En mitad de la canción “Beginnings” de Chicago editada en 1969 se escucha “mayormente estoy en silencio”. En mitad de la película georgiana del mismo título, su protagonista aparece en silencio, durante más de siete minutos, en un determinante primer plano del que se habló desde el primer pase y que el variopinto jurado ha elevado al Olimpo de premiados, otorgándole cuatro distinciones, algo nada nada habitual en la historia del festival donostiarra.  La película “comienza” su recorrido con la Concha de Oro a la mejor película, la mejor dirección, el mejor guión y la mejor interpretación femenina.  Un claro reconocimiento a una película cargada de belleza estética en la que penetran secuencias horribles.

Todo un logro para una primera obra que llegó a la ciudad como la más desconocida y modesta de la sección oficial y se va con la sensación de convertirse en la película de 2020, ya que también acaba de recibir el premio FIPRESCI en el Festival de Toronto.

La directora Dea Kulumbegashvili dijo en la rueda de prensa que la rabia que transmite su historia le llegó en el proceso de escritura del guion y quería que la “gente mirara a la mujer protagonista de una manera no convencional”. Y bien que lo consigue, porque Ia Sukhitashvili interpreta a la esposa de un pastor de una comunidad de Testigos de Jehová, que en otra dirección ocuparía un lugar secundario.  La protagonista vive en un territorio en el que el  bien y el mal se entremezclan, porque “el mundo es una unidad y las escenas de extrema violencia se producen en un idílico paisaje”.  Su interpretación se llevó la Concha de Plata que también se merecía Romina Escobar, por dar vida a la madre silenciosa  en “Nosotros nunca moriremos” viajando  con su hijo menor a tramitar el entierro de su otro hijo en el sur de Argentina.

El Premio Especial de Jurado suena al habitual pacto entre los miembros de jurado para que todas las sensibilidades queden reflejadas en el palmarés. Si no, De otra manera no se explica que el galardón recaiga en “Crock od gold” el documental de Julien Temple sobre la figura de Shan MacGowan, cantante del grupo The Pogues.  El británico vuelve a introducir su cámara en el mundo de la música, pero no aporta ninguna novedad a las aportadas en cintas como “La mugre y la furia”. Puestos a dar premio, habría que destacar las certeras, ácidas y tristes declaraciones del cantante irlandés. Pero el premio masculino recayó en la interpretación coral de los cuatros profesores de instituto que deciden apuntarse a un experimento para ir a trabajar “ligeramente” borrachos. En manos del escandinavo Thomas Vinterbeg (Celebración, La caza) la película lanza imputs para que los espectadores reflexionen sobre la corrección política intergeneracional. Mads Mikkelsen, protagonista habitual de la filmografía del director, comparte tragos con Thomas Bo Larsen, Magnus Millang y Lars Ranthe.

 

El reconocimiento a la fotografía recayó en Yuta Tsukinaga, responsable de la correcta producción japonesa Nakuko Wa Ineega, pero para la mayoría de la critica la lituana “Sutemuse” merecía el premio, porque el frio de los bosque se pegaba literalmente en la butaca de las salas.

Los galardones en el resto de categorías tienen tres elementos en común: la modesta producción, los silencios y la visión de mujeres al frente de la dirección. El premio Nuevos Directores se lo llevó Isabel Lamberti por “La última primavera”, un encuentro con la familia Gabarre Mendoza, que vive en la Cañada Real de Madrid,en una casa que será derruida en breve.  Lamberti sigue construyendo un cine híbrido, entre realidad y ficción, que ya fue premiado en el 2015  con su cortometraje “Volando voy”. El Premio Zabaltegi-Tabakalera  viajó a nuestro vecino país de la mano de Catarina Vasconcelos y su “Metamorfosis de los pájaros”, un documental autobiográfico lleno de poética.

El Premio Otras Miradas de RTVE recayó en “Never, rarely, sometimes, always” de Eliza Hittman, reafirmando que la dura road movie  de una adolescente en busca de una clínica para abortar estará entre las mejores de 2002, tras ganar los Premios Especiales en Sundance y Berlín.

Horizontes Latinos destacó “Sin señas particulares” de Fernanda Valadez que ofrece una visión original sobre una pertubadora búsqueda familiar a lo largo del estado mexicano  y que venía avalada por el premio del público en Sundance.

La canción de Chicago comenta “el comienzo de lo que quiero sentir para siempre”, que trasladado  a nuestros día sería la vuelta a las salas de cine. Algo que ansiaban con ganas el equipo del Festival y el público asistente y que han superado con nota, salvo Eugene Green que fue expulsado por negarse a llevar mascarilla en la presentación de su película. Reprochable actitud corregida por Viggo Mortensen, Premio Donostia, que acertó con su reflexión final “el cine es tan seguro como mi casa, más que andar por la calle, y por supuesto, más que un bar o una terraza”. Así que nos veremos en la edición de 2021.


Jose Antonio Vega
 es colaborador de laEscena
@joseanvega64