El 26 de octubre de 2016 se estrenó en los Teatros del Canal de Madrid Invencible, una comedia sencilla pero efectiva, del británico Torben Betts, que fue todo un éxito en la cartelera londinense hace tres temporadas y que Pedro Larrañaga propuso al director argentino Daniel Veronese para representarla en nuestro país.

La génesis de la obra nace de una experiencia del propio autor que en 2003 deja su apartamento de Londres para mudarse a una casa en una localidad entre Inglaterra y Escocia. Él y su familia, de clase obrera pero de cultura urbana, tuvieron que convivir con los estilos de vida que allí se encontraron.

La adaptación del texto a cargo de Jordi Galcerán consigue traducir los tipos ingleses a la realidad española, asegurando un arriesgado equilibrio entre la necesaria construcción del personaje-tipo y el peligro inminente a caer en excesos pintorescos o en falsos estereotipos. Además, la versión de Galcerán conserva del texto de T. Betts el conflicto entre los personajes de clases sociales distintas como eje de la sátira social, consiguiendo hacer saltar la carcajada en el espectador pero sorprendiéndolo también con momentos dramáticos que por inesperados, pero sobre todo por su verdad, congelan las risas y trastocan las emociones de un auditorio que se reconoce tanto en unas como en otras.

Para que este delicado efecto se logre es fundamental la dirección de la obra, la buena mano del argentino Daniel Veronese, que exige a los cuatro actores del reparto (Maribel Verdú, Jorge Bosch, Pilar Castro y Jorge Calvo) un trabajo interpretativo que profundiza en la parte más humana de cada uno de esos personajes para obligar al espectador a entender y comprenderlos a todos, incluso a aquellos a los que sentimos más alejados de nosotros. «Busco en cada uno de estos cuatro personajes, que en el original pertenecen a dos clases sociales, cuáles son sus singularidades y a partir de la humanidad de cada uno de ellos poder contar lo que el autor propone», señala el director.

Invencible es la historia de una pareja de profesionales liberales, amantes de la cultura, Emilia (pintora semiprofesional) y Julio (acogido a un ERE), que por la crisis se ven obligados a trasladarse a un piso más económico en el sur de Madrid. Esto les llevará a tener que convivir con otro tipo de gente, lo que Emilia llama «gente más real», como sus vecinos Pablo (cartero, aficionado al fútbol y a la cerveza) y Laura (una ceñida y ordinaria musa de polígonos y arrabales). En un principio, la trama se construye en torno a la contraposición de elementos que evidencia el choque de ideas, cultura, valores, gustos, aficiones, entre las dos clases sociales, que parece hacer imposible la comunicación y la relación entre esos dos mundos tan contrarios, a no ser para el debate, la confrontación y el desencuentro, como de hecho sucede. Pero el desarrollo de la peripecia, y sobre todo el asistir al origen, embrollo y desenlace del enredo, nos harán resituarnos y cuestionar los prejuicios de unos y de otros, y quizá también los nuestros propios, hacia una u otra pareja, pues todos terminan por mostrarse humanos; todos sufren por algo que intentan ocultar pero que en determinado momento sale a la luz.

Aunque se suele hablar de Invencible en términos de comedia de clases, el montaje de Veronese prioriza la comicidad que resulta, más que de la contraposición de estados, del contraste entre los cuatro caracteres y de los choques entre unos y otros. Todos tienen algo exagerado en la construcción del personaje-tipo que los distancia del espectador, base de la hilaridad que nace de lo ridículo. Maribel Verdú, para la que la obra ha supuesto una vuelta al teatro después de tres años alejada de las tablas, da vida al personaje a priori más antipático de la obra porque en él convergen de manera exagerada todos los ideales de compromiso y concienciación que garantizan un progreso social justo. Una activista de izquierdas, de marcada sensibilidad social, vegetariana y defensora de los principios del Marxismo, amante de la música clásica y de la pintura contemporánea, y maniática del orden y la limpieza, que cree en la verdad y no cree en el matrimonio o en la propiedad privada, que parece creer en todo y que en cambio a ojos de otros, como Laura, no cree en nada. Tanto ideal y tanta coherencia ahogan a este personaje que es incapaz de vivir la realidad que ella misma busca y defiende, preceptos que intenta imponer a su pareja, interpretada por Jorge Bosch, que aunque opina diferente se somete a las preferencias de su mujer y refleja una actitud excesivamente dócil, conciliadora, aparentemente comprensiva y que busca siempre agradar a Emilia, aunque eso le lleve a una infelicidad que desembocará en el engaño. Pilar Castro, que sustituyó a Natalia Verbeke en el papel de Laura por problemas de salud, hace verosímil con su interpretación la rápida progresión de su personaje, que va del tipo, hiperbolizado en los rasgos de la ordinariez, el mal gusto y la superficialidad, al personaje quizá más dramático de la obra. Por su parte, Jorge Calvo defiende con su voz, cuerpo y movimiento al papel quizá más estereotipado de todos, porque en él se reúnen muchos de los vicios o veleidades de nuestra sociedad posmoderna actual, trasladando al público su desenfado y despreocupación, pero también su dolor y patetismo.

Por eso Invencible interesa también como drama, porque existe un esfuerzo claro por profundizar en cada personaje y en cada pareja para buscar aquello que los aleja del tipo y los acerca al resto de caracteres que habitan la escena, e incluso a las personas que ocupan las butacas del teatro. Emilia defiende un mundo ingenuo, justo, regido por la verdad, que no le da felicidad sino sufrimiento, parejo al que vivió en el pasado con el trágico suceso que se descubre en la trama y que condiciona su presente y el de su pareja. Julio vive ajustándose a los parámetros y pensamientos de Emilia no por convicción propia sino para asegurar el bien común, que igualmente no consigue, y que sólo logrará cuando comience a tomar sus propias decisiones. Pablo sufre el desengaño de sus capacidades artísticas y el engaño de su esposa, es cuestionado como padre y como marido, y Laura, su mujer, es infeliz en un matrimonio en el que nadie la escucha, mientras vive atemorizada ante la posibilidad de perder a su hijo mayor. Ninguna de las parejas funciona tan bien como aparenta. Ninguna vida es tan feliz y coherente como parece. Todos tienen un sufrimiento del pasado, una incertidumbre futura y un presente con el que lidiar cada día. Ni siquiera la muerte de un gato es la muerte de un gato. Nada en la comedia es lo que parece. Nada es tan real como parece. O más bien por eso todo es incluso más real.

«Decir la verdad» es la acción que propicia el origen del enredo central de la obra: lo que iba a ser la confesión de una aparente verdad, el enredo lo convierte en la confesión de la verdad misma, que cambia la vida de una pareja y hace vivir en la mentira a la otra. Sólo al final de la obra se descubrirá toda la verdad; cuando la aparición del gato, de nombre «Invencible», como la verdad que representa, produce la anagnórisis que pone fin al enredo. Es entonces, justo en el momento en el que los personajes son víctima del enredo cómico, cuando comienzan a mostrarse y a ser como verdaderamente son: Pablo, bueno y arrepentido de su comportamiento, decepcionado consigo mismo; Laura, capaz de expresar lo que siente y una mujer distinta a aquella otra superficial; Julio comienza a luchar por su pareja y a tomar decisiones, aunque sea para escapar de su mentira; y Emilia acepta que para vivir en ese mundo debe ser más real, más de verdad, menos perfecta y teórica. Sólo cuando los personajes se mezclan y se comprenden, chocan y se desarman, comienzan a experimentar el cambio hacia la verdad.

Unos hablan de Invencible como un «viaje emocional» y otros como una «sátira social» en la que no sólo se ven los conflictos de clases y los efectos de una crisis económica que modifica los estados, sino los conflictos que tienen los personajes consigo mismos, con sus parejas, con sus vecinos y con la sociedad en general. Sin embargo, y ante todo, Invencible es una comedia que retrata las miserias del ser humano y las parejas en una época de crisis (las verdades ocultas, los celos, la culpa, el peso de la rutina, las incompatibilidades, los engaños, los prejuicios, los miedos y sufrimientos) y ofrece como única solución la comprensión del otro a través de las verdaderas emociones. «Tengo el corazón roto», le dirá Laura a Emilia justo antes del cierre de la obra, lenguaje que Emilia entiende y al que sólo puede responder con un abrazo. Es el abrazo de dos mujeres que se perdonan, de dos madres que se comprenden, pero sobre todo de dos seres humanos, de dos vidas y de dos parejas vacías por estar llenas: una, llena de superficialidad y ruido, y la otra, de teórica coherencia y silencio. Un final quizá demasiado rápido para el drama y quizá demasiado habitual en la comedia, pero un final, al fin y al cabo, tan humano como poético. El abrazo es el encuentro con la invencible verdad.

Rosana Llanos López es profesora especialista en teatro
rllanoslopez@hotmail.com