Fotograma de "Barton Fink" de los hermanos Coen

En la histeria claudicamos, en la rabia decimos a gritos nuestro nombre.
*
Suerte: Consciencia súbita de cómo podrían haber sido las cosas teniendo en cuenta un detalle concreto. Inventario.
*
Sólo entonces regresó a él la música, durante el rechazo de los significados.
*
No me queda otra, le dije ya de madrugada al cliente que, sorprendido de encontrarme a aquellas alturas tras la barra, me había dicho: No sabía que seguías aquí, dándolo todo. Más tarde aparecieron estos con los australianos que acababan de tocar en la sala Vértigo y yo sentí que estar allí, pidiéndoles que bajaran el volumen de aquella chatarra que estaban pinchando, sin cenar, sentado en un taburete comiendo frutos secos y rodajas de naranja, sintiendo que ellos tenían veinte años menos de los que tenían en realidad y yo veinte más como mínimo, oyendo cosas romperse sin saber qué cosas se acababan de romper, era algo que no quería seguir haciendo, algo a lo que debía poner fin cuanto antes. El punk va de abajo hacia arriba, no admite ninguna otra dirección o trayectoria, va de abajo hacia arriba y el riesgo, la probabilidad de perder, es la única ventaja con la que cuenta. El punk no es trabajar cinco días a la semana en algo que odias y luego arrasar el sábado el bar de un amigo, su sueño, su modo de vida, su única opción. Tenéis cuarenta años y vais por ahí de punks, muy bien, haced algo para soltaros de lo que os tiene cogido por los huevos pero no nos deis la noche, que bastante tenemos con seguir aquí, tras la barra, una semana tras otra, un año tras otro. El punk es inseparable de la ternura, a ver si aprendéis de Vázquez y de Vero, a ellos las cosas se les caen, no las rompen. También eso, el bar como territorio natural, se había acabado para mí. Lo supe cuando, después de cerrar y ya de vuelta, me resguardé de la lluvia bajo el toldo de una cafetería y saqué una chocolatina de una máquina, una Lion. De repente, un chasquido y algo que se soltaba pero no del todo y de lo que tuve que tirar, y luego otra vez, esto no puede ser, me dije, con la sudadera abierta porque ya no me abrocha y escupiendo dientes, no puede ser, se acabó, de qué otra manera se me tiene que hacer saber, qué otra señal necesito. Le conté esto a Ruth en cuanto entré en casa y ella, medio dormida en el sofá, me dijo que lo que tenía que hacer era llevar paraguas; cuando se lo conté a Isaac, me dijo que esa conversación ya la habíamos tenido hacía cuatro años. ¿No lo ves?, añadió, en esa batalla sólo estás luchando tú, la guerra terminó, y ganamos, ¿qué tiene que pasar para que te des cuenta? La casa Rohmer. Carlos.
*
Que lo que a otros pueda parecerles relleno sea para ti sujeción.
*
Al final no era a la vida a lo que debíamos encontrarle un sentido, sino a nuestra voluntad de seguir viviendo.
¿Para comprenderla?
Para justificarla.
Diálogos.
*
Habrá que hacer algo con todo esto. Título.
*
Si la casa es por definición el único espacio en el que no es posible vagar, ¿qué es para él entonces la casa?, ¿en qué le convierte el que sea precisamente eso lo que está haciendo?
*
Un autor tiene su fortaleza donde tiene como lector su necesidad.
*
¿Qué pasa cuando el pensamiento te espolea y el cuerpo no responde o responde provocándote un dolor tan intenso como inmediato? Que revientas, eso es lo que pasa, que revientas. Y luego sigue.
*
“Debemos inclinar la cabeza / Para entrar y salir de lo que estamos viviendo” The horse. Bill Callahan.
*
Una tarde, camino del bar, vio el semáforo de la esquina tirado en la acera. Algún accidente, supuso. La luz verde parpadeó pese a todo, luego se encendió la roja y el escritor bajó la cuesta, triste, como si hubiera perdido algo, o como si algo le acabara de pasar. ¿Realmente puede uno compadecerse de algo que no es alguien, de algo que nunca llegó a albergar una vida?, si lo hace, ¿no le convierte eso en alguien más necesitado de compasión que nadie?, ¿de consuelo?, ¿de alivio al menos? Compadezcámonos, si en verdad estamos dispuestos a hacerlo, de quienes dicen que aquello a lo que se dedican lo es todo para ellos pues eso significa que para ellos ninguna de las demás cosas llegó a ser nunca suficiente.
*
Ni diferenciarte ni parecerte.
*
Como si le hubiera cogido fuerte el domingo, no sabe decirlo de otra forma.
*
No hay piedad en la claridad de las clínicas, no hay manto en su calor constante ni amparo en sus paredes idénticas.
*
Abandonaron los pájaros el bosque en llamas.
Los ángeles llegaron y al momento se fueronporq
ue les pediste lo mismo
que venían a buscar.
Y los santos, pobres santos nuestros,
no consiguieron explicarse
que no encajaran la cosecha ni los hábitos.Pe
ro no existe el error,
existen los imperativos sin nombre.
Déjalo estar.
Pliégate
a las oscilaciones
y piensa en la geometría
gris de la periferia,
el retorno lento del portón,
las ramas sobresaliendo como hilos
de un tejido que nunca lográsemos rematar.
Ahí tienes la corona.Ta
mbién el círculo empieza en un puntopar
a terminar en el mismo.
El asedio.
*
Messi frotándose las manos antes de levantar la copa.

Chus Fernández es escritor