No existen
las horas.
Existen
las oportunidades:
las aprovechadas
y
las desaprovechadas.
Que nadie
se engañe:
tendemos
puentes
sobre abismos,
vivimos
de
equilibrio
en
equilibrio.
Escuchar
algo concreto,
ver algo
que creíamos
ya olvidado
o parte
del pasado
nos empuja
o
nos hunde,
que es
la forma
más duradera
de
avanzar.
Ángela
ha ido
a Barcelona
al concierto
de U2.
Ciertos
conciertos
no se
conciben
sin euforia
ni niñez.
Las fotos
de
Ángela,
de sus
hermanas,
demuestran,
más allá
de sus
circunstancias
particulares,
que el ojo
que se posa
sobre parte
del pasado
se vuelve
cínico
para no
reconocer
que hubo
un descampado
al que todos
acudíamos
y donde
estirábamos
los brazos
hasta casi
romperlos:
así de sencilla
es la felicidad.
Como un
viejo colchón
de lana
sobre
el que nadie
se tumba
suenan
a nuestro
lado
las canciones
de
The
Joshua
Tree.
Marta
canta
mientras
las escucha:
vuelve
a estirar
los brazos.
Luego,
o ya,
viene
el ruido
incesante,
tal vez
acertado,
pero
incesante
que se permite
siempre
el lujo
de no
perdonar:
Bono,
el mainstream,
cuatro señoronas,
la cuesta abajo…
Pero había
un descampado.
Cualquier
razón
o
camino
son buenos
para tratar
de
volver
a él.
Fernando Menéndez es escritor
@Fercantona