Premiados y jurados de la edición 2017 del FICX tras la finalización de la gala final / FOTO: FICX

Había interés y cierto morbo en torno al palmarés de la 55 edición del Festival Internacional de Cine de Gijón, un certamen que afrontaba este año varios cambios en relación a pasadas ediciones. El primero, la asunción del timón por parte de Alejandro Díaz Castaño, curtido en el arte de programar, ya que venía de asumir esa responsabilidad durante cinco años en el Festival de Sevilla, tras haber comenzado, precisamente en el FICX. El segundo cambio, necesario pero arriesgado, era el cambio de sedes trasladando una parte importante de la programación a los cines Yelmo en La Calzada. Los dos cambios han resultado positivos, evidenciado visualmente en salas repletas de público, un buen síntoma de que la renovación ha sentado bien al evento y a la ciudad.

Estrenos mundiales y nacionales, además de la recuperación de clásicos imposibles de ver en pantalla eran suficiente aliciente para lanzarse a un alocado maratón de nueve días sin pensar en un 25 de noviembre en el que se entregarían los premios en el Teatro Jovellanos. Nueve días en los que los jurados de las diferentes secciones deberían decantarse por las producciones más destacadas del año. Con lógica, el más esperado era el de la Sección Oficial con quince largometrajes en competición. El jurado, presidido por el cineasta norteamericano Whit Stillman, optó por aplicar la fórmula del IPC, un palmarés Inédito, Periférico y Consensuado. Inédito, porque el premio al mejor largometraje fue para “En attendant les barbares” de Eugène Green, cuyo estreno mundial se produjo en Gijón. Periférico, porque los galardones viajaron a países como Georgia, Bulgaria o Corea de Sur. Y consensuado, como confesó el propio Stillman en la rueda de prensa que anunció el Palmarés.

Ese “necesario” consenso se intuye en la lista de premios, en la que evidencia el choque entre defensores de una factura clásica y otra renovadora. En esa confrontación seguro que estaban “Scary mother”, “Lucky” y “En attendant les hirondelles”. Y como no habría unanimidad, optaron por una película con la que se identificaba todo el jurado. Así que la tapada resultó ser la radical propuesta de Eugène Green, centrada en la fuerza de la palabra y con la sutileza humorística habitual en su cine. En el fondo, el reconocimiento y espaldarazo a una forma de hacer cine desde las trincheras, con escasos recursos y centrado en los sentimientos y el entendimiento como antídoto a los barbaros tiempos en los que vivimos. Una película necesaria y resistente, pero que no caló en una parte importante del público.

Es fácil pensar que una vez decidido el gran galardón, el resto de la tarta se repartiera entre tres o cuatro producciones. Si nos ceñimos al número de premios, la ganadora moral ha sido “Scary mother” porque Ana Urushadze se llevó el reconocimiento a la mejor dirección, además de la dirección de fotografía y el Premio del Jurado Joven, que no se dejó seducir por películas aparentemente más cercanas a sus gustos e inquietudes generacionales. “En attendant les hirondelles” se llevó el Premio Especial y el “Gil Parrondo” a la mejor dirección artística. La película, dirigida por Karim Moussaoui, hace una radiografía de la sociedad argelina en tres relatos, que se balancean entre la esperanza y la melancólica ansiedad de la vida desvanecida, del tiempo estancado, principal protagonista de la película. La película favorita del público no se fue de vacío, porque Harry Dean Stanton recibió el premio al mejor actor, un póstumo reconocimiento por su papel en “Lucky” dirigida por el también actor John Carroll Lynch. En su último papel en pantalla, Stanton, emprende un viaje de auto exploración, dirigiéndose hacia una inalcanzable iluminación. Y lo hace cantando, y bien, incorporándose a una banda sonora que fue premiada. El premio a la mejor actriz fue para Kim Min-hee actriz fetiche del coreano Hong Sang-soo. Reconocida también en el Festival de Berlín, interpreta a una actriz desnortada, personal y profesionalmente, todo un ejercicio de cine dentro del cine y que suena a mutua autobiografía. La última película reconocida en el Palmarés fue la búlgara “Destinos” destacada como mejor guión, coescrito por Simeón Ventisislavov y Sthhephan Komandarev, director de la cinta. La historia termina siendo un espejo de la Bulgaria actual, con sus traumas, idiosincrasias y paradojas a través de varios viajes en taxi.

La categoría de cortometrajes destacó el trabajo del colombiano Camilo Restrepo en “La bouche” una fábula sobre los efectos del colonialismo en una familia. El jurado FIPRESCI de Rellumes se decantó por la ópera prima del italiano Dario Albertini. Su “Manuel” se centra en un joven atormentado, pero tenaz en lo que se embarca, como la literal salvación de su madre. Este jurado destacó también la dirección de Ben Russell por el impresionante uso del sonido y la imagen en su inmersión al mundo minero de “Good Luck”. Y el jurado de Cine Español lo tuvo claro y apostó por “Lo que dirán” que se llevó el premio a la mejor película y dirección para Nila Nuñez. La película, incluida en Rellumes, es una reflexión en primera persona de dos jóvenes musulmanas españolas. Y el guión recayó en “La vida lluire” del veterano Marc Recha.

En el apartado asturiano, Teresa Marcos se alzó con el merecido reconocimiento a su largometraje “En modo silencio, una visual acta de defunción del modo de vida en las comarcas mineras y David Pérez Sañudo el premio al mejor cortometraje por “Aprieta pero no ahoga”.

Jose Antonio Vega es colaborador de laEscena
@joseanvega64