Colocamos una palabra allí donde comienza nuestra ignorancia, donde ya no vemos más allá. No lo digo yo (no doy para tanto), lo dice J. Banville, Premio Príncipe de Asturias y futuro Nobel de Literatura, ya lo verán. Con la fotografía puede suceder algo similar: acota, captura, crea márgenes en el espacio y en el tiempo, y sin embargo… Sin embargo, las fotos expuestas bajo el sugerente nombre de “Ampliación Del Territorio” (un juego de palabras inspirado en el título de dos novelas del autor francés Houllebecq) son una invitación a la ensoñación.
Los paisajes que Kela Coto expone en la Sala 1 del Antiguo Instituto de Gijón durante todo el mes de Marzo consiguen que el espectador abandone la cuestión clásica de “¿qué coño es lo que estoy viendo?” (un granero, un muelle de carga, una estación industrial…) para observar con fuerza (y cierta inquietud) un nuevo horizonte. La cámara de Kela busca (y encuentra) una ampliación del paisaje contemporáneo para situarlo en el terreno de lo emocional. Del mismo modo que la poesía puede hacernos redescubrir el lenguaje, esta serie de fotografías nos invitan a observar el mundo de un modo más intuitivo. En palabras de Kela, la exposición se fija “en el territorio que habitamos, fuertemente industrializado. La palabra Territorio le da una connotación de propiedad, de manipulación, de transformación, que me interesa. Ampliación responde al hecho de que dicha manipulación crea espacios nuevos que pueden ser interesantes si los abordamos desde otro punto de vista. Lo industrial se convierte aquí en el escenario perfecto para una película de ciencia ficción”.
La fotógrafa y periodista, afincada en Gijón, logra crear un fuerte impacto en el espectador con una seria de fotografías que son pura narración; el éxito de “Ampliación Del Territorio” reside, en gran medida, en la selección de unas localizaciones flipantes pero también en el trabajo de laboratorio que hay detrás: “Trabajo con película analógica de medio formato, la cual revelo y escaneo para generar un archivo digital que uso para hacer las copias. No invierto mucho tiempo en el proceso digital, pero sí en el escaneo, que es lo más complicado, para conseguir el tono y el contraste que quiero”. Las fotos resultan tan marcianas que uno no puede dejar de preguntarse si hay manipulación digital detrás. “No manipulo las fotos en Photoshop: todas las decisiones las hago en la toma fotográfica”, nos responde Kela. “El negativo es igual a la copia en papel. Mi acercamiento es documental pero mi interés ficcional, busco que el espectador cuestione si lo que está viendo es real o no. Y sí, es real, pero es que la fotografía no es ‘la realidad’. Y esa es precisamente la base sobre la que trabajo: lo escenográfico de la realidad”.
Sin duda, ahí es donde habita la gran belleza de esta brillante exposición, en la capacidad de Kela Coto para captar con su objetivo la fantasía y el misterio ocultos bajo la cotidianidad de un paisaje industrial sencillamente redescubierto.
Dani Permuy es colaborador de LaEscena