Como si de un cuento de terror o de misterio se tratara, unos pies enfundados en unas gruesas botas se adentran en la espesura de un bosque hasta alcanzar una casa que casi parece un palacio. Así empieza la nueva película de Ramón Salazar, la cuarta de su atractiva filmografía, ‘La enfermedad del domingo’. Pronto nos daremos cuenta de que no se trata de una película de terror o de misterio, aunque cierto misterio (y más que terror, angustia) sea una de las claves de esta historia que el director malagueño nos narra con acierto, precisión y delicadeza. Una mujer posicionada económicamente (inmensa Susi Sánchez: de principio a fin, desde esa escena en la que recorre una de las salas de su casa al modo de una de las mujeres creadas por Marguerite Duras para el cine -pienso en la elegante Delphine Seyrig de ‘India Song’- hasta el último plano donde aparece su rostro desnudo y cansado) recibe la propuesta de otra mujer (Bárbara Lennie: a la altura en todo momento de su compañera de reparto, ofreciendo en cada plano esa áspera ternura de las personas que han sido muy dañadas), que resulta ser una hija de la que no sabe nada desde que ésta tenía ocho años, para pasar diez días juntas. La mujer acepta el reto, y ahí comienza una especie de viaje emocional en otra casa que no se parece en nada a un palacio, como la anterior, sino a un refugio lleno de recuerdos (sublime la escena de las diapositivas).
Un viaje emocional repleto de baches, altibajos, reproches, sombras, silencios, dolor y ese misterio al que antes aludía y que, como un tercer personaje que envuelve a las dos mujeres, flota en el ambiente hasta el final de la historia, donde redención y purificación (liberación, al fin) se entrelazan. Dos mujeres, cara a cara, sin tapujos ni medias tintas, fuertes y vulnerables, ansiosas y doloridas, que guardan un secreto -varios, en realidad-, que no se desvelará hasta ese final catártico, transparente y, en cierto modo, luminoso. A decir verdad, el único final posible para esta película de emociones contenidas y de interpretaciones (Sánchez, Lennie) que alcanzan rotundamente la perfección.
Ovidio Parades es escritor
@ovidioparades