Todo el mundo que se haya asomado a mi universo artístico sabe, a estas alturas, que mi obra se ha movido siempre en torno a los mitos griegos, esos que con sus historias nos hablan de la sabiduría de la vida y del sentido de la existencia, que permanece abierto y que resonará en todo corazón humano, y que cada artista expresará con sus armas hoy y también mañana.
Esta epidemia ha cambiado nuestras vidas, ya vamos constatando cuánto. A mí desde luego mucho, ya que si bien es cierto que nuestra actividad transcurre en la soledad del estudio, en mi caso, al compartir mi vida con un hombre de cultura, he tenido el privilegio de vivir con especial intensidad la vida cultural y artística de esta arrolladora ciudad que es Madrid, circunstancia que estoy segura, ha contribuido a conformar mi espíritu. Eso de momento, lo he perdido. Pero pertenece al ámbito privado. Sin embargo hay una grave amenaza sobre todos en esta instituida “nueva normalidad”, que abarca la pérdida de muchas de nuestras libertades. No olvidemos como nos recuerda Susan Sontag que “el arte es un instrumento que sirve para conformar nuestra sensibilidad y con ello ser capaces de oponernos al orden o desorden establecido”. Cumplamos por tanto nuestra función social: ser testigos activos de nuestro tiempo.
Al estallar esta inesperada catástrofe, yo estaba poniendo punto final a mi exposición titulada El Jardín de las Hespérides y otras ménades furiosas, que iba a inaugurar en la Galería Tiempos Modernos de Madrid, el 25 de marzo pasado. Nunca me ha importado que los mitos elegidos por mí fueran masculinos o femeninos, ya que siempre los he plasmado como arquetipos, más allá de sus características de género, para situarlos en el marco de la contemporaneidad. Pero desde hace tiempo tenía la intención de dedicar una exposición exclusiva a los mitos tradicionalmente femeninos. Mi familiaridad con ellos y mi indagación parte casi desde el comienzo de mi obra, en los años 80, con Las Afroditas o con Las Sirenas que provocaron a Ulises. En esta exposición de El Jardin de las Hespérides reúno un significativo número de éstos mitos, que tanta literatura, arte y música han hecho crear para la cultura.
Desde la ironía, me enfrento a las Hespérides, Salomés, Pandoras, Penélopes, Dafnes, Danaidas y Ledas, que juegan junto a las nuevas “top-ninfas” en un hipotético jardín de nuestros días…

Suelo vaciarme, supongo que como todos, cuando preparo una comparecencia pública, por lo que el confinamiento me cogió en un momento de cansancio y vacío que he tenido que superar, para renovar mi entusiasmo y poder seguir. Lo que decidí en un momento de clarividencia, fue situarme en el punto de “no final”, sino de continuación y así poder seguir como si el día de entrega no hubiera llegado todavía.
He seguido dibujando, técnica en la que somos los escultores más autónomos. Las fundiciones, como todos los talleres, cerraron sus puertas, y he realizado una serie de dibujos, algunos de los cuales se muestran en LaEscena como primicia para Asturias, tierra que me acogió con enorme generosidad como suya, en estos tiempos en los que, como decía mi amigo Eduardo Arroyo, cráneo privilegiado, existe la variedad de “artista autonómico”.
En este momento, estoy enzarzada en un ambicioso dibujo de Cincuenta Danaídas, proyecto de escultura con el que sueño, para una futura instalación, desde hace mucho tiempo, pero que siempre he tenido que abandonar por su costo de producción.
Es triste que, en el momento en que me siento más preparada para afrontar las obras más ambiciosas, tenga que plegarme a proyectos pequeños, en espera de que alguien confíe en mí. Quizá no lo merezca. Sin embargo, aquí sigo, intentando “construir un edificio” con mi obra, como aconsejaba Xènius, con la esperanza de que si llega ese hermoso regalo de la vida, me coja con mis mejores armas y disposición.
Como la obra pública es, y ha sido siempre, mi interés más urgente –el arte o es público o no es, decían los griegos–, también desde este confinamiento, con la ayuda de los generosos arquitectos Ignacio Cabañas y María Martín, estamos soñando y proyectando, un Grito de fuego, un Prometeo, para la mítica y hermosa bahía de Cádiz.
Hay un poema azteca anónimo que dice: “No es cierto que vengamos a este mundo a vivir. Venimos a soñar.” Pues, por eso.
Madrid, 2 de Mayo de 2020, día de nuestro levantamiento popular motivado por la incertidumbre política en 1808
Esperanza d’Ors es artista