La música que prende en mi cabeza viene de otros y busca también a otros para no solazarse: ser así más propia en lo ajeno. La música es un magma que se retroalimenta continuamente, ya sea dejando atrás un paisaje nevado o repostando en un pueblo costero. Pero lo prendido brota y florece: se expone, no premedita ser sabiduría. Esta confesión inoportuna me interpela insidiosa al releer los poemas de Miriam Reyes (Orense, 1974). A veces uno lee y le reconforta la paradoja: ese terreno común, indefensión, que compartes con quien escribe. Y librarse de esa afección tan propia de los poetas: el lirismo, una redundancia, un narcisismo en la expresión, una levitación vacua. La trayectoria es bien distinta: habrá alas porque hay raíces. O en todo caso habrá tierra: el depósito de todo paso y estancia. «Lo único que necesito para escribir es tenerme cerca, estar conmigo, adentro, con los sentidos despiertos», afirma Miriam. Quien se acerque a sus dos últimos libros: «Haz lo que te digo» (Bartleby Editores) y «Prensado en frío» (Ediciones Malasangre) comprobará que la necesidad y el juego desembocan en la construcción de un material nuevo, una prolongación de la anatomía y el humor de los sentidos. Se escribe con todos los órganos y es especialmente en ese instante cuando fenece el lirismo. Y al leer se cumple la evidencia de que la poesía no es una ficción. Miriam apela a tres realidades: la física, la percibida y la imaginada. Y de las tres, es la última la que más penurias nos provoca. La necesidad, la casi urgencia de materializar lo inmaterial: «Es una suciedad el cuerpo / un residuo de sudor y piel / muerta bajo mis uñas / después de arañarte» («Haz lo que te digo»).

Hemos superado hace ya tiempo los hábitos y las recurrencias: el poema es un objeto, no una abstracción, decantación, destilación. Agotado de los estilismos, me despierta el hambre o el frío que antes sublimaba, cuando descubro cómo Miriam escruta, acumula, rechaza, parte, recompone, se agrieta, se ensancha: «ya no tengo más cuerpo en absoluto / lo quiero crudo espeso sucio completo / sobre mi cabeza: // también es una luz / tan dura como yo / y las pieles que el mundo» («Prensado en frío»).

Camino. Escucho en los auriculares «Helpless» de Neil Young. Parece sencillo. Pero es como tocar algo que no podrás recuperar. Hay una ventana y un espejo. Elijas lo que elijas, la consecuencia siempre es la misma: ver para verte.

Y en los fundidos en negro memorizamos tus poemas, Miriam. Como dicen que hicieron los amigos de Anna Ajmátova en los momentos más críticos.

Miriam Reyes presentará su último libro, «Prensado en frío», el domingo 10 de abril en Lata de Zinc, Oviedo y el lunes 11 en Toma 3, Gijón. El martes, 12 participará en el ciclo «Palabra e imagen» organizado por el Centro Niemeyer.

Fernando Menéndez es escritor
@Fercantona