Fotograma de “Buffalo 66” de Vincent Gallo

Dejarse ir sin abandonarse.
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Porque no hubo agravio sólo puede haber padecimiento.
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Al contrario de lo que sucede con el pensamiento, se recuerda siempre a contraluz.
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Nos abrazamos, creía el escritor, para conservar la calidez del afecto o transformar la amargura en calor. Pero no. Si nos abrazamos es porque todos necesitamos que algo se interponga.
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Descubre sin más la razón de la calma que encuentra al mirar a través de la ventanilla del coche o tren en el que viaja: las cosas cambian continuamente, desaparecen ante sus ojos una y otra vez sin que le asalte ningún sentimiento de pérdida.
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Teníamos un pacto: para que la voz durase, renunciarías a las fábulas.
Que alguien se apiade de los que insisten.
De los que ya no pueden o ya no quieren y lo vuelven a intentar.
No les mueve la fe en su destreza, sino su absoluta falta de alternativas.
Y la necesidad, por tanto, se impone en ellos a la confianza.
¿Es el sueño un rescoldo o una premonición?
Como las sombras a la noche se parecen entre ellas las palabras.
No te preocupes.
Vendrán pronto a recogerte.
Cualquier momento es bueno para irse de aquí.
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Yo, que estoy en ambos lados, puedo afirmar que en algo nos parecemos nosotros, los de aquí y vosotros, los de allí: unos y otros existimos sólo en nuestro pensamiento.
La casa Rohmer. Ruth.
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Los giros nos conmueven porque se oponen al destino.
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Me siento en el borde de la cama del hotel, marco un número de teléfono. Descuelgan inmediatamente.
(…)
No, te llamo para dormir tranquilo yo.
Diálogos.
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Bove: la agudeza infinita del detalle y la audacia transformadora y sin alardes de las asociaciones. Es de la monotonía de donde emerge el deslumbramiento. Como si para quien escribe todo lo que no fuese hallazgo sólo pudiera ser contexto, algo necesitado de la iluminación que él mismo propicia para llegar a convertirse en circunstancia.
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El escritor: Luego es mi palabra favorita.
Marta: Y tu acción.
Conversaciones.
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El dolor se convirtió en algo inseparable de la consciencia igual que la herida pasa a ser alivio para quien la describe.
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Carlos: Antes era distinto
Ruth: ¿Quién?, ¿tú?
Carlos: No, bueno, sí, también.
Ruth: Tómatelo como un paréntesis.
Carlos: ¿Que nunca se cierra o al que no le sigue nada?
Ruth: ¿Te sienta bien hacerlo?
Carlos: No.
Ruth: ¿Te sienta mejor que el resto de las cosas?
Carlos: No.
Ruth: Pues no sigas haciéndolo.
Carlos: ¿Y qué me queda?
Ruth: Todo. Menos la música.
Carlos y Ruth.
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El pensamiento es la manera que tenemos de acercarnos a algo. Por eso el escritor no busca ya nuevos significados sino formas nuevas de relación, un conocimiento fundamentado en la posibilidad. Es necesario conocer para comprender, comprender para tener un punto de vista, tener un punto de vista para ser la otra mitad de todo.
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Quiero creer que en mi sueño mis pies eran azules. Pero no lo eran. Al menos no es así como los recuerdo.
Comienzo.
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¿Historias? No. Suposiciones.
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Debido al ansia del espectador por la novedad las series son cada vez más breves y más parecidas unas a otras. Ahí tenemos el hartazgo: consumir continuamente algo nuevo como si fuese algo distinto o, lo que viene a ser igual, consumir continuamente lo mismo como si cada vez fuese la primera. La industria, en cualquier caso, no respondió a la demanda de los espectadores. La creó. Y ahora abundan propuestas que desprecian tanto la riqueza múltiple y condensada propia de las películas como la oportunidad para el desarrollo de los personajes y la ramificación de la trama sólo al alcance de las series que abarcaban varias temporadas.
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El sueño que otros ven cumplido nos emociona porque nos libera del sufrimiento que nos provoca presenciar su posible fracaso. Pero lo que realmente actúa sobre nosotros es la visión de alguien esforzándose en que su sueño se cumpla, independientemente del resultado final.
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Dios dirá / si no dijo ya.
Banda sonora.
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Como si integraran una multitud, una por una las llamas parecen ignorar el fuego que en conjunto componen. Así las emociones. Así los fragmentos de algunas de las películas del Malick. Cuanto más le imitan, más inimitable parece. Más singular se revela. Ni mejor ni peor que el resto. Simplemente único. Dueño de un juego en el que sólo juega él. En sus películas todo parece estar sucediendo continuamente, de manera ininterrumpida, como si en ellas nada pudiese terminar o comenzar, como si representasen el pensamiento y la vida, lo interior y lo exterior, pero no por separado, sino al mismo tiempo, siempre y a la vez. Viendo Song to Song.
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Ventanas abiertas en la noche de invierno nunca fueron una buena señal.
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¿Sin esperanza puede haber rehabilitación?
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Qué decir. Y para qué.
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Estaría bien disponer en todo momento de un lema que hiciera de palanca.
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Chus Fernández es escritor