La belleza del mundo se traduce en una vibración constante del espíritu: las formas de la naturaleza -gracias a la magia del arte- se convierten en formas de la imaginación.
Ansel Adams
Visto con perspectiva, no encuentro título más acertado para referirnos a la obra de Ángeles Pérez que “Hacia la abstracción por el paisaje”, sintetiza su trayectoria, y no es extraño que haya sido la frase con la que ha querido identificar sus más recientes creaciones. En ellas advertimos las constantes de su producción, pero también intuimos nuevos caminos.
La muestra se ha planteado a manera de retrospectiva, con una cuidada selección de fotografías de sus series más representativas, como Un haz de luz, Corazonaria, Supongamos que es primavera o Interior bosque.
En sus propuestas más recientes continúa tomando al paisaje como referente, como punto de partida, pero nunca como un fin en sí mismo. El dominio técnico y formal, y las posibilidades que el mundo digital concede, han favorecido que su obra actual sea, aún si cabe, más libre, creativa y sugerente. En Vacío, un cubo de etérea presencia, se advierte cómo a través de una gran sutileza formal se puede acceder a la belleza, evidenciando el virtuosismo al que nuestra artista ha accedido.
A ello hay que sumar el impacto que ha supuesto la pandemia, un tiempo dedicado a la reflexión sobre el sentido de la vida, pero también sobre el sentido de su proceder como creadora, al papel primordial del arte y el compromiso de sus propuestas fotográficas con la reflexión y concienciación en torno a la naturaleza, su deterioro y su urgente recuperación. En este sentido, la serie titulada Crash mantiene la idea romántica del fragmento, una deconstrucción fotográfica cargada de significados para recomponer y proponer paisajes perdidos. Hay, también, referencias literarias e históricas, imágenes retenidas en sus viajes por el mundo, a Oriente y Latinoamérica, y a las que recurre para ofrecernos un mundo nuevo, de ansiada y eterna belleza. Así ocurre con Babilonia, una de las obras más interesantes y sugestivas en su producción actual, pero también con las hermosas Caligrafías blanca, verde y roja, o en la sonoridad de Komorebi, Hanami… que, desde la originalidad de sus formatos apaisados, enlazan con la tradición y los principios de la estética japonesa, muy presente en algunos de sus trabajos anteriores.

Ángeles Pérez es capaz de conjugar los aspectos clásicos de la fotografía con una revisión constante de su propio proceder como creadora. Replantea la concepción tradicional del paisaje como tema, como captación fiel o como plasmación de emociones. Así ocurre con Mar, fotografía de gran formato en la que la rotundidad plástica de las formas del agua se manifiesta ante nuestros ojos con una bella contundencia. Pero también hallamos lugares necesarios para la imaginación, en los que la fantasía permite recrear mundos alternativos, como ocurre en las obras que llevan por título Planeta, un virtuosismo lumínico y cromático en el que, nuevamente, el negro profundo adquiere protagonismo, como también ocurre en la belleza abstracta de Nocturno, donde solo a través del silencio más absoluto de la contemplación, se puede llegar a rozar la esencialidad de los árboles, a intuir ese lenguaje callado con el que se comunican con nosotros.
Su obra continúa creciendo, asombrándonos cada vez, y recordándonos la contundencia con la que el fotógrafo Vari Caramés se refiere a su propio proceso creativo: «Necesito sorprenderme para poder sorprender a los demás. Lo insólito, lo inesperado, la magia que duerme en lo cotidiano, el azar, la poesía.»
IAACC, Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneos
Museo Pablo Serrano, Zaragoza
Hasta el 27 de agosto de 2023
Santiago Martínez es profesor de Historia del Arte
saguazo@yahoo.es