Una de las salas de los Cines Centro, en Gijón, cerrados en la actualidad.

Por una vez, lo interesante no está en la pantalla, sino detrás. A principios de marzo, Divertia anunciaba la próxima sucesión de Nacho Carballo al frente del Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX), para lo cual se convocará, en fecha aún por determinar, un proceso abierto para seleccionar a un nuevo director. Unos días más tarde, aún con la resaca del éxito de SACO, el tripartito ovetense revelaba su propósito de instalar un cine de versión original en el Calatrava. En esta última semana, otras dos noticias han terminado por componer un sugerente escenario: por un lado, el consejero de Cultura, Vicente Domínguez, presentó su ambicioso proyecto para la Laboral, una Cineteca; por otro, el gijonés Fran Gayo, responsable de la sugerente programación del Niemeyer y el preferido de buena parte del público más fiel al FICX para suceder a Carballo, asumió la dirección artística del Festival Internacional de Cine Independiente de Ourense.

Demasiadas emociones para un solo mes. La mera coincidencia cronológica de estos cuatro movimientos invita a sugerentes elucubraciones, aunque no es ese el objeto de estas líneas. Lo que nos interesa, antes que alimentar teorías conspiranoicas, es hablar de la ampliación de la oferta cinematográfica y, a mayores, de ese proyecto de la Laboral.

Empecemos remarcando lo obvio: el cambio de timón en el FICX, decretado por el gobierno local (de Foro Asturias) en enero de 2012, no fue el acierto pleno que sus impulsores deseaban. Cuatro años después, las heridas abiertas por la violenta manera de expulsar (sí, es el vocablo correcto) al director que había redimensionado el certamen gijonés para convertirlo en un referente internacional aún supuran. No vamos a entrar a comparar la evolución del festival en ambas etapas, sería injusto para unos y para otros. Pero que a los cuatro años se decrete un cambio de director cuya gestión ha sido muy criticada (en ocasiones quizás con razón, en otras quizás sin ella) y al que además se le achaca poco rigor en las cuentas, es evidencia de que hay algo que no se ha hecho bien.

Ese cambio, en todo caso, tuvo consecuencias colaterales. Como si fuera uno de esos futbolistas que finalizan contrato y le salen “novias” por doquier, José Luis Cienfuegos no tardó en encontrar un nuevo trabajo .Y nada menos que al frente del Festival de Sevilla: un competidor del FICX, pero con más medios. Para que nos hagamos una idea, es como si el Sporting no renueva a Jony y el futbolista, al acabar contrato, firma por el Málaga…

Ahora, otro programador formado en Gijón, Fran Gayo, va a reforzar a otro rival potencial, como es el festival de Ourense, después de haber completado una brillante etapa en el Festival de Buenos Aires y de haber estabilizado la oferta cinematográfica del centro Niemeyer. No faltará quien lo interprete como otro daño colateral de aquel “pecado original”, pero para lo que nos ocupa no nos interesa tanto su nuevo desempeño como su experiencia al frente del complejo avilesino. Porque no hace mucho tiempo, el Niemeyer y la Laboral (y disculpen que use su nombre popular, con artículo y todo) tenían el mismo problema: la falta de usos.

Es necesario hacer otro «flash-back». Volvemos a 2012: el Niemeyer está acabado. Las sombras se ciernen sobre la gestión de Natalio Grueso. La programación de los primeros tiempos, una selección de clásicos apuntada, seguramente a vuela pluma, por Woody Allen no atrae al público. Se hace preciso un cambio de timón y alguien, con buen tino, piensa en Gayo. Su premisa será sencilla: programar lo que, de otro modo, no llegaría a Asturias.

Han pasado tres años y medio, y el Niemeyer es un referente en la región. Hay otros cines regidos por entidades públicas (el Felgueroso en Sama de Langreo o el Teatro Prendes, en Candás, ambos de gestión modélica), pero es en el Niemeyer en el que están pensando los rectores del Ayuntamiento de Oviedo cuando barruntan instalar un cine “de versión original” en el Calatrava. Las conexiones son tan evidentes que, de haber un guión de por medio, habría juicio por plagio: dos ciudades que se han quedado sin cines en el centro, dos edificios que aspiran a ser emblemáticos (el Niemeyer está en ello; del otro, quien esto firma, se reserva la opinión) pero que carecen de un uso relevante para ello, dos pantallas para proyectar películas de qualité.

Más allá de la originalidad de la idea, la pregunta del millón es si puede funcionar un cine de estas características en el Calatrava. En Oviedo parece que sí, ya que es una ciudad con la suficiente enjundia (y un notable área de influencia) para tener un público abierto a un cine alejado de la vacua comercialidad mainstream. Pero hay otros factores a tener en cuenta: la ubicación del recinto, las comunicaciones, la configuración del barrio, los precios… y por encima de todo, la programación, la línea editorial. Va a ser interesante.

LaEscena_Cineteca

Y esto nos lleva a la Laboral. Su problema es el mismo que aquejaba al Niemeyer y que amenaza al Calatrava (por más que éste albergue oficinas y un centro comercial): el uso. La densidad de las inversiones que han precisado estos inmuebles invita a pensar en un uso diferente, incluso distinguido, que sirva como dinamizador de la ciudad o, al menos, de su entorno más inmediato. Tienen que generar “tráfico”. Y el cine es una buena manera de atraer gente, si se hace bien.

En ese aspecto, Vicente Domínguez, el “arquitecto” de la Cineteca, ha hecho los deberes. La elección de Cienfuegos como primer programador le asegura un impacto mediático inmediato, pero también una importante afluencia de público en los primeros pases. Aparte, se puede leer como un rejonazo para los rectores del Ayuntamiento de Gijón, una pequeña vendetta, la revancha de esa parte de la sociedad que se consideró agraviada por el abrupto final de una etapa. Así lo han interpretado, al menos, los responsables de aquella controvertida decisión. Lo ha dejado claro Pedro Leal, diputado forista, que se ha apresurado a poner etiquetas al nuevo ente, en unas declaraciones recogidas en la propia página web de su partido: “La Cineteca es otro chanchullo típico del PSOE para fomentar el clientelismo de ‘cultureta’ y para que Javier Fernández y su gobierno coloquen a personajes afines. El viceconsejero Vicente Domínguez ha optado por el cierre de Mediateca de LABoral Centro de Arte para montar un chiringuito paralelo sobre cine y apesebrar a unos cuantos paniaguados”.

Disquisiciones político-partidistas aparte, lo que toca es analizar la propuesta de la Cineteca, al menos lo que sabemos de ella, y calibrar qué puede aportar esta iniciativa. Para empezar, el proyecto para la Laboral no es simplemente la construcción de una nueva pantalla, por más que en el contexto actual de Gijón, especialmente tras el cierre de los Cines Centro, sería ya de por sí razonable. Pero el objetivo es más ambicioso: un organismo que ayude a la difusión y defensa del cine, especialmente en contextos educativos, y que actúe además en los ámbitos de la producción, la distribución y la promoción tanto de las películas asturianas, de corto y largo metraje, como de la propia Asturias como lugar de rodaje. Actividades que, en teoría, ya cubren otros dos organismos: Filmoteca de Asturias y Film Commission.

El propio Domínguez precisaba, al presentar su propuesta, la compatibilidad de la Film Commission preexistente, gestionada por el Clúster Audiovisual de Asturias, y la que, con idéntico nombre y similares objetivos, se ha creado en la Laboral. Si una acaba fagocitando a la otra, es algo que aún está por ver. En cuanto a la probable colisión de intereses con la Filmoteca, dejemos eso para el final.

El aspecto más visible del nuevo organismo, aquello por lo que se juzgará su éxito o su fracaso, es la programación. El propio diseño de sus primeros pases ya deja entrever las líneas maestras, alternando una serie de ciclos y actividades que se presuponen estables –Historia(s) del cine, BS(O) en vivo, Infantil y juvenil, Educación, Encuentros, La Cineteca ambulante– con una muestra trimestral, “4 Estaciones”, para la que se invitará a programadores externos. En principio, la línea editorial se asemeja a la que han trabajado, en estos últimos años, las aulas de cine de la Universidad de Oviedo: en la de Filosofía y Letras, activa desde el curso 2012-2013, ya se articula en torno a un ciclo permanente sobre la Historia del Cine, mientras que la impulsada por Extensión Universitaria, que comenzó a funcionar el año pasado, trata de plantear debates más próximos a la actualidad, invitando a los propios cineastas a participar de ellos. La Cineteca fusiona ambas vías, en su pretensión de tejer una programación continuada y dar cabida a un público lo más amplio posible.

Esa pretensión de tener una programación continuada, además, descarta cualquier tipo de competencia con el FICX. Es más: la Cineteca puede ser un aliado esencial para el festival, y un banco de pruebas idóneo para calibrar las consecuencias de un hipotético cambio de escenarios del certamen. Hablamos, obviamente, del cierre de Cines Centro. En el caso, probable, de que no se puedan volver a utilizar esas salas para futuras ediciones del festival, su diálogo con la ciudad cambiará de manera radical, lo que tendría consecuencias impredecibles y pondría al FICX ante el mayor reto que haya afrontado en el último cuarto de siglo. Ante este escenario, si la Cineteca logra crear un flujo de espectadores constante hacia Laboral y dota a ese espacio de cierto pedigrí del que ahora carece, el principal beneficiado puede ser, precisamente, el festival, que podría tener ahí parte de la solución a esa crisis en gestación.

A mayores, si el proyecto de Cineteca resulta ser un éxito, habría que plantearse la fusión de los distintos organismos cuyas competencias se solaparán con las del nuevo organismo. Hablamos, nuevamente, de la Film Commission, pero también, y ahora volvemos a ello, de Filmoteca de Asturias. La hibernación, en el caso de la primera, y el escaso interés político, en el de la segunda, hacen que estas dos entidades trabajen por debajo no ya de sus posibilidades, sino de las necesidades de la sociedad asturiana. En este sentido, quizás la creación de la Cineteca, con esa vocación de servir además de “ventanilla única” de la administración, no sea ninguna boutade. Quizás estemos ante la primera piedra para la refundación, con un planteamiento más ambicioso y acorde al contexto actual, de nuestra Filmoteca.

Christian Franco es historiador de cine
cfrancotorre@gmail.com