Fue en una de las salas de aquellos cines donde pasé buena parte de mi juventud, los Clarín, desaparecidos hace ya unos cuantos años, donde vi por primera vez una película dirigida por Jonathan Demme, ‘Algo salvaje’. Una comedia divertida, un poco alocada, con cierto aire a las comedias clásicas de chico encuentra chica pero en más gamberro y ochentero. Una auténtica delicia. Aún recuerdo lo atractiva y buena actriz que me pareció entonces Melanie Griffith (mucho antes de desfigurar por completo su rostro y de que, inexplicablemente, su carrera fuera quedando en el olvido) y el buen rollo con el que, pasadas las doce de la noche, salí de aquellos cines. Faltaba poco para que terminasen los 80. No hace mucho tiempo volví a revisarla y me pareció igual de encantadora que entonces. Resiste muy bien el paso de los (treinta) años transcurridos. Luego vendría ‘Casada con todos’, más alocada e irregular que ‘Algo salvaje’, con unas Michelle Pfeiffer y Mercedes Ruehl antológicas (¿dónde demonios están estas mujeres?). Demme, que hizo de todo en el mundo del cine y la televisión, conocía bien su oficio. Podía acertar más o menos con la película que se traía entre manos, pero conocía perfectamente los entresijos del mundillo. Un profesional. Un cineasta.

Puede decirse que, a rasgos generales, deja una interesante filmografía, con varios documentales musicales incluidos (con Talking Heads, Neil Young…). Tuvo la valentía de hablar abiertamente del sida (estamos en 1993, no lo olvidemos) y hacerlo con una estrella como Tom Hanks en uno de los mejores papeles de su carrera. Es cierto que la película podría haber sido mejor, pero poner sobre la mesa aquellos temas (homosexualidad, sida, marginación a causa de la enfermedad…) tuvo su mérito. Y nos quedan las voces de Bruce Springsteen y de Neil Young como bellísima banda sonora de aquella cinta, ‘Philadelphia’, con la que Hanks se llevó su primer Oscar.

Pero antes de eso había dirigido la película por la que será recordado cada vez que alguien pronuncie su nombre, ‘El silencio de los corderos’. Una obra maestra. Ni sobra ni falta nada en esa impactante historia. La imagen de Anthony Hopkins, y los encuentros del propio Hopkins con Jodie Foster forman parte ya del cine clásico. Aquellos encuentros, aquellas miradas, aquellos desafíos. El sonido del miedo.

Ha muerto Jonathan Demme. Y yo aún puedo sentir aquel bienestar a la salida del cine, después de ver ‘Algo salvaje’, la voz de aquella mujer negra cantando mientras pasaban los títulos de crédito. ‘Wild Thing’. Han pasado más de treinta años. Los cines Clarín ya no existen, ya lo he dicho. Pero hay recuerdos asociados a una sala de cine imposibles de borrar.

Ha muerto Jonathan Demme, y es lógico que nos sintamos un poco más tristes y un poco más solos.

Ovidio Parades es escritor
@ovidioparades