Galgo y Cicada en el escenario. De izquierda a derecha: Sara Muñiz, Javier Bejarano, Verónica R. Galán y Jose Rilla / FOTO: VÍCTOR MARTÍNEZ

“Cuando escucho música no le temo a nada. Soy invulnerable. No veo a ningún enemigo.
Entro en contacto con los tiempos más antiguos y los más recientes”.
Henry David Thoreau 

El primer fin de semana de noviembre fue el momento señalado para la puesta de largo de un nuevo sello asturiano (Framily) impulsado por Javier Bejarano y Verónica R. Galán (Galgo) junto a Sara Muñiz y Jose Rilla (Cicada). El lugar escogido, y no precisamente al azar, fue la Colegiata del Palacio de Revillagigedo en Gijón y la banda sonora encargada de la presentación estuvo a cargo de sus dos primeras referencias del sello, las bandas Galgo y Cicada.

Los días posteriores al concierto sentí la necesidad de recuperar dos viejos discos entre mis cajas de CDs. Uno era el “Music for the airports” de Brian Eno y otro, más reciente, “Wooden” de Apparat.

Cabe resaltar la enorme expectación que generó este concierto entre ciertos ambientes de la ciudad. Sin apenas promoción y con los discos aún en el frigorífico se colgó el cartel de Sold out días antes de la fecha señalada, viéndose obligados los organizadores a aumentar en la medida de lo posible el aforo para evitar que nadie se quedara sin entrada.

Antes de meternos en harina, comentar otro detalle importante: Ambos discos fueron mezclados por Óscar Mulero.

Galgo (Verónica R. Galán y Javier Bejarano)

 

GALGO

El proyecto que en origen impulsó Javier Bejarano en solitario y al que posteriormente se uniría Verónica R. Galán fue el encargado de abrir la noche. Salieron a escena acompañados de Sara Muñiz (Cicada) a la viola como ingrediente añadido a la introducción. Desde los instantes iniciales el espectador debe de ser consciente de que estamos ante una propuesta de digestión lenta. Los loops y las capas que Javier Bejarano va construyendo artesanalmente con la guitarra, el arco, los pedales… sirven de cuerpo, de sustento sonoro para los diferentes dibujos que Verónica R. Galán va incorporando con el piano además del hapi (instrumento de percusión japonés) y el bombo.

Tras la introducción inicial, Galgo comenzarían a presentar los temas de su disco homónimo. Suenan los primeros compases de “Antiguas estrellas heladas”. La sutil presencia de percusiones, la melancolía de sus paisajes sonoros y esas notas de guitarra que parecen extraídas de algún desierto de Arizona son el pasaporte hacia la experiencia de un viaje sensorial a través del universo Galgo. Los silencios se integran dentro de un todo para dar paso a “Circular”. Composición que gravita alrededor de un piano que podría evocar a Satie o a un hipotético reverso tenebroso de Yan Tiersen. En “Natasha” asistiríamos a ese diálogo entre el piano y la guitarra rozada por el arco. Diálogo que nos iría acompañando a lo largo de diversos momentos durante todo el concierto.

Con “Halley” aparecen los clicks and cuts propios del Glitch para dar sustento rítmico a una pieza donde las voces hacen acto de presencia.

“Saudade”, una de las piezas más breves del disco, podría hacer la función de un interludio protagonizado de nuevo por un piano si no fuera porque en el directo cobra un significado diferente.

“Caverna” sería el tema elegido para cerrar el set. Sara Muñiz acompañada de su viola y Jose Rilla al bajo se unirían para ejecutar la que es para mí su canción más contundente. Ese bajo eléctrico que bien podría recordarnos a alguno de los viejos temas de Alice in Chains se erige en coprotagonista de una pieza oscura y por momentos escalofriante donde las voces agónicas de Javier Bejarano acabarían logrando ponerme los pelos de punta.

Así, tema tras tema, Galgo fueron dando forma a una directo que trasciende lo meramente musical. Un todo donde la puesta en escena, los visuales y el sonido invitan a una experiencia cinemática donde el espectador tiene la llave para permitir que la propuesta de este dúo le tiente a explorar algunos de los rincones ocultos por sus propias emociones.

Cicada (Sara Muñiz y José Rilla)

 

CICADA

Galgo y Cicada comparten más cosas que el mismo sello. También hay otras que los diferencian. Si la presencia de lo “orgánico” es la dominante en Galgo, en Cicada los sintetizadores y las percusiones son los elementos encargados de crear el cuerpo sobre el que la viola de Sara Muñiz y José Rilla van dibujando, perfilando, coloreando la forma de sus paisajes sonoros.

Pese a todo, esos paisajes, para nada costumbristas, y esa puesta en escena por parte de las dos solistas de formación clásica son a su vez algunos de esos elementos que comparten los dos proyectos. Hay otras, como la ilusión, el trabajo y la personalidad propia sobre las que no voy a profundizar.

Lo primero que me llamó la atención cuando Cicada subieron al escenario fueron los visuales. Una especie de figuras mitológicas que nos acompañarían durante todo el set.

Tras el inicio marcado por “Ouroboros”, pieza que nos sirve para el primer contacto con el sonido de los sintetizadores vendría “Tau”, uno de mis cortes favoritos del disco. Una introducción larga que acaba derivando en una melodía absolutamente emocionante. La viola de Sara Muñiz comienza a brillar.

“La carta” me recuerda al mejor sonido del sello berlinés B Pitch Control. De nuevo nos encontramos con esas progresiones que nos van envolviendo hasta llegar al climax. Si bien la puesta en escena de Sara Muñiz te atrapa, no es menos interesante ver a un Jose Rilla desenvolviéndose por toda la colección de aparatos que le acompañan a bordo de la sala de máquinas.

Con “Cicada” nos encontramos con bombos y bajos poderosos. Inevitable no recordar que el Krautrock siempre se ha escuchado mucho en Xixón. Hay pasajes de la viola que también me transportan a la Velvet Underground del 67. La sombra de John Cale es alargada. Bendito sea.

Tras “Cicada” y con el público puesto a tono sonaría “A13”. La mezcla entre las melodías de la viola y la apertura y cierre de los filtros del Korg ms 20 es lo que para mí caracteriza a este tema.

En “Teclas Negras” Sara Muñiz aparca la viola para ponerse a los mandos del piano. Una melodía minimalista vestida con las texturas de los sintetizadores que bien podrían acompañar a una película francesa de la Nouvelle Vague. En Georges Delerue estaba pensando.

Cerrarían el concierto con “Mala Rupis” y la aparición de los dos miembros de Galgo en escena. Broche final de lujo para una experiencia más que recomendable.

Si Thoureau me dio la disculpa perfecta para iniciar esta crónica, Allan Poe me servirá para acabarla: “La belleza de cualquier clase en su manifestación suprema excita inevitablemente el alma sensitiva hasta hacerle derramar lágrimas”.

GALGO y CICADA actúan en Paraíso Local Creativo (calle Paraíso, Oviedo) el sábado 16 de diciembre a las 20:00 horas. Las entradas se ponen a la venta el lunes 4 de diciembre. [Evento en Facebook] [Venta anticipada].


Willy Abraldes
es asesor en políticas culturales
willyabraldes@gmx.es