Llegamos
a
una sobremesa
prolongada.
Las barcazas
que viven
en
el río
lo hacen
con
la misma
ley
de
vida
con
que nosotros
pretendemos
pasar:
haciendo
el ruido
estrictamente
necesario
pero
llevando
al menos
un breve
asentimiento:
pequeño,
rutinario,
verdadero.
Hoy
he caminado
sobre
la misma
memoria
que
llevo años
cultivando:
Ted,
Thomas,
Charles,
William…
Se trata
de
algo
simple:
asombrarnos
con lo
que
se supone
que
debemos
asombrarnos.
Nunca
nos
consideramos
rebeldes:
nos falta
narcisismo.
Somos,
como mucho,
intermitentes
disidencias.
Labradores,
minifundistas
de
la paradoja.
De momento
nos basta
con pasear
y
sentirnos
la pizca
prescindible
de
una historia
que
nos supera.
Ya viene
de
Basho
y
no se
detiene
en
Shakespeare.
Continua.
Celebremos
este
tiempo libre:
nos
permite
vagar,
desplazar
el pensamiento
a los pies,
mezclarnos,
disolvernos,
renacernos.

Fernando Menéndez es escritor
@Fercantona