Para mucha gente, el nombre de Adelaida García Morales va asociada a El Sur, esa novela breve que su marido, Víctor Erice, adaptó al cine, convirtiéndose así, novela y película, en dos referentes esenciales de nuestra cultura. Para otros, aparte de esa asociación, García Morales es una de las figuras destacadas de aquella generación de escritores que surgió a finales de los años setenta y principios de los ochenta en este país. El Sur, evidentemente, es un gran texto, lleno de evocaciones y silencios, el reflejo de una época, el retrato de una familia y el de una fascinación. Pero su obra -que, por otro lado, es cierto que se detuvo demasiado pronto, bruscamente- no termina ahí. Novelas como El silencio de las sirenas (Premio Herralde), La tía Águeda, La señorita Medina, o cuentos como los que se recogen en el volumen Mujeres solas, siguen teniendo valía. La muerte, la soledad y el amor son temas universales, y en ellos Adelaida centró toda su obra. La muerte, la soledad y el amor (obsesivo, en ocasiones). 

¿Qué ocurrió para que aquella escritora con premios y prestigio acabase sus días, como cuenta Elvira Navarro en su nuevo libro, reclamando cincuenta euros a una delegación de Igualdad para poder visitar a su hijo en Madrid? Quién sabe. La depresión. La oscuridad. La ansiedad. El silencio. La misantropía. La falta de dinero. La vida en penumbra. El olvido (ese olvido que siempre se ceba con mayor intensidad en las mujeres). Todos esos ecos en la cabeza. Sí, puede que sean algunas de las claves, como apunta Navarro en esta narración, Los últimos días de Adelaida García Morales (Random House), breve y afinada como una exquisita nota de música, trazada con originalidad y diseccionada con la precisión del mejor cirujano. 

Queda tras leerla, como también sucede con las historias de la propia Adelaida, una sensación de tristeza, de melancolía, de rabia, de cierta decepción por la vida. Aunque al final la propia vida bulla con fuerza, ajena a las desgracias de cada ser humano, al otro lado de la ventana como una metáfora (algo así) de nuestro paso fugaz por estas tierras. El peso de la vida acecha constantemente, como una amenaza, hasta volverse incontrolable, casi insoportable. Irremediablemente ya hundido, ese peso, en el fatal desenlace y en los tiempos previos que podríamos resumir con esa visita de la autora días antes de su muerte a una concejala para pedirle cincuenta miserables euros (que nunca recibió, por cierto). 

Una autora, Adelaida García Morales, a reivindicar. Y un libro magnífico, el de Elvira Navarro, que abre esa puerta, que incita a esa reivindicación. Desde lo sombrío de aquellas últimas habitaciones.

Ovidio Parades es escritor
@ovidioparades