Por encima de todo, el proceso creativo. Llenar con palabras la hoja en blanco y no hacerlo a cualquier precio. Convertirse prácticamente en una especie de genio. En un nuevo genio. En un nuevo Hemingway. Y si hay que poner los cojones (literalmente) encima de la mesa donde se escribe, se ponen. No hay miramientos, no hay escrúpulos, no hay ética. Todo por la novela. Todo por llenar el espacio en blanco con palabras. Todo por ese proceso creativo. Por ser un escritor de verdad, y no uno de esos autores que fabrican y venden libros como churros en un centro comercial ni en un mero mecanógrafo, que diría en este caso Truman Capote. De todo esto nos habla Manuel Martín Cuenca en su última película, ‘El autor’, basada en la novela corta de Javier Cercas ‘El móvil’ (Tusquets). Hay autenticidad en la película. Hay verdad. Aunque sea una verdad dura y despiadada. Descarnada. Sin escrúpulos. Hay verdad en el sudor que recorre la piel desnuda de Javier Gutiérrez y en ese arranque (arriesgado) de poner los genitales encima de la mesa. Hay verdad en sus mentiras. En el entramado en el que se involucra su personaje para sacar adelante esa novela. Y también hay un precio que pagar, como es lógico. Cuando uno juega de manera tan despiadada con fuego, acaba quemándose. Pero para eso hay que ver la película, el proceso creativo de este hombre, su desmedida (y perversa) obsesión. Su única obsesión. Hasta las últimas consecuencias.

Es una película bien interpretada por todos los actores que participan en ella. Hay que destacar a Javier Gutiérrez, claro. La medida que le otorga a un personaje turbio y obsesionado por ese proceso de creación es realmente asombrosa. Avanza con frialdad hacia su objetivo, implacable. Y, como actor, no se pasa ni se queda corto. Y también destacaría a la actriz que interpreta a la portera (personaje clave), Adelfa Calvo. Sus frustraciones y su visceralidad quedan patentes en la memorable escena del karaoke, interpretando una conocida canción de Isabel Pantoja. En esos ojos, enturbiados ya por el alcohol y las penas acumuladas a lo largo de una vida que no ha recibido lo que deseaba, también hay mucha verdad. Si la justicia está de su parte, debería recibir el Goya a la mejor actriz revelación de este año. Y nuevos papeles a la altura de su talento.

Una historia compleja, sarcástica, irónica, inteligente, terrible. Un paso adelante en la carrera de su más que interesante director. Y un ejemplo –otro más- de buen cine español. Dará que hablar.

Ovidio Parades es escritor
@ovidioparades