Entre los años 1937 y 1952 cientos de militantes republicanos asturianos se lanzaron al monte para salvar la vida y seguir resistiendo contra el franquismo. Muchos de ellos fueron asesinados en bosques, cuadras, cuevas y carreteras. Un pequeño equipo de rodaje recorre Asturias en el año 2014 buscando los lugares donde se desarrollaron las principales emboscadas contra la guerrilla. En ese viaje se van encontrando con muchas personas que comparten con ellos los recuerdos que tienen de aquel tiempo y de aquellos sucesos. Recuerdos en formas de palabra que demuestran que pueden convertirse en excelentes armas contra el olvido, algo que sabe y reivindica desde hace años Ramón Lluis Bande.
El director retoma su propuesta de abordar la memoria histórica desde un cine no reconciliado, un cine que se propone mantener viva una esperanza de reparación que no llega desde quien tiene que prestarla. “El nome de los árboles”, toma el testigo a “Equí y n´otru tiempo”, la película ganadora del Premio Fipresci en la pasada edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla, cuyo galardón otorga la Federación Internacional de Críticos Cinematográficos. Y lo hace, convirtiéndose en su alter ego, en la otra cara de la misma historia. Bande avanza en los espacios del olvido con los que construyó “Equí y n´otru teimpo”, todo un “monumento cinematográfico” a la guerrilla asturiana en el que la palabra solo aparecía al principio y al final, dejando el protagonismo a las imágenes y los silencios de los espacios donde fueron asesinados los guerrilleros.
El documental continúa reflexionando sobre la memoria política de la izquierda asturiana, en concreto el trabajo de la izquierda comunista durante el franquismo y la Transición, una línea argumental que ha centrado el grueso de su filmografía durante la última década. Aquí utiliza la memoria oral como carta de presentación de una rigurosa investigación de varios crímenes de “fugaos”. Y lo hace gracias al testimonio de testigos cuyos recuerdos están a punto de desaparecer. Quienes vean el documental escucharán a las personas de cada pueblo hablando sobre el asesinato sin castigar de sus vecinos. En el estreno mundial de documental en el Festival de Sevilla, Ramón Luis Bande insistió en la obligación de describir sus muertes como crímenes porque “la película demuestra que hubo, durante el franquismo, una campaña de exterminio contra estas gentes”.

El documental arroja luz a una parte de la historia reciente aún en sombras que solo el cine es capaz de desenterrar y parece tener vida propia, exigiendo al director su visión en salas cinematográficas. Y es que no hay que olvidar que el material estaba planteado como material de trabajo, un trabajo de campo necesario para la realización de “Equí y n´otru tiempu”. Bande descubrió que esas imágenes eran un documento urgente de un acto político radical y se han convertido en una reivindicación de la historia oral, “de la memoria tal y como resiste de manera natural en la gente, lejos de construcciones institucionales”. Desde la realización de “Extratexa”, el director trabaja un compromiso radical con el desarrollo de una mirada cinematográfica rigurosa, afirmando que busca en los límites de un cine no reconciliado (ni en lo político, ni en lo industrial), su manera natural de expresión y comunicación con los demás.
La labor detectivesca a la que se ha lanzado, buscando información sobre el asesinato de fugaos en el monte, se termina convirtiendo en una parte imprescindible de nuestra historia. Algo que los espectadores debemos agradecer al cine de Bande, nada utópico, sino que explora la realidad para discutirla. Hace tiempo que dijo que “un. país sin cine documental es como una familia sin álbum de fotografías”. Así que aprovechen la ocasión para comprobarlo en el Niemeyer y sumense a la lista de espectadores que ya la visto en los Festivales de Sevilla (SEFF), Santiago de Compostela (Cineuropa) Lima (Transcinema), en Cineteca Madrid o en Mieres. Y no crean que todo va a ser tristeza en esa historia de perdedores, en la que laten las heridas históricas, políticas y presentes de un país. También hay tiempo para la ironía, la sonrisa y la socarronería, algo tan asturiano como los bosques, en los que los árboles tienen nombre, al igual que los fugaos asesinados durante la dictadura franquista.
Página de Facebook de El nombre de los árboles
José Antonio Vega es colaborador de LaEscena
@joseanvega64