FOTO: FOTOGRÁFICA OVIEDO

Quienes estuvieron en Vegarrionda el pasado sábado 17 de agosto lo tienen claro. Fue una señora fiesta, muy señora y muy fiesta. Para quienes no estuvieron, recomiendo que lean la crónica haciendo un mashup mental con “La Romería” de Victor Manuel y “Bebo (de bar en peor)” de Ladilla Rusa. Y es que la gente por el prado no dejó de bailar mientras se escuchaba una gaita o había sidra en el llagar, porque la vida son dos días, como, bebo y esto es una fiesta, coño.

La romería/festival estaba organizada por la asociación «Beatus lle», liderada por Rodrigo Cuevas, uno de los quince vecinos de Vegarrionda. Durante el día se realizó la romería en el mismo pueblo, con una propuesta de actividades en busca de la diversión y el encuentro. El Festival comenzó un kilómetro más abajo con la actuación de Xaime Martínez, la cuota asturiana del cartel. Tan asturiana que los protagonistas de sus canciones son personajes históricos como Doña Urraca , Xosefa Xovellanos, Belarmino Tomás o Pelayo. Sabíamos que Xaime Martínez, escritor patarrealista y miembro de La Bande, propone una reflexión irónica y crítica de la historia del país a través del disco “Ósculos d’agua nel Imperiu Asturianu”, pero tocaba verlo en formato banda. El resultado fue un entretenido concierto de folk alternativo con evidentes ecos de Wilco, Sufjan Stevens o Fleet Foxes, llegando tanto al público asturianista como al que solo quería disfrutar de canciones que acompañaran la caída de la tarde. Buen arranque.

Una fiesta que se precie necesita un pregonero y un puesto de caramelos. Y los dos llegaron de la mano de El Niño de Elche. Era evidente que su esperado concierto arrancara con “El pregón de los caramelos”. Suyas fueron las palabras “a la salida de Asturias y al entrar en la montaña fabrico mis caramelos pa vender en España”. Una declaración de intenciones para fusionar el flamenco y la música latinoamericana con la única presencia de su voz y la coreografiada percusión “humana” que hizo junto al guitarrista Raúl Cantizano. Así, partiendo del flamenco fue contextualizando su arte, siempre fiel a su espíritu rompedor, juguetón y anárquico.

Convertido en el druida de la aldea gala, encantó literalmente con un rito musical en el que es tan importante lo que canta como lo que dice. Por eso el público sonrió cuando les definió como “gente sin identidad que no sabéis ni de flamenco ni de música experimental” antes de interpretar “Ni chicha ni limoná”, un esqueje entre tanguillo de Cádiz y guarapo de Barranquilla, que comenzó con un demoledor “usted no es ná”.

El Niño de Elche / FOTO: FOTOGRÁFICA OVIEDO

 

Su propuesta no va en la onda arqueológica de Indiana Jones, por eso resultaron certeras sus palabras “las peñas flamencas están llenas de fotos de muertos”. Es un artista que anticipa, adelantando el flamenco que viene. Y en esa anticipación estuvo presente la “rave” final con su versión pelín ácida y psicodélica de “Quien tiró la bomba” universalizada por Lola Flores y “Petenera”, canción que parecía la banda sonora de un derviche turco en un after berlinés. Un envolvente final para una hora de guajiras, milongas, soleás seguiriyas. romances, cabales, peteneras y pregones. Magia en estado puro.

Baiuca en gallego es una taberna, un lugar y, desde hace un breve tiempo, un proyecto musical. Tres ingredientes que venían como anillo al dedo en la programación de “Una señora fiesta”. Del pop al folk a través de la electrónica, Baiuca es un osado proyecto musical que pretende aunar sonidos propios de la tradición gallega con la electrónica. Y tiene un nombre propio, Alejandro Guillán o Alex Casanova su anterior alterego electropop. Hace tiempo que decidió mezclar folclore y electrónica, pateando diversos caminos, desde el pop al techno, pasando por el baile más oscuro. Pero en vez de apostar solo por uno, amplió todo el abanico y lo mezcló con calidad y calidez. El resultado no pudo ser más exitoso desde la primera nota, porque el prau de Vegarrionda se convirtió en una pista de baile al aire libre. En directo usó maquetas electrónicas, secuenciadores, sintetizadores, samplers y lo mezcló con flautas. En el set destacaron canciones como “Muiño”, que repite ciclo hasta convertirse en un tema industrial y “Morrina” muy cercana al pop. Y ese cóctel de música folk mesturada con electrónica de vanguardia vino abrigado por los visuales de Adrián Canoura.

“Bailando, bailando, amigos adiós, adiós el silencio loco” decía Astrud dos décadas atrás, y ahora Meneo lo lleva a la práctica. El músico, productor, DJ y habitual colaborador de Radio 3 cerró la noche en Vegarrionda tras pasar por escenarios tan señeros como Sonar, South by Southwest o Primavera Sound. Su “meneo” sonoro mezcló sonidos electrónicos con ritmos tradicionales latinos, como la cumbia, el merengue o el “dembow”. El público más indie bailó sin excesivos reparos “Te estoy amando locamente” o “Ven devórame otra vez”, mérito que se debe aplicar tanto a la pericia de Meneo como a las abundantes cajas de sidra “Prau Monga” consumidas a lo largo de la noche. Un set basculando en la delgada línea roja entre la diversión alternativa y el kistch más poligonero. Lo dicho: “tú y yo a la fiesta, tú y yo toda la noche”.


Jose Antonio Vega
 es colaborador de laEscena
@joseanvega64