Fotograma de de “Pierrot le fou” de Jean-Luc Godard

Le sorprende haber vivido así, tan equivocado: atento siempre al resplandor como si sostuvieran algo las luces.
*
Desconfía de la épica porque apela a lo común pero se apoya en lo íntimo.
*
Su idea del trabajo, la satisfacción que encontraba en su tarea, no provenía de la irrupción inmediata y pura, sino de la construcción, de la influencia progresiva (determinante aunque no exclusiva), del razonamiento. Y qué triste, se da cuenta ahora, hablar de todo esto en pasado.
*
Escribir es una adicción como otra cualquiera. Y no somos adictos al placer sino al alivio. Pensando en La broma infinita de DFW.
*
Tema: contexto. Inventario.
*
La niña que, en cuanto su padre le dijo que era ya muy mayor, doblada sobre sí misma y tocando con los dedos de sus manos las punteras de sus zapatillas, respondió: ¿Si soy así de pequeñita, me cogéis en cuello?
*
Llueve. Se repliegan los feriantes. Las parejas cancelan sus planes o los cambian, dan por buenos el sofá y el mando de la televisión inundadas por el júbilo ante el vislumbre de las fábulas aplazadas, del tiempo al fin a su disposición. Sin que nadie lo pretenda se fortalece el vínculo y, al igual que en la riqueza, sólo suma lo que ya existía.
*
En esta vida de hoy es más difícil soñar que lograr que los sueños se cumplan.
*
La ternura que siente al ver cómo se mueve por el campo el número diez de cualquier selección modesta.
*
Un anciano dijo En El intermedio que últimamente estaba de bajón. La salud, añadió, la situación del cuerpo. El escritor pensó en cómo el enfermo siente su cuerpo como algo ajeno a él, una exterioridad inesperada que le somete.
*
Toda una vida le llevó darle a la distracción el valor que le corresponde. Estamos siempre preguntándonos con qué nos podremos distraer cuando lo que en realidad nos debería preocupar es aquello de lo que intentamos distraernos.
*
Que sueñen quienes se lo puedan permitir.
¿El esfuerzo?
El desengaño.
Diálogos.
*
Los que se vuelven buscando en su cartera y caminan en dirección al mendigo que acaban de dejar atrás. ¿En nombre de qué dan esos pasos?, ¿en nombre de quién?
*
“Mi abuela solía decir: Un hombre roto es como una mano rota. No puedes hacer nada con él.” Chris Rock. Tamborine.
*
Sea el canto lo contrario de un himno, algo que suena donde no hay nadie.
*
Es lenta la agonía durante la noche insinuada. El escritor cruza el pasillo camino de la habitación y son una sola su sombra y la de la planta que Marta puso ahí antes ya de su vida en común. Colman la espera los trinos, la ciencia a la que acude igual que otros toman asiento frente al pianista, las fábulas a las que aún se entrega cuando cumplen su única función y le permiten en la compasión multiplicarse.
*
Siempre creyó que las palabras separaban pero por lo visto unen, o quizá no, quizá lo que una sea la voz y no las palabras, y de ahí el distanciamiento.
*
Que la idea de un nosotros no conlleve la idea de un ellos.
*
En esa historia faltan vínculos, algo que obligue a cada parte a ser importante para las otras.
¿Concordancias?
Correspondencias.
*
Fue necesario esto para que el escritor apreciase la diferencia entre el nudo y el lazo.
*
Se acaba el aire a mitad de la escalera
y me atraviesan las especulaciones
:
a partir de cuantos árboles
podemos hablar de un bosque,
quién será el primero
en desearme ánimo
y no desearme después suerte.
El asedio.
*
Soy débil de garganta, dijo una mujer en la farmacia y el escritor se preguntó qué tal cantaría.
*
Cuanto menos escribe, más claras y narrativas son sus pesadillas.
*
Brillábamos. Y sólo tú creíste que con eso bastaba. Sólo tú, Carlos, sólo tú. ¿Cómo no íbamos a estar perdidos?, ¿acaso no busca siempre el fondo la mano? Cristales, también fuimos eso, cristales: frágiles en el comienzo, cuando todavía formábamos entre los dos una sola cosa, y compactos y peligrosos una vez hechos pedazos. Sabes bien a lo que me refiero: todo para nosotros fue una amenaza hasta que nos convertimos en una amenaza para el otro. La casa Rohmer. Ruth.
*
Consiguió, mediante reguladores y fármacos, reconducir mínimamente el sueño pero no tardó en descubrir que más horas despierto significaba más horas sufriendo. Adiós también a las mañanas. Y a los huecos que se abrían en la noche: las sustancias convertían esos lapsos en una duermevela que le impedía hacer nada que no fuera permanecer tumbado, escuchando y a la espera.
*
Es inevitable atribuirle una mínima dignidad a cualquier cosa que nos haga bajar la cabeza.
*
Vuelve de la cocina con una taza en la mano, pero al entrar en el salón ve que la taza está vacía. ¿Cómo no se dio cuenta antes?, ¿cómo no echó en falta ese peso?
*

Chus Fernández es escritor