Annie Ernaux en su apartamento

Hace algún tiempo escribí un relato sobre una mujer que perdía la memoria. Sobre la impotencia de sus hijas ante ese acontecimiento definitivo. Nunca he sufrido de cerca esa enfermedad, el Alzheimer, pero me inquieta, como tantas otras cosas. La manera en la que, bruscamente, sin contemplaciones, todo cambia, se transforma. Y las personas que sufren esa enfermedad dejan de ser ellas mismas para convertirse en otras. Publiqué aquel relato, junto a otros cuyo nexo de unión eran las “corrientes de amor” (en palabras de John Cassavetes) que unían a los diferentes personajes, en 2015.

Hace unos meses, en este mismo espacio, escribía sobre el último libro de Paloma Díaz- Mas, ‘Lo que olvidamos’ (Anagrama). En él la escritora aborda el Alzheimer que sufrió su madre. La misma rabia. La misma impotencia de siempre ante esta enfermedad. Es un libro espléndido, como señalé entonces. Conmovedor. Ha quedado finalista del último Premio Tigre Juan.

Ahora llega a mis manos lo último que Cabaret Voltaire ha publicado de Annie Ernaux, ‘No he salido de mi noche’. En ese librito (de tan cuidada edición como el resto de los que publica esa editorial), Ernaux, desgraciadamente menos conocida en este país de lo que debiera (este es el tercer libro que Cabaret Voltaire publica de esta autora nacida en Normandía; en librerías de segunda mano se pueden encontrar los que publicó con Tusquets), se acerca también al Alzheimer sufrido por su madre. Podríamos decir que es un libro más directo que el de Díaz-Mas, con menos palabras, con palabras que cortan como cuchillos recién afilados. Volvemos a los sentimientos encontrados. La madre que se convierte, una vez más, en la hija. La hija, en la madre. Los papeles se invierten según los parámetros establecidos por esta cruel y devastadora enfermedad. El dolor y la impotencia son los mismos. Las preguntas que nos planteamos, también. Y todas esas incógnitas vuelven a quedar sin desvelar. Sólo permanece el dolor, la rabia, la impotencia. No importan los años que hayan pasado.

Difícil abandonar esas noches. Toda la soledad e incomprensión que rodean a la madre, que ahora es la hija, y a la hija, que ahora es la madre. Ese juego perverso, inquietante, casi demoledor.

Todo ese tiempo que ha desaparecido mucho antes que la propia madre.

Ovidio Parades es escritor
@ovidioparades