Viven en la ciudad más triste que jamás una mente triste pudo imaginar, pero ahora han llamado a unos amigos, hay otros cien que alguno habrá traído y tienen una única misión. Exigen que les devuelvan la ciudad y reparar esta tristeza desde hoy. Y no me refiero a la canción “Ciudad Vampiro” y sus radiales de Duro Felguera, sino a las propuestas que los cantautores asturianos lanzaron en la presentación del fanzine Laika, celebrada hace unos días en el Toma 3, en Gijón.
Los dos hablaron durante más de una hora, pero sin teorizar en ningún momento. Al contrario, hicieron referencia a acciones desarrolladas en las últimas semanas, como la protesta de Vegas al Banco Sabadell o la demanda de Pablo a la Sexta, pero también a los proyectos para gestionar la cultura más cercana, léase Tabacalera. En sus intervenciones dejaron claro que intentan allanar el camino hacia. la autogestión de los artistas y los temas que deben tratar. Una ruta que deja atrás los estereotipos aplicados a la música alternativa en los últimos quince años, en los que las inquietudes basculaban entre los traumas veinteañeros, los fracasos amorosos y la estética “loser” y “outsider”. Esos días de vino y rosa quedan atrás cuando se pierden los trabajos y derechos fundamentales y se observa a nuestro alrededor mucha gente que está viviendo al límite. Y en esa situación, Nacho y Pablo han dejado a un lado la comodidad del “cronista sonoro” para pasar a la acción y agitación diaria. Sus últimos trabajos y propuestas así lo demuestran.
Canciones populistas es el nuevo disco de Nacho Vegas, un heterogéneo EP con cinco canciones que reflexionan sobre la necesidad de que la música quede excluida del capitalismo y la mercantilización de la sociedad de hoy en día. La crítica social viene acompañada en todo el disco por el humor ácido que siempre ha estado asociado a la música popular. Esto es evidente en Canción para la PAH donde el trauma por los desahucios termina siendo una reivindicación festiva. Y si no, que se lo pregunten a Martí Pérez, director al-borde-de-un-ataque-de-nervios del Festival Mil.leni patrocinado por el Banco Sabadell. La presentación del disco de Vegas en el Palau de la Música estaba incluida en el programa de la presente edición, algo que Vegas no veía claro. ¿Tocar o no tocar?. Agitación fue la respuesta, realizando una parodia de la campaña “Conversaciones sobre el futuro” que el Banco realiza desde hace años, uniendo a dos personajes de la cultura. En esta caso, Nacho Vegas habla con Fee Reega y el corto termina con la denuncia: «España es el país de la Unión Europea con mayor número de desahucios, más inmuebles vacíos y menor parque público de vivienda de alquiler”. Se intuye entonces la guerra de nervios previa al concierto y la postura de Nacho, “O esto o no salgo”. Al final, desde la entidad bancaria dieron el ok, pero Nacho comentó que la noticia saltó al instante y las redes sociales se incendiaron al tiempo que el concierto avanzaba. Un zasca con mayúsculas y toda la recaudación del concierto para la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Nacho lo tiene claro “queremos cantar a coro y no cantar en soledad”.
Pablo und Destruktion edita en unos días Canciones para antes de una guerra un disco que recoge los directos que ofreció en el Teatro Lara de Madrid en junio pasado. Sin duda, el disco sale en un momento de agitación personal, profesional y colectiva para él, ya que está lanzando un colectivo artístico, apostando por la creación de un sindicato de músicos y batallando con una multinacional por los derechos de una canción. Todos estos motivos confluyen el día en que unos amigos le llaman para decirle que ya es “maisntream” porque la Sexta está usando la canción A veces la vida es hermosa para promocionar la serie Merlí. Como no tienen su consentimiento, se pone en contacto con Atresmedia y se inicia un conflicto por el derecho de sincronización, que le llevó a crear una campaña en Change.org y saltó hasta The New York Times. ¿Minuto y resultado?: Pablo comentó en Toma 3 que Atresmedia se ha limitado a retirar la música del anuncio y se niega a dar explicaciones públicas y a pagarle por el uso de su obra, amparándose en un supuesto pago a AGEDI, organización de productores fonográficos y no de autores. La televisión entiende que ese pago legitima el uso de la canción, pero él entiende que no, ya que esa asociación no representa, defiende o gestiona sus derechos de autor, que son los que se han vulnerado en este caso. Así toca pasar a la acción y Pablo apuesta por un sindicato de trabajadores de la cultura integrado en una estructura mayor que “represente los intereses de nuestra clase, de los que vivimos de nuestro trabajo y no de especular con el esfuerzo ajeno”.
Esa implicación sindical está vinculada a la creación del colectivo artístico La Secta, planteado por Pablo como un intento de allanar el camino hacía la autogestión de los artistas, buscando lazos fuera de las normas establecidas por el sistema. Pablo insistió en reivindicar La secta como «una especie de lobby ético para tratar de catalizar ciertas inquietudes políticas a través del arte». Unas inquietudes que pueden germinar en Gijón.
Y es que la ciudad vampira en la que ambos viven, está, según Pablo, en una improvisación constante en todo lo relacionado con la cultura, con secretismo y falta de voluntad de diálogo con los profesionales que gobierna la política cultural de Gijón durante estos últimos años. Pablo animó a todos los presentes en la sala a articular una iniciativa ciudadana con el objetivo de reclamar un margen de participación en la toma de decisiones que conciernen la esfera de lo público. ¿Cómo se puede hacer? El autor de “Vigorexia Emocional” puso fecha y hora para hacerlo, al invitar a las personas interesadas en debatir, en particular, sobre el uso de la antigua fábrica de tabaco de Cimadevilla. La cita será el martes 23 de febrero a las 19.00 horas en La Múnster (C/Conde Toreno 59). Ellos esperan propuestas para crear distintos grupos de trabajo capaces de gestionar la Tabacalera de Gijón y dar una nueva vida al espacio y a la ciudad. Al final, las opiniones de dos autores parecían llevar a la práctica el lema plural de Ciudad Vampira, porque “hoy sabemos que estamos vivos y que concebimos otro lugar”.
José Antonio Vega es colaborador de LaEscena
@joseanvega64