"Diente de león entre la hierba". Madera, PVC y vinilo adhesivo. 22 x 36 x 22 cm. 2021

Es un auténtico placer para los sentidos visitar «Jardines de tiempo» de Arancha Goyeneche en la Galería Llamazares de Gijón. Una muestra atractiva y singular que se presenta como una revisión de alguno de sus trabajos anteriores en convivencia con piezas actuales. Se agradece la apuesta por proyectos de estas características, más propios de espacios institucionales; pero la intención es clara, responde a un planteamiento que la comisaria del proyecto, Noemí Méndez, recoge en el texto de presentación, donde alude a alguna de las constantes estéticas de la autora, pero también a los cambios lógicos en su fértil trayectoria: “La muestra deja ver estos sutiles movimientos que parecen imperceptibles y de pronto nos trasladan a un panorama totalmente distinto. De este modo, con obras de la artista datadas hace más de dos décadas, observamos como la métrica, la luz, el tiempo y la naturaleza estaban ya en su trabajo y permanecen en las más actuales, con la misma técnica, la misma pincelada en su ya característica pintura expandida por medio de cintas adhesivas”.

Acertado análisis y original montaje expositivo en el que dialogan obras distantes en el tiempo, pero que mantienen rasgos esenciales e inconfundibles de la producción plástica de esta creadora. Ya en piezas como «Adentro-Afuera» de 2002 o en la hermosa serie de «Paisajes encontrados», advertimos alguna de sus características, como el interés por fundir distintas disciplinas y metodologías de trabajo, planteando el hecho creativo como una indagación constante, y convirtiendo a la fotografía en materia prima para buena parte de su obra, captando y registrando instantes vividos en plena naturaleza que, en ocasiones, integra directamente en sus proyectos, o que le sirven como registro de un momento, y luego traducirlo al lenguaje plástico.

Es con las obras de gran formato, realizadas hace dos décadas, con las que involucra y conmueve al espectador. Pertenecen a series muy elogiadas y premiadas en su momento, y que forman parte de colecciones nacionales de primer orden. En ellas, recurre a la repetición de una imagen fotográfica que funciona a manera de mancha pictórica, cubriendo el fondo como el pintor cubre la superficie del lienzo; sobre ellas adhiere con rigor matemático tiras de vinilo que aportan esos efectos vibrantes tan característicos. Son piezas que mantienen sutiles detalles figurativos referidos a árboles, troncos y ramas que quedan camuflados tras los efectos ópticos, cromáticos y lumínicos. El predominio de tonos ocres y amarillos añade connotaciones estacionales otoñales e invernales, y los grises y plateados trasladan a ambientes brumosos propios de nuestro paisaje norteño.

La obra de producción reciente, la que posee carácter volumétrico, está directamente relacionada con “El año que hay primavera”, poético proyecto desarrollado en el entorno del Museo de la Naturaleza en Carrejo, Cantabria, donde la artista integró de manera exquisita estas piezas de inspiración vegetal y de carácter pictórico-escultórico, en el entorno más adecuado para su exhibición. Destacan por su fuerza tridimensional, pinturas que han flanqueado los límites impuestos por el plano y el marco, y que responden a sus últimas indagaciones en torno a la pintura expandida. Y en cuyo desarrollo, ha llegado a liberarla de la pared para ocupar el espacio, como pudimos contemplar recientemente en «Pinturas con pedestal» en el Centro de Escultura, Museo Antón, en Candás.

Las piezas de esta serie que expone en la Galería Llamazares, poseen títulos que conectan con el despertar de la primavera y hablan desde la sencilla belleza de las flores silvestres, como «Prímulas» o «Diente de león entre la hierba». Son obras continuadoras de una larga tradición ligada a la representación de flores, que ya artistas de vanguardia como Georgia O´Keeffe o Piet Mondrian decidieron actualizar, y que en manos de nuestra creadora se han visto traducidas a un lenguaje abstracto muy personal, una geometría cromática de raíz constructivista.

Visitando «Jardines de tiempo» tenemos la oportunidad de admirar la enorme capacidad creativa de esta autora, y advertir como su propio entorno vital ha constituido y sigue constituyendo su principal fuente de inspiración. El tiempo ha fortalecido su relación con la naturaleza, y su respeto y amor hacia ella. Habla desde una experiencia inmersiva, extrayendo instantes y fragmentos que transforma en un sincero homenaje a la práctica pictórica y sus infinitas posibilidades. Nunca se distancia de la relación con la pintura y, aunque el pincel haya sido sustituido por el cúter, la fuerza del color, sus matices y densidades, están más presentes que nunca.

«Jardines de tiempo», Arancha Goyeneche
Galería Llamazares
c/ Instituto 23, Gijón
Hasta el 8 de diciembre de 2022

 

[Artículo publicado en La Nueva España el 1 de diciembre de 2022]

Santiago Martínez es profesor de Historia del Arte
saguazo@yahoo.es