EL aforismo es tan viejo que ya existía antes de que existiera.

BAJO el auspicio de la mano se encuentran y se cruzan dos líneas curvas: la línea poética y la línea gregueriana con una línea recta: la línea rotunda.

EL aforismo desconfía del prejuicio y asume la agudeza como un método, nunca como un objetivo.

TODO primer libro es un autorretrato. Es inevitable. Hay un tiempo para los prefijos, un tiempo para los paréntesis…

¿Todo primer libro?

ESCRIBIR contra el ingenio y sus colores chillones.

ESCRIBIR a la hora del desayuno. Matinal y secreto.

ESCRITORES que sueñan por greguerías.

EL aforismo no es un género breve.

EL aforismo no es microtexto.

LA extensión del aforismo no depende del número de palabras.

LA extensión del aforismo depende del eco que sea capaz de emitir.

LAS apariencias engañan.

¿CUÁNTO pesa un aforismo?

¿ES el aforismo una consecuencia?

¿ES el aforismo una causa?

DINOS algo, Azahara: «La ciudad triste exige atención y consuelo en los alféizares».

SIGUE diciéndonos: «Apagaremos la memoria como quien apaga una vela».

¿Y qué más? «Volver es desacralizar».

MATICEMOS: «Un escritor que elige sus temas no es más que un cronista».

UNA apología, una necesidad, un destino: «Cada vez que puedo ser útil, tomo un libro y me siento».

AZAHARA define: «Escribir es traducir».

AZAHARA se cita con Don Ramón:

«La vanidad traza nuestra caricatura»

«En un relato, las anécdotas se visten de largo»

«Los días sin sol son un imán para las despedidas».

NI moralinas de breviarios ni púlpitos sabelotodos de viejos prematuros. Felices desayunos, Azahara.

(«Bajas presiones», Azahara Alonso. Editorial Trea)

Fernando Menéndez es escritor
@Fercantona