Fotograma de "Rímini" de Ulrich Seild

Recuerdos personales, familiares, profesionales y políticos son los ingredientes básicos con los que los jurados de las diferentes secciones elaboraron el palmarés del 60 aniversario del Festival Internacional de Cine de Gijón.

«Rimini» se llevó el premio a la mejor película en la Sección Albar, que recoge las últimas realizaciones de destacados y reconocidos cineastas. Por eso Ulrich Seild vuelve a ganar, dos décadas después de hacerlo por «Canícula». Un tiempo en el que ha avanzado en su propuesta de cine seco, áspero y sin concesiones. «Rímini» forma parte de un díptico sobre paternidades frustradas junto a «Sparta» y se centra en Richie Bravo, el hermano que vive en la ciudad costera italiana sacando rédito a sus viejos tiempos como estrella pop. Superviviente nato, vende los recuerdos en formato cd o carteles, pero también en alteradas sesiones de sexo con fans sesentonas. El director austriaco sigue hurgando en los túneles de la mente y lo hace con un humor negro y corrosivo, que no aparece en «Sparta», más centrada en la ansiedad y los remordimientos de culpa. El premio refuerza el trabajo del director, tras ser acusado por parte de la prensa alemana de maltrato y presiones a los niños que protagonizan la historia, ambientada en Transilvania. Por eso, en la recogida del premio hizo un alegato en defensa de la libertad para la creación artística y recomendó a jóvenes cineastas que no se dejen llevar por las presiones y las recompensas económicas.

Los recuerdos se llevaron más premios en esta sección. El retrato personal y profesional de Katia y Maurice Krafft, dos apasionados vulcanólogos, es el material que utiliza Werner Herzog para explorar la fascinación humana por las fuerzas de la naturaleza. El jurado entendió que «estas imágenes transcienden la vida de sus protagonistas porque evocan destrucción y recreación a un nivel casi mítico, un recordatorio de la capacidad y tenacidad humana».  Parece que esa opinión fue compartida por los espectadores y espectadoras, ya que le otorgaron el premio a la mejor película.

El público también apostó por la memoria  y el recuerdo y otorgó el Premio de la Sección Tierres en Trance a «Hilos» de Tito Montero, que también recogió la distinción a mejor guión de película española. El director asturiano asumió el encargo de su padre para que averiguase donde está enterrado su abuelo. Y la duda sobrevuela todo el metraje, como condición de clase en la memoria. Montero hace un viaje inverso al de Alexander Sokurov, que acaba de estrenar «Fairytale» en el que desviste a los grandes dictadores del siglo XX, haciendo que se vean como humanos despreciables. En el caso de «Hilos», Montero viste de honor y orgullo a personas como su abuelo, muerto en la batalla del Cimeru y borrado de la historia hasta ahora.

Los recuerdos políticos de 1972 se llevaron el Premio de la Sección Retueyos, que se centra en las obras de realizadores que comienzan su andadura profesional. Es el caso de Alexandru Belc y «Metronom», que pone el foco en ese año y en Ana, una joven de diecisiete años con anhelos de amor y libertad. Unas ansias que cortará la policía de Ceaucescu, el dictador rumano. El film hace un recorrido por los insidiosos efectos de la opresión que ejercen las dictaduras y lanza al espectador el guante, para preguntarle que haría en esa situación.

La sección «Tierres en Trance» también apostó por los recuerdos, en este caso los de una generación aniquilada. Theo Montoya lleva la cámara a Medellín para contar «Anhello 69», la historia de una ciudad violenta y conservadora  y la centra en un joven director de cine que recuerda la preproducción de su primer trabajo. Una historia de cine dentro del cine que explora los sueños, dudas y miedos de una juventud pasada.

Los tiempos pasados fueron mejores, sobre todo si te ha tocado la lotería. Ese es el punto de partida de «To Leslie», una propuesta de Michael Morris llena de pequeños detalles y observaciones, pero sin juzgar la actitud hacia las adiciones. Andrea Risenborough y Marc Maron tienen una química fantástica en cada plano que comparten en pantalla. Y esas dos magníficas interpretaciones han sido reconocidas con el Premio a Mejor Actriz y Actor.

El recuerdo también sobrevuela sobre » A Foreiner Song», premio a la mejor española y a la mejor dirección, en manos de César Souto. A lo largo de ochenta y dos minutos, voces anónimas leen fragmentos de cartas de Wallace Stevens, poeta con vida anómima, pero autor de unas mejores obras del siglo XX.

Jose Antonio Vega es colaborador de laEscena
@joseanvega64