Siempre me ha parecido muy difícil escribir haikus. Expresar un instante, un sentimiento, una sensación o todo un universo en unas pocas palabras. Condensar con maestría en ese brevísimo espacio requiere talento, sensibilidad y trabajo. (En el complicado oficio de la escritura el trabajo, cualidades personales al margen, siempre resulta imprescindible, que a nadie le quepa la menor duda). Y supongo que emborronar cuartillas, tachar, poner, quitar. Corregir escrupulosamente para captar la esencia de lo que quieres expresar.
Prepara tinta.
La vida se reescribe
a cada instante.
Así dice uno de los haikus de ‘Caudal de Azar’ (Bajamar Editores), el libro que acaba de publicar María Rosa Serdio. El año pasado, cuando vio la luz su último libro destinado al público más joven, fuimos muchos los que pensamos y señalamos por escrito que María Rosa debía abrir los cajones y mostrarnos sus trabajos poéticos para adultos. No cabía ninguna duda de que allí, en aquellos cajones silenciados hasta el momento, había material digno de ser publicado. Acertamos. Es verdad que quienes compartimos su amistad en las redes sociales algo sabíamos, ya que disfrutamos casi a diario de su talento para escribir haikus, pero recoger unos cuantos en papel era algo necesario. Su talento no podía quedar olvidado en la fugacidad de la red, tan perversa a la hora de fagocitarlo todo con rapidez. Y aquí, como digo, está el libro. Con preciso prólogo del escritor Hilario Barrero.
Leyéndolo de un tirón, una vez y otra, a uno le queda la sensación de cierta serenidad, como si después de reescribir la vida, ella, la propia vida ya reescrita, consiguiese aplacar sus injusticias y sus arrebatos, y lograse transmitirnos esa serenidad que aparece después de determinados torbellinos vitales a los que nunca, por mucho empeño que le pongamos, somos ajenos.
Y con esto no quiero decir que el libro -ni la vida, evidentemente- sea un bálsamo. Hay lugar para la reflexión, para la noche, para la melancolía, la tristeza o para las voces hondas que se alzan. Todo eso que, por mucho que sea reescrita la vida, nunca termina de desaparecer. Pero no importa: la acertada tersura de las palabras de Serdio consigue que esa serenidad antes mencionada no desaparezca. Y la filosofía que acompaña toda esta fugacidad -la del libro, la de la propia vida-, tampoco. Aquí, un espléndido ejemplo:
Todo es ahora.
No es preciso esperar
otro momento.
Seguimos esperando más trabajos poéticos de Serdio. Los cuadernos guardados en esos cajones. Ya no hay disculpa ni marcha atrás.
Ovidio Parades es escritor
@ovidioparades