En toda narración hay música (escribo «narración», en lugar de «novela», porque hace tiempo que no todas las novelas son narraciones y porque muchas narraciones ya no se cuentan como novelas; pero esto deberán aclarárnoslo José María Pozuelo Yvancos y demás teóricos de los géneros). Resulta inevitable. Si las narraciones son registro de acontecimientos (reales, posibles o imposibles), entonces no puede haber narración sin música. La música está en todas partes. Cuestión diferente es que la música aparezca o no en las partes de las narraciones expresamente relatadas. Seguramente, la banda sonora de la mayor parte de las narraciones, la música que de uno u otro modo acompaña a todo lo que acontece en ellas, queda oculta en las partes no contadas de la historia. No es el caso de las narraciones de Bret Easton Ellis, que rezuman música, explícitamente referida, por cada uno de los cuatros costados (“pecho, espalda, sobacos y vacíos”, según DLE™).

Lunar Park

Lunar Park (2005) es una narración que juega a ser y no ser una novela al mismo tiempo. Relata acontecimientos subsiguientes a la publicación de Less than zero*, The rules of attraction*, American psycho*, The informers* y Glamourama*, de todas las cuales es autor un tal Bret Easton Ellis*, cuya primera persona narra, a su vez, Lunar Park. Detrás de esa primera persona (Bret Easton Ellis*) hay una persona sin más a la que llamaré Bret Easton Ellis. La primera persona de una narración, quien dice hablar, es una construcción lingüística en la misma medida en que lo es todo lo que dice. Sin embargo, el que Bret Easton Ellis* sea una primera persona y Bret Easton Ellis una persona sin más no excluye, como explico abajo, que puedan ser la misma persona. En todo caso, Bret Easton Ellis ha escrito Less than zero (1985), The rules of attraction (1987), American psycho (1991), The informers (1994), Glamourama (1998), Lunar Park (2005), Imperial bedrooms (2010), White (2019, presentada como su primera obra de no ficción, aunque con Bret Easton Ellis uno nunca puede estar del todo seguro) y, lo más reciente de todo, The Shards (2023), sobre la que espero volver en otra entrega. Ha firmado, pues, cuatro libros más que Bret Easton Ellis*. En el caso de Lunar Park, Bret Easton Ellis* narra la historia, pero Bret Easton Ellis le toma la delantera y es quien titula el libro. Y, ya se sabe, los libros son de quien los titula.

Elvis Costello

Lunar Park es, entre las muchísimas otras cosas que siempre debe ser una buena narración, una historia acerca de alguien a quien le gusta Elvis Costello*. Elvis Costello* aparece mencionado en dos ocasiones en Lunar Park: la primera mención se encuentra, en mi flamante última edición de la obra en español (Random House, 2020), en la página 146. Bret Easton Ellis* regresa a casa tras una tarde en el centro comercial con su hijo Robby y su hijastra Sarah. El diálogo tiene lugar en el coche. El primero en hablar es Bret Easton Ellis*; quien le responde es su hijo:

Desvié la mirada hacia el CD de los Backstreet Boys.

– No sé por qué escucháis esta porquería –rezongué–. Debería compraros algunos discos. Para que escuchéis buena música. Springsteen, Elvis Costello, The Clash…

– ¿Quién coño es Elvis Costello?

La segunda mención aparece bastantes páginas más adelante, en la 255. Es un fragmento en que Bret Easton Ellis* rememora el momento en que comunicó a su novia de hace más de veinte años que abandonaba Los Angeles para irse a estudiar a Camden, New Hampshire:

Había abierto un Spago junto a la calle Main el pasado abril, casi veinte años después de que inauguraran el original en lo alto de Sunset Boulevard de Los Ángeles, al que llevé a Blair por primera vez en el 450SL de color crema tras un concierto de Elvis Costello en el Greek Theatre y en una de cuyas mesas junto a la ventana con vistas a la cuidad le conté que me habían admitido en Camden y que a finales de agosto partiría para New Hampshire, con lo cual ella no volvió a hablar en lo que quedaba de cena.

Se supone que este segundo episodio ocurre en los primerísimos años ochenta del siglo XX (los conciertos de Elvis Costello en el Greek Theatre de Los Angeles tuvieron lugar en 1982); el primero, en algún momento no muy posterior a los ataques al World Trade Center y al Pentágono en septiembre de 2001. Lunar Park va, pues, de alguien con una ininterrumpida admiración hacia Elvis Costello* durante, al menos, dos décadas. Indiscutiblemente, ese alguien es Bret Easton Ellis*, quien abandona LA para estudiar en Camden (NH), donde escribe Less than zero* y, un par de décadas y dos libros más tarde, convive con una famosa actriz, madre de su hijo, en algún lugar de la costa este norteamericana, donde se desata una pesadilla relacionada con su tormentosa novela American psycho*, publicada unos años antes.

Es probable que algunos lectores de Bret Easton Ellis no sepan que “Less than zero” es el título de una de las canciones del primer álbum de Elvis Costello (My aim is true, 1977), que fue además la elegida como primer sencillo del disco y del propio cantante. No existe demasiada relación entre el alegato antifascista de “Less than zero” y el retablo nihilista Less than zero, por lo que resulta más verosímil basar la inspiración de Ellis/Ellis* en un sentimiento de afinidad con la energía revoltosa del también principiante Costello/Costello*. Tal vez tampoco sepan algunos lectores del escritor californiano que Imperial bedroom es el título del álbum de 1982 del músico londinense, acompañado por The Attractions (recordemos también el título de la segunda novela de Bret Easton Ellis, The rules of attraction), considerado como el primero de sus discos post-new wave. Parece como si Bret Easton Ellis hubiese necesitado un cuarto de siglo (el que va entre su primeriza Less than zero y su secuela Imperial bedrooms, de 2010) para lograr la madurez que Costello alcanzó en tan solo un lustro. Por cierto, tampoco tienen nada que ver temáticamente Imperial bedroom e Imperial bedrooms. Simple cuestión de admiración. No hay duda de que a Bret Easton Ellis le gusta Elvis Costello tanto como a Bret Easton Ellis* le gusta Elvis Costello*.

No consta, sin embargo, que a la admiración de Bret Easton Ellis* hacia Elvis Costello* acompañe una idéntica admiración hacia Declan Patrick Aloysius MacManus*, como sí consta, en cambio, en el caso de Bret Easton Ellis hacia Declan Patrick Aloysius MacManus. El significado de esta observación es profundo, porque implica que Bret Easton Ellis y Bret Easton Ellis*, sean o no la misma persona, viven, sin embargo, en mundos diferentes: el del primero es un mundo en que Elvis Costello y Declan Patrick Aloysius MacManus son la misma persona; el del segundo, uno en que cabe tal posibilidad (con los asteriscos correspondientes), pero en que no es necesariamente así (es algo que puede haber quedado oculto en las partes no contadas de Lunar Park). Por tanto, es necesariamente verdadero que a Bret Easton Ellis le gusta Declan Patrick Aloysius MacManus, mientras que es solo posiblemente verdadero que a Bret Easton Ellis* le guste Declan Patrick Aloysius MacManus*. Suficiente para poder afirmar que sus mundos no son el mismo mundo. Sin embargo, también nos lo enseña la lógica modal, Bret Easton Ellis y Bret Easton Ellis* continúan pudiendo ser la misma persona en esos diferentes mundos, igual que Aristóteles sigue siendo la misma persona en un mundo en que ejerce de maestro de Alejandro y en otro en que no (el ejemplo es de manual). En otras palabras, Aristóteles habría sido Aristóteles habiendo o no sido el maestro de Alejandro (el curioso o el dubitativo pueden acudir a Samuel Kripke, Naming and Necessity, Harvard University Press, 1980).

En resumidas cuentas, a Bret Easton Ellis* le gusta Elvis Costello* y a Bret Easton Ellis le gusta Elvis Costello. Sabemos, además, que a Bret Easton Ellis le gusta Declan Patrick Aloysius MacManus (aunque pudiera ocurrir que él no lo sepa), pero no sabemos si a Bret Easton Ellis* le gusta Declan Patrick Aloysius MacManus* (aunque pudiera ocurrir que él sí lo sepa). Lo que queda claro, al menos, es que Lunar Park es la narración de alguien a quien indiscutiblemente le gusta Elvis Costello*, firmada por alguien a quien indiscutiblemente le gusta Declan Patrick MacManus. Ambos, narrador y autor, demuestran tener buen gusto. Quién sabe si, al final, Bret Easton Ellis y Bret Easton Ellis* son la misma persona.

Coda

Bret Easton Ellis publicó Imperial bedrooms en junio de 2010. Por esas mismas fechas Declan Patrick Aloysius MacManus (aka Elvis Costello) tenía comprometido un concierto en la legendaria sala bonaerense Luna Park, que debería haberse celebrado en abril del siguiente año 2011. Un par de semanas antes, sin embargo, el concierto fue cancelado. ¿Casualidad? Me permito ponerlo en duda. Costello/MacManus podría haber resuelto el alegado problema de agenda cancelando el último de sus conciertos en NY o posponiendo apenas unos días su salto al continente australiano. Su decisión de suspender precisamente la esperada actuación en Luna Park solo es posible leerla como una señal. ¿Respuesta, tal vez, a la escasa gracia que Elvis Costello parece haber encontrado siempre a los insistentes guiños de Bret Easton Ellis? Desde luego, nunca se ha hecho eco de ellos en sus canciones y consta, en cambio, que lanzó una aguda pulla a la prosa de Less than zero en una entrevista concedida a Rolling Stone allá por 1989. A Bret Easton Ellis le gusta Elvis Costello, eso seguro. Que a Elvis Costello le guste Bret Easton Ellis, ya es otro cantar.

Guillermo Lorenzo
Dpto. Filología Española, Área de Lingüística General. Universidad de Oviedo