Fotograma de “Blaze” de Ethan Hawke

No sabe ya si quiere seguir haciendo esto: tirar y tirar de algo, arrancar prematuramente y por capricho lo que debería estar regando.
*
Tienes que estar muy mal para ir siempre hacia delante.
*
Inverosimilitud: ¿improbabilidad? Conveniencia.
*
Desaparecieron de mi vida las canciones y no
sentí añoranza en el vacío que sólo ellas habían llenado.
Los pájaros al irse extienden por la carretera su sombra,
frente al cruce hay para cada hombre una imagen
y es de todos.
Cosas más leves
*
Se presentaron ante el mundo como integrantes de la resistencia y el mundo los vio como víctimas.
*
No dejan de llamar. Qué le vamos a hacer, para eso están los amigos, supongo, para convencerte de que la sombra tiene un relieve que desconoces, para llevarte la contraria cuando no pueden llevarte de la mano. Alguno de ellos le habrá dado mi teléfono al chaval de la entrevista, Carlos no sé qué. El gran mal de nuestros días, o uno de ellos al menos, no es la sobreexposición, que siempre es demanda, sino la accesibilidad sufrida como una invasión permanente. Es curioso, reducimos el tiempo a los acontecimientos, a aquello que nos permita olvidarnos del tiempo, dejar de sentirnos enhebrados por él. Está frío el cristal de la ventana. El escritor anhela encontrar la palabra desligada de los hechos; el hombre busca el hecho desligado de la palabra. No deja de fascinarme la vida: como toda construcción, se nutre de la contradicción y es arruinada por la incoherencia. Lo único que hago por ahora es tratar de saber qué estoy haciendo, pero ¿no es eso lo que podría decir cualquiera?, ¿cuántos años lleva siendo el intentar hacer lo que ya estoy haciendo mi único propósito?, ¿nunca va a aparecer el paso próximo como algo dado? Ahora tengo sed. Y eso no quiere decir nada, existimos para satisfacer unos imperativos que no comprendemos. Estoy mirando atrás. Y no sé si eso, el hecho de estar mirando atrás con la intención de encontrar ahí algún material válido para la crónica, es en sí mismo algo censurable.
Lo fantasmal.
*
Al leer no nos preguntamos quiénes somos. Al leer pretendemos confirmar que los demás son como nosotros o descubrir que nosotros podemos ser, sino como los demás, al menos de otra manera. La lectura es algo superior a la identificación: una oportunidad para la unificación, un elogio de la extravagancia.
*
Describir es multiplicar por dos.

A merced del dolor y los avistamientos, apaga la luz igual que antaño golpeaba con su mano abierta el televisor cuando se iba la señal.
*
“Uno piensa mucho cuando va solo.” Enviado especial. Alfred Hitchcock.
*
El blanco profundo de las salas de espera.
*
No hay nada que hacer, le dijeron en el hospital, lo que para nosotros es fatiga para vosotros es dolor.
*
¿Desvanecerse es la forma que tienen de irse los cobardes o los más valientes de todos?, ¿quien oscila entre el desvanecerse y el materializarse es aquel al que llamamos fantasma?, ¿no es ese oscilar el movimiento que encarna el trayecto de la palabra a la imagen y de la imagen a la palabra?, ¿y no es su imposible simultaneidad, inseparable de su mutua dependencia, su conflicto?
Lo fantasmal.
*
No hay alegría que no me haga tambalearme un poco
ni siembra que no conlleve una pérdida.
Si el contraste da pie al equilibrio, que alguien
me explique la profundidad de los metales, su duración.
Qué sería de lo que hacemos sin la imagen
de nosotros haciéndolo, qué sería de los afectos,
de cuanto se quiso, de cuanto se tuvo,
del hielo, hermano nuestro en la distancia
que le separa de su forma original.
Otros tiempos.
*
“No son necesarias las hipérboles, Seymour.” Los Simpson.
*
Que el escritor recuerde, en las películas de Jarmusch nunca hay flashbacks. Director y espectadores acompañamos siempre a los personajes, quienes al igual que el tiempo, materia misma de todo esto , avanzan como nosotros, desconocedores.
*
Escribir se había convertido para él en echar a andar,
*
Cerraría otra vez la noche si pudiera, sin tregua ni esperanza.
*
Estoy siempre solo porque no puedo estar en lo que veo. ¿Desde cuándo el hecho de ver algo no es la doble confirmación de una existencia? Cualquier cosa exige un par, a sí misma de vuelta, para verse como algo más que efecto, la ilusión de no ser solamente réplica. Por eso la sombra nunca termina de adelantarte ni te deja atrás del todo. Los fantasmas desaparecen en la niebla. Odian los ganchos, cualquier saliente, porque deberían fijarlos y no lo hacen. Decimos “ponte en mi lugar” o “ponte en mi piel”: el cuerpo como espacio que acoge. Una casa bendice siempre a sus fantasmas. En lo nuevo lo tocamos todo. Comprobamos así que existimos pese a la falta de reconocimiento. Pero no acepta el fantasma el nombre de insomne porque el insomne ha prescindido de la consciencia. Y un fantasma es eso, una consciencia sin más, una bisagra, una casa sin inquilino y un inquilino sin casa, un reflejo para quien el mundo es un reflejo. Y en el reflejo todos somos juzgados.
Lo fantasmal.
*
El negro es el color del recogimiento.
*
Está intentando pensar más despacio, que en la pantalla sus pensamientos no vayan al mismo ritmo que en su cabeza. ¿Qué espera conseguir con eso? Que la criba se haga por sí sola y al dictado de su interior se acumulen a un lado los frutos y al otro las hojas. Sí, lo sabe, si caen unos sobre otros, los frutos se estropean, pero eso es porque los frutos, al contrario que las hojas pesan, y él prefiere un fruto dañado a una hoja perfecta. Quién no. De todas formas, se da cuenta: aspira a la claridad, aunque sólo se produzca así, frente a él y no en él; aunque eso signifique que su corazón y su tiempo, es decir, él, sólo sea el vehículo de esta, algo que la propicie. Quiere ser lento. Quiere ser claro. Está bien querer ser de otra manera si ese cambio conlleva un avance. Pero estaría aún mejor querer ser como somos y que el avance no se produjera a nuestra costa.
*
“Y hay otras cosas que decir, / y hay otras canciones que tocar, / y habrá tiempo suficiente para / pensar en el mañana.” Harry Chapin.
*
Se ha de entrar descalzo en el bosque, en contacto la piel con lo que será su colcha. Hay árboles a ambos lados del camino y eso hace del camino un sendero que cruzo en una y otra dirección, continuamente. Trazo, por tanto, una línea recta que no conduce a ningún sitio más que a sus propios límites. Si los árboles no existiesen o no estuvieran alineados de manera que la simple visión del camino sugiriese la existencia allí de un pasillo, quizá yo me habría desplazado igualmente sin rumbo pero trazando eses o diagonales, delicadas representaciones de lo repentino o de lo que insiste, y quizá entonces, desconocedor de los límites, el rumbo se habría manifestado por sí solo. Maraña es una palabra preciosa. Pienso de pronto en alguien, igual que yo, de traje y descalzo, que se lanza a una cascada, no de cabeza, sino de pie, dejándose caer más bien. Pero esta imagen, por alguna razón, aparece congelada en mi pensamiento, con lo que ese hombre de traje negro, camisa blanca y con los pies desnudos podría estar cayendo o emergiendo hacia un alto impreciso. Lo que sé que está pasando: un hombre cae, no es lo que siento que pasa: un hombre emerge. De todas formas, lo importante es que para mí la cascada está quieta, ¿y no entraña esa imagen, la del agua detenida, el mayor fracaso posible? No dejemos de hablar. Y llamemos a esto conjuro. ¿Cómo es posible que al escribir sobre lo que te entristece te olvides no sólo de tu pena, sino de sus razones? Sólo entonces parece ir todo hacia delante. Quizás esto pueda servir como respuesta. Cualquier bosque es una entrada. Al final de los árboles se extiende la tierra, un poco. Más allá de la tierra está el agua. Al ser mi pensamiento una fuerza siempre en marcha, cualquier información recibida durante mi paseo por el bosque, de fuera adentro, es inmediatamente repelida, como si mi cabeza fuese algo parecido a unas puertas giratorias que no cesan de girar, negándose a sí mismas su función esencial, la de permitir el acceso a cualquiera permitiendo a su vez que cualquiera pudiese abandonar el edificio. No se oyen en el bosque las ramas agitadas por el viento. A no ser que uno quiera escucharlas. Entonces sí. Tenemos la capacidad de ver para saber cómo somos. Y no me estoy refiriendo a espejos, ni a cristales oscuros ni a ninguna otra superficie en la que puedas verte reflejado. De hecho, me estoy refiriendo a lo contrario de eso. Necesito ser guiado hacia la imagen. Que alguien me ayude a llegar hasta ella.
Lo fantasmal
*
Las victorias del pasado se vuelven derrotas cuando somos nosotros quienes las traemos voluntariamente de vuelta.
*

Chus Fernández es escritor