“Qué fueron a ver en el desierto?
El Evangelio según San Mateo. Pier Paolo Pasolini.
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No debe a su nombre el musgo su belleza.
Por eso, en lugar de sucumbir
una vez más ante el símbolo,
acude a la imagen
del laurel,
la ceniza
y el agua, y sigue cantando
hasta que parezca
que alguien se acaba de caer.
Tiene eso el silencio cuando es abrupto.
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No pretendas ser original y habla de lo de siempre: los grandes temas son aquellos que nos sugieren que tenemos mucho en lo que pensar y muy poco que decir.
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La intensidad: lo evocado adopta la forma de aquello que le importa al narrador y no de lo que es importante para los demás. Los recuerdos alcanzan así la categoría de hechos y quien habla siente que la versión de su historia, más que una narración alterada por el tiempo y los sentimientos, viene a ser una especie de crónica, algo que ha registrado y ahora, en el momento de la revisión, simplemente reproduce. Las causas, por decirlo de otra manera, son descritas con extrema austeridad mientras que los efectos lo son desde el desgarro más expresivo.
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En el dolor se enfrenta a todos los hombres
En la enfermedad, al único capaz de vencerle.
Crónico.
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Si el rival te hace daño es porque tenías ya una herida.
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Se parece mucho a mi sueño. Y de los sueños hay que mantenerse alejado.
La casa Rohmer. Carlos.
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El pasado es algo caído sobre una tumba. Algo que unos corren a quitar de ahí. Y otros sólo pueden mirar.
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Como si no tuviera bastante. Título.
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Escucha podcasts de historia: el sosiego que siente entonces, lo confortable que le resulta la experiencia de escuchar y comprender.
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Es el acto de desaparecer un latido que vuelve.
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Los mitos no se compartían, se exhibían.
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La enfermedad es la oportunidad que el hecho de estar enfermo nos impide aprovechar.
Crónico.
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Tu sitio nunca está en otra parte. La idea de un cambio suele ser más provechosa que el cambio en sí.
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Los más grandes emplean su talento a favor de lo posible y no de lo probable. Pensando en Maradona.
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“Al principio, como casi cualquier creador, me complicaba demasiado la vida. Pero a medida que he ido avanzando, mi objetivo ha sido depurar mi estilo, alcanzar una pureza total, definir mi propia concepción del minimalismo.” Kim Ki-duk.
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Se vive el dolor como el constante descubrimiento del instante actual denegado.
Crónico.
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Muy pronto dio por acabado el juego. O eso podría pensar cualquiera. Él, sin embargo, se pregunta por qué no fue capaz de hacerlo mucho antes.
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Nunca la distancia fue una sola. Por eso, ahora que al fin somos paisaje (un fondo para los que llegaron después), en vez de añorar aquel fervor, recordemos que, según la nieve, el frío es el coste de la pureza.
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Hablar es fácil si no se tiene nada que decir.
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Debe parecer voluntaria la carencia para ser elegante.
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Las reverberaciones son cada vez más débiles porque están llegando cada vez más lejos.
Crónico.
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En el coche, camino del rodaje, le pregunta a J. por el proyecto en el que está trabajando, cuál es su conclusión. Lo que éramos y lo que somos, uno siempre vuelve a sus fobias, dice. El escritor asiente. Más tarde, piensa que uno vuelve a sus fobias porque nunca llegó a abandonarlas, y esa es la razón de su lucha, su campo de batalla. Son tan hermosas las cruces blancas sobre las rejas negras, las puertas alineadas, las teclas inesperadas del piano en el pasillo.
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Hay que tener fe / pero no sé por qué.
Banda sonora.
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Que las recurrencias se complementen unas a otras y no se sólo se sujeten entre sí.
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Su estado ha arraigado de tal manera en él que no cree ya haber vivido de otra manera ni concibe la posibilidad de un futuro en el que pueda vivir de una manera distinta.
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Absorbió el sufrimiento tu aura
y tu aura quiere recuperar su lugar.
Quizá el dolor sea eso,
algo que irrumpe
y no brota.
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Chus Fernández es escritor