El Renacido empieza y termina en un río que todo lo vertebra en su grandioso fluir.
Birdman era en cambio un único espacio cerrado y múltiple con un movimiento interno en espiral.
Ambos recorridos, torrente y torbellino, conducen al mismo lugar.
Birdman y El Renacido son uno y su contrario, como un yin y yang de opuestos: lo interior y lo exterior, el edificio y la naturaleza, lo coral y lo individual, la mente y el cuerpo, el cielo y el agua, el arte y lo primario, la palabra y el silencio, el laberinto y el río, la alucinación y la realidad, el discurso y el frío. Pájaro y oso, pluma y piel. Muerte y resurrección. Y en las dos, el amor filial como motor.
La unión de ambas pudiese dar como resultante la pequeña Biutiful, que precede a estos dos gigantes: ya ahí el amor filial y la muerte, en los márgenes sombríos de una sociedad tan descarnada como los territorios de frontera.

 

Pablo García es ilustrador