La evolución que ha experimentado el espectáculo para niños en los últimos años está generando productos de altísima calidad y una fuerte demanda por parte de los espectadores. Así se ha puesto de manifiesto en el seminario organizado por FETEN bajo el título El capital cultural de las artes escénicas en el público infantil y juvenil: el papel de los festivales para niños y niñas hoy. En este seminario han participado profesionales del sector de países tan diversos como Corea del Sur, Sudáfrica, Dinamarca, España y Alemania. Todos ellos han coincidido en que este tipo de teatro se ha situado a la vanguardia de las artes escénicas ya que ha asumido más riesgos creativos, maneja lenguajes diferentes, investiga y ha dado entrada a equipos multidisciplinares que han puesto el arte por encima de cualquier otra cosa. Todo ese empeño es muy apreciado, además, por los colectivos a los que va dirigido, lo que ha permitido abrir intensas vías de comunicación y generar una retroalimentación constante, en la que la comunidad educativa es en un eje fundamental.
En cambio, la creación dedicada a los jóvenes no tiene tanta vitalidad y en el caso de España su producción es casi inexistente. Una vez superada la moda de los clásicos aligerados no se ha sabido qué hacer y se ha producido un divorcio total con ese colectivo que está entre los doce y los diecisiete años. Todos aseguran que es imprescindible establecer un diálogo desde el arte con los jóvenes, ya que debería ser parte fundamental de su formación. El reto está en conseguir que sean capaces de vivir en un contexto cultural.
La puesta en común entre Sookhee Kim, responsable del Festival Internacional de Teatro para Niños de Corea del Sur, Gerd Taube, director del festival Augenblick mal!, Dagmar Domrös, del festival FRAZT, ambos de Berlín, Peter Manscher del Teatercentrum de Dinamarca e Yvette Hardie ha desvelado diferentes modelos de gestión, algunos matices entre cada uno de los países y, sobre todo, que España debería modificar e implementar muchas de sus actuaciones en este campo. Por ejemplo, Peter Manscher, explicaba cómo su país aspira a alcanzar una representación por cada uno de los niños censados en Dinamarca anualmente. Además, el teatro infantil está muy vinculado con los centros educativos. Son ellos lo que contratan a las compañías pagando la administración el cincuenta por ciento del coste. El festival infantil que coordina es itinerante, se celebra cada año en un municipio diferente, es gratuito para el público y tiene unas setecientas representaciones.
Desde Alemania, Gerd Taube detalló que la fuerza teatral de su país reside en los teatros públicos municipales y que existen cinco centros de creación exclusivamente para jóvenes. El festival Augenblick mal!! se nutre de la producción de estos teatros para presentar en Berlín una serie de espectáculos y actividades paralelas. El festival tiene un comité de expertos, que se renueva cada dos años yque elige los espectáculos más adecuadas después de un análisis riguroso. Este comité mantiene contactos permanentes con el público para explicar los criterios en los que basan sus decisiones. Taube también ha indicado que uno de los retos de su festival para los próximos años será abordar la diversidad social con la llegada de inmigrantes y reflexionar sobre lo que significa ser distintos.
Desde Berlín, Dagmar Domrös habló de la experiencia del festival FRAZT que nace en el seno de un grupo de artistas multidisciplinares. Tiene carácter bianual y una fuerte dimensión social, ya que uno de sus objetivos ha sido hacer teatro en aquellos lugares de Berlín más desfavorecidos. Además, en todos los trabajos que realizan la investigación es clave, ya que su arte se dirige, fundamentalmente, a niños entre cero y cinco años.
Esta dimensión social también tiene una fuerte presencia en lo que se está haciendo en Sudáfrica, donde casi todo, en este campo, está por hacer. Yvette Hardie, miembro de la Asociación Internacional de Teatro para Chicos y Jóvenes (ASSITEJ), contó cómo llevan el teatro a escuelas donde no tienen luz e intentan generar las bases de formación teóricas necesarias para conseguir una creación artística propia. Desde Sudáfrica trabajan para que todos los niños y jóvenes africanos puedan disfrutar de un derecho básico, tener espectáculos específicos para ellos.
Las dificultades son inmensas pero como señalaba la coreana Sookhee Kim, “el teatro es algo vivo, es una interacción real en el mismo espacio y tiempo. Fomenta dos cuestiones imprescindibles para la sociedad en la que vivimos, imaginación y empatía. Necesitamos que los niños experimenten entornos diferentes y perspectivas distintas, para que sean capaces de asimilar los procesos sociales a los que se verán sometidos”.
Juan Mortera es director teatral
juanmortera@hotmail.com