lo complicado que siempre se lo ha puesto la sociedad -qué hartazgo- a las personas homosexuales. Que, a pesar de todo, en este sentido, vivimos buenos tiempos, aunque aún quede mucho camino por hacer y muchos lugares del mundo donde la homosexualidad está perseguida. Y de repente, lo recordé. Aquel tiempo en el que en esta ciudad, Oviedo, había ciclos de directores emblemáticos en el Teatro Campoamor o en salas como la que Cajastur tenía enfrente de La Escandalera. Películas que ya se habían estrenado tiempo atrás y que resultaba imposible verlas en las salas comerciales, estaban allí. En las tardes ociosas y ávidas de conocimiento de la juventud. Las tardes de mis diecisiete o dieciocho años, tampoco es que haya pasado tanto tiempo. Tardes viendo películas de Rainer Werner Fassbinder, de John Cassavetes, de Michael Haneke (antes de que las salas comerciales lo estrenasen con regularidad: aún recuerdo con escalofríos la visión de la primera y memorable versión de ‘Funny games’ en la sala de Cajastur) o de Billy Wilder (¡Barbara Stanwyck en pantalla grande!). Aquellas películas que no estaban entre las asignaturas de ninguna facultad, pero que eran tan importantes como las que sí lo estaban.

No se trata de nostalgia. Sólo de buenos recuerdos, de unos tiempos que, como digo, no son tan lejanos en el tiempo y que, por el bien de todos, de alguna u otra manera, deberían volver a repetirse. Para los jóvenes de ahora, que algunos quedan por aquí. Para nosotros mismos.

Ovidio Parades es escritor
@ovidioparades