Zona próxima a Convent Garden. / FOTO: Schlaier
El comercio
nos
observa
ansiosamente
para saber
de
nuestros
deseos,
de
nuestras
antipatías.
Lo dice
Virginia
Woolf
en
su libro
sobre
Londres.
Paseamos
por
Covent
Garden.
Me
doy cuenta
de que
la oferta
y
la demanda
serán
las estrías
de
nuestra
vejez
remisa.
Tengo
cincuenta
años
y
el mercado
disocia
cada vez
con más
facilidad
el dicho
del
hecho.
El comercio
nos
observa
y
nos dice.
Son
gamas
de
colores.
Poesía
emocional.
Un hilo
musical
con gusto
por
la tensión.
Babelia
homogénea.
Hacemos
un alto
en
nuestro
deambular.
Pido
un capuccino
en una
franquicia
de
artificioso
carácter
italiano.
Virginia
Woolf
escribe
acerca
de
Londres
sin
énfasis
beligerante
ni
obligada
ciudadanía.
Lo hace
con
la boca
minúscula.
Con la
prudencia
y
la astucia
de
no distinguir
jerarquías
entre
el nosotros
y
el yo.
Estamos
solos,
parece
decirme:
mañana
será
ayer.
Agradece
semejante
alivio,
pósalo
despacio
como
se posan
las
flores,
las
coincidencias,
los
pensamientos.

Fernando Menéndez
es escritor

@Fercantona