No lo recordaba, creía que había pasado menos tiempo, pero de la primera visita a Asturias de CocoRosie ya habían pasado ocho años. El concierto que habían dado en el Teatro Jovellanos en 2008 lo recuerdo como apoteósico, de aquellos que crean afición; íntimo, delicado, movido, divertido y fantástico.

Por eso su regreso a Asturias era una ocasión para volver a adentrarse en el chinese pop, definición que las hermanas Casady hacen de su música, mezclado con drum & bass, rap y cacharrería electrónica. En su vuelta a sus orígenes, al lo-fi más lo-fi, CocoRosie han vuelto a hacer de las suyas con un cancionero que se me antoja a todas luces excelso, absolutamente demente, pero con una luminosidad y un capacidad de sorprender como antaño.

Lo del directo es otra cosa. Para mí el dúo fue capaz el sábado de insuflar nueva vida a unas canciones mágicas con cierta literatura hispanoamericana del siglo XX. Mejor que en un auditorio tipo teatro prefiero a las Casady en las distancias cortas de una sala en la que casi puedes tocarlas, en las que ves las gotas de sudor de sus bailes hipnóticos caer por sus caras, en la que todo se disfruta mucho más.

Que su actuación se demorara por la final de la Champions, sí, señoras y señores, el fútbol rige todavía el ritmo de la vida cultural de este país, fue simplemente una anécdota.

Fue un recital en las que Bianca y Sierra Casady, secundadas por los teclados y la trompeta de Takuya Nakamura y del beatboxer francés Tek, que puso el sound system, se ganaron al público desde el minuto uno.

Picando en lo mejor de su última entrega, el muy recomendable ‘Heartache City’, comenzando por el tema que le da título con Sierra cantando utilizando un teléfono como el que había en nuestras casas en los años 80, ‘Tim & Tina’ y ‘Un beso’.

El primer hit de la noche fue ‘Tears from animals’ sin Antony, con Sierra con el arpa y Bianca de voz solista. Convirtieron en un corte de extraña y adictiva belleza a ‘Lucky clover’. Y con ese calentamiento previo CocoRosie pusieron a bailar, sí, a la Sala Albéniz. Gran momento como lo fue poco después ‘Lemonade’, single de ‘Grey Oceans’, y esa bellísima gema de The Adventures of Ghosthorse and Stillborn, su tercer álbum de estudio: ‘Werewolf’.

Sierra cogió la guitarra tras un breve paréntesis en el que Tez hizo una demostración de su difícil arte. Y sonó desconocida ‘Madonna’, reinventada en fondo y forma de su debut La Maison de Mon Rêve. Y quien no estuviera rendido ya al magnetismo de CocoRosie es que no es de este mundo.

Acudieron de nuevo a Tales of a GrassWidow y cayó ‘End of Time’, con la voz mezzosoprano de Sierra Casady sonando como en una banda sonora de una película de Disney, y su hermana Bianca rapeando. Fue uno de los subidones de una velada al que se sumaron el single ‘God has a voice, she speaks though me’, menudo melocotonazo, y ‘Villain’, otra prueba más de que la discografía de las Casady es muy brillante.

El bis fue corto pero intenso. Faltaba otro jitazo: ‘We are on fire’, y cerraron con la alocadísima ‘Kitty Cat’. CocoRosie son únicas, provocadoras, irreverentes y necesarias en un panorama musical falto de propuestas tan rompedoras como la suya.

Escuchar tracklist del show en Spotify

Víctor R. Villar es periodista
@VictorRVillar