Hace tiempo que me falta tiempo. Eso lo constato día sí, día también. Sin ir más lejos, el pasado día de San Mateo. En la radio hablaban de un documental sobre los Beatles que ya se estaba proyectando en cines de todo el mundo y que sólo estaría en cartelera ocho días… el 21 era el séptimo. Lo daba por perdido. Estoy dando por perdidas demasiadas cosas. You think you lost your love / Well, I saw her yesterday / It’s you she’s thinking of / And she told me what to say

El documental, que lleva por título The Beatles: Eight days a week-The touring years, pretende “dar a la gente una gran experiencia de lo que fueron los Beatles en vivo; espero que también ofrezca un recordatorio, de modo centrado e intenso, de quiénes fueron antes de la beatlemanía, en qué se convirtieron en el curso de la misma, y cómo crecieron y evolucionaron artística y personalmente, además de su papel en aquel monumental cambio cultural”, en palabras de su director. Lo dirige Ron Howard, el de, entre otras, Splash, Willow y Cocoon, aquella película de los años ochenta con ancianos, alienígenas y algo así como una piscina de la eterna juventud. Howard también fue actor. Un joven Ron estuvo al lado de John Wayne en The shootist, aquí El último pistolero, el adiós de un enfermo Wayne al western y al cine interpretando a un también enfermo pistolero que vuelve para morir a donde nació. Un lugar lleno ahora de viejos y todavía algún malo. Por eso, aunque monte a caballo con un cojín en la silla, deberá seguir siendo quien fue… She says she loves you / And you know that can’t be bad / Yes, she loves you / And you know you should be glad

Como no puedo, rebusco: 20 de noviembre de 1963. ABC Cinema de Mánchester. Los Beatles están en su gira de otoño. Parte del concierto es grabado por Pathé para proyectarlo en los cines con el título The Beatles come to town. Dos temas: She loves you y Twist and shout. Los chicos de Liverpool llegan a la ciudad, y a las puertas del teatro un griterío espera para entrar. Hay los típicos saludos a cámara mientras un perplejo agente se gira y muestra su incredulidad. Cuando abren las puertas, entre la marabunta entra una chica que lleva en su mano derecha un periódico. Del titular sólo distingo una palabra, lost. En el patio de butacas arrecian los gritos y sobre el escenario John, solo, anuncia la canción. Paul y George comparten micrófono, y Ringo, encima de una tarima, tras esa “t” que se alarga en la parte delantera del bombo. Desde los primeros acordes, del otro lado, un repertorio de gestos y desgarro. Palabras que no son palabras (“A single whistling sound of ten thousand children’s / larynxes asinging / pierce the ears / and following up the belly / bliss the moment arrived”, escribiría Allen Ginsberg en su poema Portland Coliseum sobre un concierto de los Beatles en la ciudad norteamericana). Pero no hay cuidado, un bobby también sigue el ritmo, quizá intuya que llegarán a ser “más importantes que Jesucristo”. El sargento Pepper nos acoja… En su busca, continúo. She sayd you hurt her so / She almost lost her mind / But now she says she knows / You’re not the hurting kind

Una noche de un mes de 1965. En un lugar de Polonia, al otro lado del Muro, muy lejos de Liverpool. Yesterday (1985), de Radoslaw Piwowarski. Pawelek quiere ser Ringo, pero a Ana le gusta John. El pelo largo impide colocar bien la máscara antigás, ajustarla al tamaño de la cabeza. Hay que expeler el aire contaminado. La guerra fría. A la iglesia tampoco se puede ir con ese pelo. Más que un monaguillo parece un mono, dice el párroco. El poder de la Iglesia en contrapicado. Ringo vive con su tía. Duerme con su tía. Por las noches, en su radio busca ondas que traigan canciones de ellos. La antena es un muelle. La busca, a veces, más parece un mensaje en código morse (“… allá donde están las luces está la sombra de las cosas…”, canta Sr. Chinarro). Esta noche la tía se va al camarín. Ya no puede seguir en casa Ana, la libertina. Las luces dentro. Ana se desviste sentada en la cama mientras a Pawelek lo ilumina el dial de la radio. Un flexo lo hace sobre la cabecera de la cama, donde la foto de los Beatles y las imágenes de santos. Entre sus manos el muelle. Estira el muelle rozando a Ana. Los primeros acordes de She loves you. Ahora es ella quien tiene la antena. Se incorpora para que se escuche mejor. La canción. El silencio de ellos dos. El griterío del otro lado. El muelle entre sus manos antes del abrazo. Y los besos. Cuando se acuesten, las manos del Jesús orante que preside la cabecera. La mano de Ana que sangra. No dejó de soltar el muelle, salvo cuando le desnudó. La noche y sus estigmas… She says she loves you / And you know that can’t be bad / Yes, she loves you / And you know you should be glad

Llegará el día que será ayer… Sí, lo sé, hace tiempo que me falta tiempo… pero ella me quiere, me sigue queriendo, yeah, yeah, yeah….

Hermes González es poeta
@hermes_godunov