Hacía muchos años, y no me refiero a unos pocos, sino que habría que remontarse a una década atrás, que no veía una sala tan llena como Tribeca, entonces se llamaba El Antiguo. En el análisis podríamos trivializar la razón a un «vale, son Dixebra«, pero no. Agotar el papel, colgar un sold out, agotar 300 entradas iniciales casi de mano y todavía ir más allá es algo que no está al alcance ni para una banda que lleve tanto tiempo en activo como los avilesinos.

Treinta años, tres décadas han cumplido Dixebra como una institución viva, a la que se debía de proteger como una propuesta musical en peligro de extinción. Claro está, la cultura y, por ende, la música es lo que menos importa a las instituciones culturales estén dirigidas por el signo político que sea. Y así nos luce el pelo.

Dixebra son tan grandes como lo fueron en Euzkadi Kortatu y Negu Gorriak, pero a su favor está que no han parado de tocar en estos seis lustros tan convulsos en Asturias. Somos la única comunidad autónoma de las que forman el Estado denominado Reino de España que teniendo unas costumbres jurídicas propias, un derecho consuetudinario propio, estamos considerados como comunidad no histórica. Y tampoco tenemos una lengua oficial; el asturiano no lo es ni está en ninguna hoja de ruta el activar su oficialidad.

Como decía Xune Elipe, cantante de Dixebra, en una de sus muchas alocuciones y diatribas, «l’asturianu llingua oficial nel 2018». Siento ser pesimista, pero no creo que se consiga, al menos mientras nos gobiernen quienes nos han gobernado en el país astur desde la Transición.

Dixebra lleva golpeando las conciencias de los asturianos 30 años; sí, y lo curioso es que por ninguna de sus combativas canciones parece que hayan pasado los años. Poco, o casi nada, hemos avanzado en este tiempo y los males de antaño siguen estando presentes.

Por eso Dixebra son necesarios y solo un asturiano puede entender su incisiva propuesta poniendo el dedo en la llaga y formando parte de los grupos antisistema. Dixebra han sabido cumplir años, han sabido cimentar su fórmula de ska, reggae, folk, punk, rock y funk, reinventándose disco a disco.

Quedó otra vez claro la noche del viernes en Tribeca que Dixebra son un grupo de directo, ahí está su medio natural; sus discos están bien, muy bien muchos de ellos, pero donde su cancionero funciona realmente es encima del escenario.

Esa noche regalaron un single CD: D’algo vieyo, D’algo nuevo, D’algo emprestao, que regalaron a todos los asistentes con la entrada. Y también nos regalaron una actuación entregada, llena de momentos gloriosos a rito de esas músicas que también saben combinar.

El baile, tirando por momentos a pogo, no faltó en un repertorio en el que recuperaron en el segundo bis la grandiosa «Amor incendiariu», del disco del mismo título de 2009, «Skandalera», «Tía Nemesia», «Cañicón» o «Mañana fría», punkerizada con la ayuda a la voz de Maxi (Fe de Ratas).

El ambientazo en Tribeca desde que sonó para empezar «Asturalia» hasta terminar con «Esto ye Asturies» fue tal que uno ya presume de ‘sí yo estuve allí y en primera fila’. Gracias Dixebra por seguir existiendo.

Dixebra en concierto
Sala Tribeca (Oviedo)
29 de diciembre


Víctor R. Villar
 es periodista
@VictorRVillar