Sentado, a la distancia que ahora obliga, espero la proyección. En la pantalla fija, los créditos: The General. Soy hijo de ferroviario. Mi padre montaba y desmontaba trenes. Según su destino. Hago sitio a lo que venga mientras los instrumentos esperan sobre el escenario. Atril y partitura. Los músicos aparecerán por esa puerta de la que ahora asoma luz. Entreabierta. El sonsonete del protocolo. Es martes. Y hasta el domingo no habrá postre especial. Tomar un helado con el frío dentro. Estaciones que fueron que ya no son… Ya viene.
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Exterior. Vías de tren. Día.
(Johnnie Gray, cabizbajo, está sentado en la viela de una locomotora. Annabelle Lee llega. Él se levanta y educadamente se quita el sombrero).
Crédito: ¿Por qué no te alistaste?
(Él baja la cabeza avergonzado).
Crédito: No me aceptaron.
(Ella mirándolo fijamente niega con la cabeza).
Crédito: Por favor, no mientas. No vuelvas a hablarme mientras no lleves uniforme.
(Annabelle Lee se marcha con un gesto de orgullo y desprecio. Johnnie intenta decirle algo pero se contiene y apesadumbrado vuelve a sentarse y a ponerse el sombrero. La locomotora comienza a andar. El movimiento de la viela mece a Johnnie. La locomotora entra en la oscuridad de un depósito de trenes).
Así pienso el pensar… Mi padre quiso que fuese ferroviario hijo de ferroviario. Haciendo el servicio militar como voluntario en Ferrocarriles la entrada sería directa. Y con un sueldo desde el principio. Ganarse la vida antes. Maquinista, factor de circulación, interventor… A mí nunca me han gustado los uniformes. Y a los padres hay noes que duelen. Cuánta la capacidad de los vagones. La propuesta de su juego. Fijarse en las personas que se suben o se bajan en cada estación. Su permanencia en el tren. Para no pedirles dos veces el billete. O ninguna. Reconocerlas.
Reconocerme.
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Exterior. Plaza del Paraguas de Oviedo. Día.
(José Santamarina, en primer plano, con la mirada puesta en un punto fuera de campo, ocupa la parte derecha de la pantalla. En la parte izquierda, al fondo, las ventanas de las casas de la plaza. La cámara gira. Él hace un leve movimiento de cuello).
Voz en off: Me cuesta y siempre me ha costado mucho trabajo hablar sobre mí…
Hablar sobre uno. Hablar de uno. La tercera persona del yo creador. El oficio de la primera persona. Mientras Johnnie Gray echa leña en la caldera en busca de su amada (Annabelle Lee, su locomotora), sin percatarse va cruzando el campo de batalla. Las líneas amigas. Las líneas enemigas. En mitad de un puente cubierto, un vagón ardiendo. Los espacios entre palabras uniformes. Esta vez haré del espejo un ojo que mira a través del agujero de un mantel quemado. La mudez dialogada de lo que ve/veo. Los colores del blanco y negro. Luz y sufrimiento. Ella. Él. La cita de Marina Tsvietáieva: “La condición creativa es una condición de alucinación. Hasta que no ha comenzado es – obsession, hasta que no ha terminado es – possesion”. Sigo su/mi trayecto.
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Exterior. Calle Mon de Oviedo. Día.
(José Santamarina y Mónica de Juan caminan. Pasan junto a uno de los escaparates de 451. En su luna se anuncia la exposición de José Santamarina. Ella, saliendo de cámara, baja la cabeza. Él, permaneciendo, la mira).
Voz en off: … Me gusta hacer planteamientos diferentes…
(José Santamarina, junto a la luna en la que figura su nombre y a través de la que pueden verse algunas de sus obras expuestas, sonríe).
Voz en off: … Podríamos decir que soy…
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Interior. 451. Día.
(José Santamarina, sentado dentro de la galería, con piezas suyas como fondo, habla a cámara).
José Santamarina: … un buscador de formas y de problemas…
Johnnie Gray ha recuperado a su amor (Annabelle Lee, su locomotora). El fuego como alimento. En la vuelta. En el trayecto. 451 hace referencia al fuego que inflama y destruye. Los libros como astillas. Libros que prenden lo que no debe prender. Peligro. Lo que ha de ser quemado. Pero el fuego también sabe de barbecho. De tierra hendida, plegada, que vuelve a ser sembrada. Mónica. De memoria: “La diferencia entre el hombre que se limita a cortar el césped y un auténtico jardinero está en el tacto. El cortador de césped igual podría no haber estado allí, el jardinero estará allí para siempre”. Así él. Así ella. Los otros.
A Johnnie Gray no le queda bien el uniforme. No es cuestión de graduación. Está reñido el beso con el saludo de la tropa. Sobre todo, a la hora de paseo. Marcial el tiempo. Necesario el beso. Mecánico el saludo. Estar presente en lo que uno hace no tiene por qué ser mostrarse en lo que uno hace. Hay quien necesita la emoción del entorno. Hay quien necesita la emoción del contorno. Besos en formación. Él y sus manos necesarias. Vuelvo a la poeta rusa: “No hay que añadir ninguna clave a la poesía (a los sueños), la poesía es la clave para la comprensión de todo. Y no existe ningún paso entre la comprensión y la aceptación: comprender es aceptar; no hay ninguna otra forma de comprensión, cualquier otra forma de comprensión es incomprensión. No en vano el francés comprendre significa al mismo tiempo comprender y abrazar, es decir, aceptar: incorporar”. Estoy pensando en dejarlo.
Salimos del Auditorio. Me dices que quieres mover el coche, aparcarlo donde sueles. Lo dejaste en un vado limitado, donde el autobús escolar recoge a los críos por las mañanas y los deja por la tarde. Te acompaño. Voy pensando en el final. Un tren que se aleja. Un avión que se acerca. Al menos su sonido. Es de noche. Está nublado.
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Nota: Las citas que aparecen en el artículo están sacadas de El poeta y el tiempo, de Marina Tsvietáieva, publicado por Editorial Anagrama, y de Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, publicado por Ediciones Perdidas. Los extractos de guion fueron escritos por el autor a partir del visionado de The General (1926), de Buster Keaton, y del vídeo realizado por Luis Hernando para 451 a propósito de la exposición de José Santamarina.
Hermes González es poeta
@hermes_godunov