Fundido a negro es un proyecto de comisariado que cuenta con la colaboración de María Jesús Rodríguez (Oviedo, 1959), Gonzalo Tena (Teruel, 1950) y Juan Pablo Villalpando (Madrid, 1963), artistas que, desde la diversidad creadora, desde discursos formales y conceptuales muy personales, parámetros generacionales y geográficos diferentes, poseen puntos en común que, más allá de poner en valor el negro y la preferencia de la cartulina y el cartón como soportes, indagan en las posibilidades expresivas y simbólicas de los materiales, de la forma y del color.
Es destacable la seriación en sus propuestas, un recurso que les permite profundizar en sus preocupaciones y especulaciones artísticas, extraer múltiples posibilidades, variaciones sobre un tema que puede llegar a ofrecer resultados infinitos. Seriaciones que en María Jesús Rodríguez se presentan como relieves de gran organicidad, roquedales irregulares cuya forma, tamaño y erosión subrayan la inconfundible personalidad de su creadora; Gonzalo Tena y Juan Pablo Villalpando, con sus cartulinas, parten de la homogeneidad de los formatos y de sus negras superficies que aportan un carácter secuencial y una lectura lineal de las imágenes que contienen; es a partir de esta secuenciación que nace Fundido a negro, expresión propia del mundo cinematográfico por la que el oscurecimiento progresivo de la imagen da paso a un nuevo relato, a un punto y aparte dentro de la narración.
Con esta exposición, la galería Gema Llamazares es punto de encuentro de artistas procedentes de distintas disciplinas -escultura, pintura y grabado- pero que, rompiendo los límites convencionales, dialogan perfectamente; el mundo de la escultura de María Jesús Rodríguez se ve enriquecido con piezas tridimensionales y bidimensionales, la pintura-pintura de Gonzalo Tena -que formó parte del grupo Trama en la década de los 70 junto a José Manuel Broto, Xavier Grau y Javier Rubio- se presenta con los grafismos que siempre le caracterizan y que, en buena medida, son herederos de su devoción hacia Gertrude Stein, y la obra de Juan Pablo Villalpando se desmarca del espíritu seriado del grabado en el que se ha formado, exponiendo maderas talladas y entintadas absolutamente desvinculadas del proceso de estampación. Todos ellos priorizan sus preocupaciones e indagaciones personales, los mundos de cada artista imprimen carácter a la exposición, complementándose unos con otros, favoreciendo un acercamiento individualizado a sus intereses artísticos y vitales.
Fundido a negro trae a la memoria referencias sobre la Oscuridad en el Arte, recuerda cómo el mismo anochecer de cada día provoca distintos estados del alma, o cómo la penumbra de las cavernas se ha convertido en lugar mágico y propiciatorio para la creación. El ser humano, desde siempre, ha ahondado en las entrañas de la tierra para representar las primeras imágenes, y desde esa intimidad, en los lugares más recónditos, y a lo largo de la Historia, ha continuado haciéndolo hasta hoy; así ocurre desde las Pinturas Negras que adornaban las estancias de Francisco de Goya hasta la Capilla Rothko, en Houston, donde el artista norteamericano mostró su progresiva pérdida de la riqueza cromática pintando grandes lienzos negros cargados de misticismo: “sólo me interesa expresar las emociones humanas más elementales; la tragedia, el éxtasis, la fatalidad del destino y cosas así. El hecho de que muchas personas se desmoronen y lloren al verse confrontadas con mis cuadros demuestra que consigo expresar este tipo de emociones humanas elementales. La gente que llora ante mis cuadros vive la misma experiencia religiosa que yo sentí al pintarlos. Y si usted sólo se ve atraído por sus relaciones de color, entonces se le escapa lo decisivo”.
El color negro a través del carbón vegetal, como materia pictórica primigenia y delimitadora de formas, sirvió para plasmar las primeras imágenes sobre la piedra virgen, y ha continuado inmutable con el paso el tiempo en manos de artistas contemporáneos como Pierre Soulages, realiza surcos sobre la superficie fresca de la pintura negra creando juegos de ritmos y texturas que interactúan con la luz, porque el negro “agita todo lo que nos habita, las emociones y los recuerdos”; remueve nuestro interior, logrando llegar a regiones de nuestro ser que los demás colores nunca alcanzan. Es el artista francés el que desarrolla el concepto “ultranegro” con el que va más allá de los aspectos meramente ópticos o plásticos porque, como dice, “el negro más que un color es un estado mental” y, al igual que para nuestros tres artistas, para Soulages lo importante en el negro no es lo visual, sino la experiencia de trabajar con él, de trascender en él a través de referentes personales, como la geología y la etnografía en María Jesús Rodríguez, los sueños de la noche en Villalpando y la magia de la alquimia en Gonzalo Tena. Conseguir un color capaz de transmitir emociones y conceptos está presente en nuestros artistas y también se encuentra en creadores como Yves Klein, con su International Klein Blue, o más aún en el negro Vantablack de Anish Kapoor.
Los artistas de Fundido a negro entienden el proceso de gestación como obra en sí, su intervención sobre el soporte y los pigmentos es parte fundamental de la obra, la materia prima que se toma como punto de partida o como apoyo es clave en el desarrollo del proceso, permitiéndonos interpretar con mayor rigor los resultados. A propósito de la serie “Soñé que revelabas”, una de las propuestas oscuras realizada a base de bandas horizontales paralelas con pinceladas verticales, de Juan Uslé, escuché al autor la necesidad del silencio nocturno para poder ejecutar estas obras, sentir tus propias palpitaciones y trasladarlas rítmicamente, pincelada a pincelada, al soporte; se trata de un traslado del ritmo vital al ritmo pictórico. Tanto el método de trabajo como el resultado se han convertido en una necesidad para el autor en momentos de saturación de imágenes. La paleta evoca la oscuridad de la noche y, de algún modo, las líneas funcionan como una especie de puntuación. Desde el punto de vista formal, podríamos ver estas pinturas como autorretratos, notas de un diario íntimo o como pautas a seguir en el desarrollo de alguna propuesta futura; así es, en ciertos momentos de su trayectoria, como trabaja Joseph Beuys, sus “Pizarras” nacen de la necesidad de construir un discurso teórico, y de la necesidad de conceptualizar el proceso de gestación de una obra, son esquemas sobre pizarra realizados ante el público en el transcurso de acciones o conferencias, llamándolos Dibujos Auditivos, ya que el dibujo y la explicación verbal conforman la obra. Estos dibujos, textos y organigramas realizados con tiza blanca sobre soporte negro constituyen la base de su trabajo y adquieren un gran valor como documento, subrayando la necesidad de entender la obra de arte tanto como proceso como resultado.
El proyecto Fundido a negro es, ante todo, una necesidad de vivir la existencia del arte desde el ámbito de los propios creadores, sólo ellos son capaces de provocarnos y estimularnos intelectual y emocionalmente, ayudándonos a desentrañar los misterios, que ocultos, explican el mundo.
Fundido a negro
Galería Gema Llamazares
Calle Instituto 23, Gijón
Hasta el 15 de diciembre
Santiago Martínez es profesor de Historia del Arte
saguazo@yahoo.es