Una obra de atmósfera y plasticidad cautivadora. Cuarenta y ocho caracteres sirven para describir la nueva película del director francés, cuya filmografía incluye títulos como Le Pornographe, L´Apollonide o Saint Laurent. La representación de la belleza vuelve a constituir un poderoso hilo que atraviesa la historia de un grupo de jóvenes que ponen bombas en París como acto de rebeldía. De hecho el asalto violento de la cuidad se presenta como una elaborada y equilibrada coreografía en estaciones de metro y en las calles y edificios de la capital francesa.

Con esta arriesgada propuesta, Bonello llegó a San Sebastián para presentar Nocturama, en la sección oficial del Festival, tras su paso por el Festival de Toronto la pasada semana. En la rueda de prensa posterior al primer pase estuvo acompañado por los productores del filme Edwared Weil, Alice Girard y Cristoph Friedel. Y la polémica saltó ya en la primera pregunta al hacer referencia a su ausencia en la pasada edición del Festival de Cannes y la censura en otros festivales por el tema que trata. El director intentó zanjar la polémica porque «no puedo responder en nombre del festival francés» y recordó que estaba en un gran festival, así que no entendía esa pretendida censura. «No quiero posicionarme, ni lanzar mensajes, sino mostrar la ambigüedad de nuestra sociedad», poniendo en imágenes el sentimiento general que tenía sobre la tensión que podía sentir en Francia. Por eso la historia «no tiene nada que ver con el terrorismo del ISIS que ha atacado Francia en los últimos meses». Al contrario, los atentados son cometidos por un grupo de jóvenes de diferentes extractos sociales que » no son terroristas, sino personas que lanzan una llamada de atención para que se les oiga».

Los protagonistas llegan a una situación límite, en la que estallan exagerada y violentamente, «buscando la insurrección, más que la revolución, creando cierta ambigüedad que termina siendo una reflexión sobre la ambigüedad del mundo en el que vivimos». Y remató el bloque de preguntas indicando que «la idea de crear terror para provocar algo proviene del nacimiento del Estado». existe desde que existe el Estado casi».

laescena_bonello2

Bertrand Bonello señaló que comenzó a escribir la historia en el año 2010 «como una auténtica necesidad de expresarme y deseaba hacerlo con un gesto tan fuerte como lo hacen los jóvenes que protagonizan la cinta, entre dieciocho y veintidós años». Unos jóvenes actores que salieron de un largo casting, provenientes de grupos activistas y movimientos politizados, y que «no tuvieron dificultad alguna para entender el guión y aceptar la película tal cual».

LaEscena intervino en la rueda de prensa y preguntó al otro Bonelllo, al compositor de sus bandas sonoras. Y le recordó su presencia en Gijón cinco años atrás cuando dijo que «la música es mi mundo». Bonello asintió y confesó que seguía siendo así, porque trabaja la música desde antes de aprender a leer, «ya que e más instintiva e intuitiva que la realización de cine». Como en sus anteriores producciones, la música fue surgiendo al mismo tiempo que el guión porque tiene «un efecto narrativo, igual que los diálogos». Y siguiendo al estela de anteriores proyectos, también ha incluido otras composiciones externas como «Call me» de Blondie, la sintonía de la serie «Los Persuasores» protagonizada por Roger Moore o una versión femenina del «My way» de Frank Sinatra.

Bonello recomendó a los periodistas dedicar «un poco de tiempo para digerir la película» y les animó a huir de polémicas, porque «los que tienen más problemas son los que no la han visto».

Jose Antonio Vega es colaborador de laEscena
@joseanvega64