31/5/2016
Estoy en una terraza, esperando a mi madre. El camarero me sirve la copa de vino que le he pedido y se va. Deja un platillo con unas aceitunas verdes y negras. Un hombre con unos folletos merodea entre las mesas. Luce un sol tímido al que le cuesta abrirse paso entre tanta humedad. Esa humedad que está acabando con los huesos de las personas que vivimos por aquí. Dejo el libro que estoy releyendo sobre la mesa y le doy un sorbo a la copa. El libro es ‘Hijo de Jesús’, de Denis Johnson. El hombre de los folletos alcanza mi mesa y observa con cierto disimulo el título del libro. Al instante, tras echarme un ojo, me entrega uno de los folletos. Le doy las gracias con desgana. Me molestan este tipo de intromisiones. Hojeo el folleto. Leo: ¿Quién controla el mundo? ¿Cómo será el mundo cuando Satanás ya no lo controle? Detesto que este tipo de intromisiones estén relacionadas con temas religiosos. Me parecen una absoluta falta de respeto. Prefiero a la chica que te espeta un papel con las ofertas de la pescadería, aunque a veces parezca que quiera metértelo por la nariz. Puede que al tipo le haya confundido el título del libro. Pude observar que no le ofreció el folleto a todo el mundo. Dejó dos o tres y se largó rápidamente. Como si temiera que alguien pudiese reprocharle la intromisión. Le doy otro sorbo a la copa de vino. Está en su punto justo. Aunque cada vez sirven peor los vinos, hay sitios donde las buenas costumbres no se pierden. Saboreo el vino y veo a mi madre, con su paso lento, a lo lejos. Pese a sus dolores, sonríe. Buena señal, susurro. Y, de repente, pienso que aunque este paisaje no es tan sórdido (aún) como el de los cuentos del señor Johnson, me imagino que todo esto bien podría ser el comienzo de alguna de sus historias.
26/5/2017
Durante los seis primeros meses del año pasado escribí un diario. Ya está publicado. Anotaba en mi cuaderno casi todas las cosas que pasaban a mi alrededor. El texto anterior corresponde al 31 de mayo, como apunto más arriba. Este año no estoy escribiendo un diario, pero sigo anotando en mi cuaderno muchas de las cosas que me pasan. Sensaciones, estados de ánimo, apuntes para relatos. Hoy, finalizando mayo, por ejemplo. También estoy en una terraza, leyendo los cuentos de Donald Ray Pollock (acaban de ser reeditados por Random House). Bebo una cerveza y espero a que Íñigo salga de trabajar. Hace calor. Dejo a un lado el libro y echo un vistazo al móvil. Denis Johnson ha muerto. Eso dice la noticia. Planeaba publicar un nuevo libro de relatos. De repente, recuerdo aquel texto que escribí el año pasado, mientras releía ‘Hijo de Jesús’. Y, aunque nada tiene mucho sentido, siempre hay algo extraño en las coincidencias. Releer a Denis Johnson. Descubrir que Denis Johnson se ha muerto. A finales de mayo. La vida es ese cable que une ambos puntos. Tensarlo bien sigue siendo nuestra principal tarea, cada día. A pesar del miedo.
Ovidio Parades es escritor
@ovidioparades