Le preguntó Soler Serrano a Borges sobre las metáforas básicas de la literatura. Y la primera que vino a la mente del escritor argentino, tras una vacilación, fue la del río como la vida. Será que le gustaba Manrique. Los ríos llevan vistas muchas vidas. Las primeras ciudades son conocidas por los valles de los ríos en los que nacieron, el Carsamba, el Tigris, el Éufrates, el Indo, el río Amarillo. Desde entonces, desde el 7500 a de C., ha llovido toda el agua que esos ríos han llevado al mar y algo más. Llueve hace poco más de un siglo sobre el cine, un arte que no ha sido inmune a la corriente y se ha zambullido en los ríos para contar sus furias y sus calmas, para remontarlos y para seguirles el curso, para vadearlos y para construir puentes. El río es una fuente inagotable de imágenes, un manantial de historias ante cuyo magnetismo las películas han sucumbido. Cinefranca, un ciclo temático de películas, que se celebra todos los años en el más crudo invierno de un pueblo, Villafranca del Bierzo (León), nacido entre dos ríos, el Burbia y el Valcarce, se sumerge este año en este asunto y programa ocho películas que tienen al río, al dios pardo y fuerte de Eliot como destino y, al cabo, como mera vida.
Será entre el quince y el diecisiete de febrero. Es esta la séptima edición de un ciclo que se ha granjeado la fidelidad de sus asistentes. Las películas se exhiben en el Teatro Gil y Carrasco, una coqueta sala inaugurada en 1904, de aforo reducido (doscientas cincuenta localidades y decoración art decó) en la que sobresale un telón vertical de espléndido tapiz. La programación cinematográfica en el teatro, confinada al mes de agosto durante muchos años, había cesado en 2008 y en el año 2013 un grupo de vecinos no estables del pueblo propuso al Ayuntamiento recuperar el cine -condensado ya no en un mes sino en un fin de semana- lo que el Consistorio aceptó encantado. Desde entonces se han podido ver en Villafranca una hermosa colección de obras maestras, de Bergman a Chaplin, de Berlanga a Ford, de Coppola a Renoir, organizadas en ciclos temáticos. El Viaje, Padres e Hijos, La Amistad, El Dinero, El Amor, Los Pecados Capitales y, en esta ocasión, El Río.
Meterse ocho largometrajes entre pecho y espalda -los programadores buscan más emociones que cine cerebral- desde la noche del viernes hasta la comida del domingo exigía alguna compensación para los aguerridos cinéfilos. Por eso, desde el primer año, el ciclo se sazona con una tertulia, un cóctel, un botillo, una cena y una fiesta. Entre muchas otras cosas, al cine también se va a dormir. Por la tertulia – de copa balón cuando empezó (hoy la copa balón está en decadencia)- han pasado José Luis Cuerda, Eduardo Torres-Dulce, Elvira Lindo, Carlos Boyero o Pablo Echart. Este año Manuel Gutiérrez Aragón charlará sobre Las Truchas, la película que se trajo el Oso de Oro del Festival de Berlín de 1978, de la que es coguionista, junto al director José Luis García Sánchez, quien también asistió a la tertulia en la segunda edición, y a quien se brindará un pequeño homenaje.
La programación de Cinefranca 2019 está descompensada: todas las películas son americanas salvo una, escasean las mujeres y las comedias; predominan las cintas de los setenta y de los cincuenta, seis de las ochos programadas. Pero qué queremos, no se le puede pedir al río equilibrio. Ya tiene tarea suficiente con ese constante correr y no ser nunca el mismo. La selección se ha dejado llevar por la épica, a veces luminosa, como en la Reina de África, a veces enfermiza, como en Deliverance, por la muerte, sea en el Nilo, sea en el Mekong de Apocalypse Now y por la fuerza, ora para pasar el vado del Río Rojo, ora para apalear en los muelles del Hudson, entre los estibadores de La Ley del Silencio. De aperitivo y de postre, dos comedias: Las Truchas y el Héroe del Río. La película de Buster Keaton, con la que concluirá el ciclo, será musicada al piano por Ricardo Casas. Cinefranca 2019. Discurra con paz.
Cinefranca 2019
15, 16 y 17 de febrero
Villafranca del Bierzo, León
Web de Cinefranca
Patxi Arroyo