Los días 6 y 7 de noviembre el director, creador, maestro y sobre todo mimo, José Piris, visitó Gijón, donde impartió el taller “Teatro del gesto y Cuerpo poético” y representó su espectáculo “Más allá de las palabras”. Durante su estancia en la ciudad hemos tenido la oportunidad de hablar con él.
Acabamos de ver “Más allá de las palabras” ¿Cuáles han sido sus impresiones?
Ha sido muy bonito, hemos hecho lo que hemos sentido. El espectáculo se ha ampliado unos quince minutos debido a la improvisación y a que el público estaba muy abierto al juego. Además, entre el público había alumnos del taller, y es diferente cuando actúas para un público que sabe valorar otros aspectos del espectáculo.
¿Se sentía más arropado o, por el contrario, trabajar delante de compañeros le añadió presión?
El actor mira los espectáculos desde otro lugar, tiene un ojo crítico que no es el mismo que el del público general. Pero era la ocasión para que los artistas pudieran ver la práctica de lo que habían estado estudiando. Es una oportunidad tanto para ellos como para mí de poder cerrar esa enseñanza.
Entre el público había familias con niños, ¿su espectáculo es para todos los públicos?
Hay números con mucha carga dramática, donde entramos en un territorio casi de thriller. Para un niño vivir esto en un espacio real puede ser duro, pero es un termómetro para entender la intensidad con la que se ven las cosas dentro del teatro. A veces, veía más el miedo de los padres por lo que se estaba planteando, que el de los niños. Me da pena idiotizar los espectáculos infantiles, hacerlos facilones, el niño es un ser muy inteligente que si sabes ordenar bien los elementos participa como un adulto en la puesta en escena.
¿Cree que todavía no se considera el mimo como teatro?
Sí, y eso es un cliché. Lo que sucede es que no se conoce el lenguaje del mimo, se han visto más mimos o payasos en una fiesta de animación que en un escenario. Muchos agentes, productores, representantes me han aconsejado cambiar la forma de vender y presentar el espectáculo, llamarlo Teatro Físico, o hablar del Teatro Gestual. Siempre me enfado mucho, porque creo que hay que reivindicar los conceptos, hay que reivindicar el mimo, no tienes por qué disfrazarlo de otra cosa, hay que defender el sentido y el valor de las palabras. Si no lo hacemos nosotros ¿quién lo va a hacer?
Este tipo de espectáculos ¿se programan de forma adecuada?
La programación muchas veces hace pensar que el mimo es algo ligero, pero de ligero tiene muy poco. Hay que saber hacerlo y entenderlo, jugamos en una liga dramáticamente alta. Aquí en Gijón es una suerte, porque los programadores son gente de teatro que entiende, y eso es lo que debería pasar en todos los sitios. Pero muchas veces las programaciones las llevan personas que no saben nada de teatro, y solo hablan de modismos. Yo lo noto, porque cuando trabajo con famosos no te preguntan si la función está bien o mal, dan por hecho que es un buen espectáculo.
¿Vale todo para llenar salas?
Los carteles llenan salas, ha pasado toda la vida. Tenemos que educar al público para que sepa acercarse al teatro, ver teatro y entenderlo. Esto puede ayudarnos mucho a hacer trascender los diferentes lenguajes artísticos que se llevan a escena.
¿Cómo es la recepción del público en España?
Al principio fue muy difícil encontrar un espacio y una atención, pero no me rendí. A través de lo que hago, la gente empieza a valorar lo que se ve en escena. Es muy importante ejercer. Estuve unos años sin subirme a los escenarios, y creo que fue un gran error. No subí porque no tenía nada que decir, pero luego me di cuenta de que hace falta hacer cosas para descubrir qué es lo que quieres contar.
¿Queda algo del José Piris “mimo” de hace treinta años?
No es lo mismo ser un actor con 20 que con 50 años, la energía es muy diferente. Sales a disfrutar, a entregar y a vivir en escena, y no tanto a querer ser visto o valorado, y eso es muy bello. Y lo consigues con el conocimiento de tu oficio, cuando la técnica está integrada y pasa a un segundo plano, lo que quieres es fluir en escena y hacer que ese momento sea especial.
Más allá de las palabras es un homenaje a su maestro Marcel Marceau, ¿Por qué ahora?
Estoy trabajando en un código de estilo que es el que Marceau utilizaba, lógicamente está revisitado por mí. Su poética está muy bien traída a la escena actual, y es la que intentó trasladar al público desde un lugar diferente. De alguna manera hay algo que compartimos. Hace poco un compañero y amigo, Carlos Varela, vino a ver la función. Salió muy emocionado y me dijo “¡Qué pena que nuestro maestro no te pueda ver ahora con 50 años, haciendo este trabajo!”
¿Cómo fue su relación con Marcel Marceau?
Cuando llegué a su escuela, Marceau me hizo la audición y me pidió que cogiera una flor imaginaria. Imaginé un diente de León. Sin saber nada, Marcel cogió la flor, soplo y sentí su aliento en el rostro mientras me decía: “Diente de León, ¿sabes que esa es la flor del que enseña, del que reparte las semillas?” Entonces, yo no entendí nada, era un chaval de 22 años que le miraba con cara de tonto, y añadió: “tienes los pies torcidos”. Eso sí lo entendí e intenté enderezar mis pies. Después de los años, cuando me volvía a España, él entendió que yo iba a buscar mi camino, y cuando me estaba yendo me dijo: “José, ya no tienes los pies torcidos”, y ahí estoy, caminando desde entonces.
¿Qué busca con sus espectáculos?
Me gusta que la gente pueda divertirse y emocionarse, que pueda trascender a través de lo que siente, y que lo haga, no tanto a través de mí, sino a través de este arte que tanto amo. Cuando entro en escena dejo de ser José Piris para ser un oficiante de un arte, y cuando aplauden no me aplauden a mí, aplauden al arte que predico, esto lo tengo claro, y por eso tal vez no soy famoso ni un instagrammer.
¿Hay algo, “Mas allá de las palabras”?
El teatro se inspira en la sociedad y en nuestra realidad, habla del mundo, y los artistas, cuando suben a escena, tienen algo que decir. Yo me considero un actor – creador, creo argumentos e historias y las propongo al público para que pueda reflexionar o cambiar. El trabajo de la escena inspira valentía y otras formas de entender la realidad, y lo hace a través de la comedia y del drama. Hacer que el mundo se mire al espejo en un escenario es una gran fortuna, y oportunidad para que sean felices y sobre todo más lúcidos.
Ana R. Martín es Estudiante de interpretación en la ESAD de Asturias
anamartin.escena@gmail.com