FOTO: MÓNICA DE JUAN

Cristina Valle presenta “K-cars” en The 451 Shop, muestra formada por una selección de piezas de pequeño formato que, a partir de instantáneas fotográficas de estos singulares vehículos japoneses, le ha permitido especular sobre algunos de los conceptos claves de la creación: la función y la forma. Durante la inauguración de la muestra, el pasado 3 de agosto, seguí atentamente sus explicaciones y comentarios sobre el sentido de este proyecto que, lógicamente, está engarzado con su formación como arquitecta y su intensa experiencia profesional en estos años. Su formación en Madrid se ha visto enriquecida tras su paso por diversos y prestigiosos estudios de arquitectura en México, Japón y Francia; es en París donde actualmente reside, y donde ha creado el estudio CRVTZN architects, además de trabajar para la editorial independiente Framed Editions.

En la presentación de “K-cars” advertí que uno de los intereses y preocupaciones de la creadora es el estudio y la profundización sobre el tema de la forma, concepto que ha desencadenado múltiples interrogantes en ella, desarrollando propuestas que desbordan los límites que, en Occidente, tienen la arquitectura y el diseño. Indaga en territorios ambiguos en los que encuentra la libertad creativa y la ruptura de las normas establecidas. En esta línea se hallan algunos de sus proyectos anteriores, como “Figura fondo = forma”, “Espacio, objeto, movimiento, trazo”, “Identificación del objeto, la identidad del contorno”, “Representación bidimensional de realidades tridimensionales”, “Forma, forma, el porqué de la forma” o “Las formas de las plantas industriales, la burbuja de gas”.

Este tipo de vehículos, los K-cars, son protagonistas y también el pretexto de la exposición, poseen unas características intrínsecas que, formalmente, les confieren singularidad, son de pequeño tamaño y estructura compacta, aspecto que va unido a normativas muy específicas y reducidos impuestos. No pasaron inadvertidos a la mirada escrutadora de la joven artista preocupada por la tiranía que “el rigor de la forma” ha venido imponiendo en la formación de los futuros profesionales del diseño y de la arquitectura en nuestro entorno, especialmente cuando se plantea la eterna pregunta ¿la función sigue a la forma o la forma a la función?. Este interrogante despierta en el espectador un interés dormido que los maestros del racionalismo habían establecido desde que, ya hace más de un siglo, Adolf Loos dijera que el ornamento era un delito o, poco después, Le Corbusier, que la casa era una máquina para habitar. Durante décadas los principios funcionalistas marcaron el comportamiento estético del mundo, tuvo que llegar Robert Venturi y, tras él, los deconstructivistas y la arquitectura High-Tech para replantear el tema.

El interés de la propuesta de Cristina Valle está en ir más allá de la mirada de Occidente, su atracción por la cultura japonesa está precisamente en poder desligarse de esta visión, impregnarse de otra manera de concebir las cosas. Sabemos que en Oriente, se valoran aspectos como la irregularidad o la imperfección, el rakú y la alfarería tradicional son buena prueba de ello, en dichas imperfecciones radica su belleza, son piezas singulares, únicas. Nuestro rigor constriñe, choca con esa manera natural de entender el mundo donde “lo amorfo” ocupa un espacio destacado de la creación. Hay en esta exposición unas piezas tridimensionales, unos recipientes, presentados a manera de bocetos, ideas o referentes, que manifiestan esa atractiva irregularidad surgida de la consideración de lo rugoso, lo natural y los valores táctiles, son obras embrionarias que han propiciado otras bidimensionales, trabajadas pictóricamente con pigmento negro y con resultados muy atractivos, donde advertimos la importancia concedida al gesto y las texturas, es en su sencillez orgánica donde se encuentra su atracción.

“K-cars” no es una exposición de modelos de coches, ni un canto al mundo automovilístico, es una reflexión sobre el porqué de las formas. La carcasa de los vehículos elegidos, su rotundidad volumétrica, propician en la autora una intervención pictórica a partir de fotografías realizadas durante los dos años que vivió en Tokio, de esta manera, aísla y descontextualiza cada imagen subrayando su singularidad. En el texto de presentación, Cristina Valle dice “lo que me interesa enormemente es lo que ocurre cuando las formas que asumimos como habituales se modifican. Entonces surgen interrogantes, se convierten en elementos intrigantes, se generan incertidumbres y uno se pregunta por qué o para qué”.

En este discurso se debate la muestra que podemos contemplar en el espacio 451, no sólo despierta nuestro interés interrogándonos sobre las cuestiones que se plantean, los resultados plásticos son lo suficientemente interesantes como para preguntarnos, como se pregunta la autora, ¿cómo de atractiva es la forma en sí misma cuando nos centramos en un puro interés estético?.

Releyendo La aventura creativa de André Ricard, el diseñador comenta que el ser humano posee la capacidad de crear porque, además de su racionalidad, tiene también una afectividad que le permite captar aquello que escapa a su razón, señalando una conocida frase de Henri Bergson: “hay cosas que sólo la inteligencia es capaz de buscar, pero que, por sí misma, jamás hallará. Estas cosas sólo el instinto las hallaría; pero jamás las buscará”.

“K-cars”
Cristina Valle
The 451 Shop, calle Mon 26, Oviedo
Hasta el 30 de septiembre 2019


Santiago Martínez
 es profesor de Historia del Arte
saguazo@yahoo.es