Extrañé
lo familiar
de su rostro.
La misma
clase
de
extrañeza
que si
tienes
por
primera
vez
en tu
mano
un arma:
una pistola,
una carta,
un puñal.
Volví
a
fijarme
en
su cara
de
niña,
pues
siempre
será
una niña,
independientemente
de que
el tiempo
pase.
Volví
a
fijarme,
ya digo,
y vi
los límites,
las excepciones,
lo azaroso
y
la terrible
combinación
de
lo deseable
y
lo inevitable.
Fernando Menéndez es escritor
@Fercantona