“Había sido herido en cuatro ocasiones y cada vez lo remendaban y lo mandaban de nuevo al frente. Era un buen soldado, siempre dispuesto a desertar o encontrar a alguien a quien rendirse.”
Kurt Vonnegut
El olor al entrar por la mañana en la habitación donde se tendió la ropa durante la noche.
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Lo que nos refleja rara vez nos explica.
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Cuando, como lector, se aproxima al ensayo (a la articulación de un sentimiento ajeno y al sentimiento a partir del cual otro ha elaborado una teoría) suele hacerlo movido por una curiosidad concreta y una intención acumulativa: comprendo, sé, me apropio, dispongo. Sin embargo, el goce que obtiene al leer esta clase de obras es el de estar siendo atendido.
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Ya nunca vuelve de ningún sitio, ya nunca puede, por tanto, recurrir a la añoranza.
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Parka negra impermeable, sudadera negra de cuello redondo, chinos negros y los Nike negros que hasta entonces sólo me había puesto para correr. Aquel era mi uniforme, lo que me llevaba junto con el teléfono dónde iría anotándolo todo para que mi plan fuera volviéndose cada vez más claro para mí gracias a mis observaciones, a los acercamientos previos que pudieran ser relevantes de cara al encargo, al merodear que es el acto de tomar apuntes. Prendas cómodas, algo que siempre espero de la ropa que me pongo, y discretas, cualidad esta última que al fin y al cabo viene a ser otra clase de comodidad. De hecho, discreción y comodidad es lo que precisamente buscaba esa misma mañana cuando cogí la maquinilla con la que me suelo arreglar la barba y, a pesar de algún que otro tirón tan doloroso como inofensivo, me afeité la cabeza al cuatro y no al uno como solía hacer en Bosnia. La guerra es Bosnia, la muerte es Bosnia, el miedo es Bosnia, yo soy Bosnia, todo es Bosnia después de Bosnia. Al uno, pensé mientras ajustaba la altura de la cuchilla en la máquina, sería más cómodo pero menos discreto.
Sólo disponía de la información que el negro me había enviado por whatsapp: la cantidad exacta que se le adeudaba, una foto de un equipo de hockey posando antes del comienzo de un partido en la que aparecían tanto él como el tipo en cuestión (su cabeza estaba dentro de un círculo trazado en rojo de cuya parte superior brotaba una línea vertical que desembocaba en su nombre y apellidos, escritos en la parte más alta de la imagen con tal nitidez que me permitía entrever lo importante que era todo aquello para mi amigo), la dirección de un bar de su propiedad, el vuelo que debía coger, la hora a la que me aconsejaba estar en el aeropuerto. Cuanto más rutinario se vuelve algo para uno, más excepcional cree que ese algo se volverá para los demás a la hora de llevarlo a cabo. Así interpreté aquella recomendación del negro. Y como suele pasar con las interpretaciones, la que yo acababa de hacer suponía una justificación y al mismo tiempo un reproche. ¿Acaso no había volado yo nunca antes?, ¿no recordaba ya mi amigo a dónde había ido yo en el pasado, y lo que es más importante, de dónde había conseguido volver?
Salí del portal y el frío fue inmediato. Me quedé quieto allí en la acera, con las manos en los bolsillos de mi parka, permitiendo que el frío y mi rostro fueran adaptándose el uno al otro, absorto en la contemplación de aquella luz que, en vez de mostrar la hierba y los árboles del parque frente a mi casa, parecía simplemente cubrirlo todo, envolverlo todo con algo que nunca había visto antes. Dónde te estás metiendo, Fernández. La deuda.
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Siempre fui un obstáculo más / de una extraña carrera / en la que sólo corro yo / y soy yo mismo la meta. Banda sonora.
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Pararrayos. Título.
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La humanidad de quienes pierden los papeles, esa virtud inesperada que sólo el tiempo acaba sacando a la luz.
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Alpha 60: “Usted ha venido de los Países Exteriores. ¿Qué ha sentido cuando atravesó el espacio galáctico?
Caution: El silencio del espacio infinito… me ha estremecido.
Alpha 60 ¿Cuál es el privilegio de la muerte?
Caution: No morir ya más.
Alpha 60: ¿Sabe lo que transforma la noche en luz?
Caution: La poesía.
Alphaville. Jean-Luc Godard.
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Nada dura menos que la decepción en esta vida, a no ser que dure para siempre.
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Recuerdo nuestro último videoclip, el que rodamos en el instituto un domingo por la mañana. ¿Tu manera de seguir siendo raro?, me preguntaste al verme caminando por el pasillo con las manos en los bolsillos y en silencio cuando fuiste a buscarme porque estaban listas las luces en el aula y empezábamos ya. No era cuestión de ser o no raro, Ruth, simplemente no podía estar allí con vosotros mientras os repartíais tareas y esperanzas. Y no podía porque siempre necesité algo que se interpusiera entre los demás y yo, la barra, la guitarra, el vaso de tubo contra mi pecho entre trago y trago. La casa Rohmer. Carlos.
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La mujer que, en el tren y sentada frente al escritor, le dijo a su amiga que no estaba dispuesta a trabajar durante el fin de semana y luego añadió: Yo tengo una vida y, si no la tengo, tengo un sofá muy guapo. La sorpresa que se llevó más tarde el escritor cuando los mensajes a los que la mujer, sola ahora, iba respondiendo mediante un audio de voz reproducían el sonido de un trino al ser abiertos por ella. Y, sobre todo, la extrañeza que sintió en cuanto relacionó esos trinos con lo que la mujer había dicho minutos atrás. Extrañeza, sí: una sorpresa que inquieta. ¿Asombro entonces? No. El asombro es la intuición de algo más y nos empuja. La extrañeza es la intuición de algo más y nos detiene.
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Antes: el hito no consistía en lo hecho sino en que fueras tú quien hubiera sido capaz de hacerlo. Inventario.
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Con intención y sin objetivo, así tendrá que ser.
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No espero nada ya.
(…)
Nada bueno quiero decir.
Ah, sí, claro, qué vas a esperar.
Diálogos.
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“La pasión no tiene estilo.” Jorge Valdano.
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Como si ya no fuera posible la belleza.
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El cómico: Lo que todavía no sé es por qué volviste al pueblo.
El taxista: Puedes pasarlo bien en cualquier sitio pero tienes que sufrir en casa.
El cómico: Volver para caer.
El taxista: No, volver después de haber caído.
Los hijos.
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Cuando escribe tiene la sensación de estar intentando situarse.
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Te ves siempre igual porque nunca recuerdas cómo eras.
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Chus Fernández es escritor