
Comparto
la
fascinación
por
la imagen
de
Aníbal
cruzando
los Alpes
a
lomos
de
un elefante.
Turner
lo pintó
atrapado
en
una tormenta
de
nieve.
Situado
en
la fuga
del
cuadro
mientras
que son
los sufrientes
de
la batalla
y
la aplastante
visión
de
las inclemencias
las que
hunden
nuestros
hombros
y
amplían
nuestra
perspectiva
del tiempo
y
del espacio.
Incluso
amplían
nuestra
propia
auto
perspectiva
y
retrospectiva.
Turner
peregrinó
por
media
Europa:
llegando,
parando,
explorando.
A veces
lo
hacía
a
pie,
cargando
con
todos
sus
utensilios.
La fatiga
de
un viaje
así
es
la muestra
más noble
de
una vocación.
Marta
deambula
entre
alusiones
a
Goya
y
futuros
amaneceres
prescritos
en
pleno
XIX.
Marta,
como
todos,
va
trazando
su
propia
visión
del
momento:
un monstruo
marino
dulcificado
por
el amarillo,
un mar
contemplado
a
través
de
las nubes.
Turner,
entre
1830
y
1840
pintó
docenas
de
cuadros
a
partir
de
observar
el mar
y
su comportamiento.
Docenas.
Observa
y
trabaja.
Observa
y
trabaja.
Observa,
espera,
trabaja.
Confía.
No
existe
otra
manera.
Fernando Menéndez es escritor
@Fercantona