S.T., grafito/papel, 38x57 cm., 2016

“Encontraré la imagen de mi corazón en las sombras o Aquí”
Friedrich Hölderlin

Comentar una exposición de Guillermo Pérez Villalta (Tarifa, 1948) es un buen pretexto para hablar de Arte con mayúsculas. Agradezco la oportunidad que nos brinda la galería Gema Llamazares al ofrecernos estos días “La sombra de la idea”, una exposición con 35 dibujos que ya, desde su título, posee connotaciones y estímulos suficientes para animarnos a visitar el espacio expositivo y contemplar esta excelente selección de obras que resumen parte de su producción de los últimos años.

Recurrí en alguna ocasión al mundo de las sombras para hablar de arte, fue a través del poeta y dramaturgo alemán Friedrich Hölderlin y del sentido mágico y propiciatorio de la buena sombra. Hay algo de aquel espíritu romántico en el planteamiento de esta muestra al considerar el dibujo como germinador de ideas, como escritura del pensamiento, pero sobre todo al verlo como obra de arte en sí, como el mejor aliado del artista para captar sensaciones e ideas. Es interesante la esencia contenida en este proyecto comisariado por Óscar Alonso Molina que ya, en su texto de presentación, destaca el interés de estos dibujos evidenciando la capacidad del artista para construir mundos imaginarios capaces de fundir el pasado con el presente.

Conocemos el papel que ha cumplido y sigue cumpliendo el trabajo creativo de Pérez Villalta en el panorama artístico nacional. Podemos rememorar la época en la que, junto a Alfonso Albacete, Chema Cobo y Manolo Quejido, apostó por una estética neofigurativa extraña a los cánones marcados por el informalismo, abriendo vías a otras maneras de ver el arte en nuestro país. Para aquellos que desconocen la importancia de Pérez Villalta en los años 70 y 80, recomiendo la entrevista que Paloma Chamorro le realizó en 1983 en su programa “La Edad de Oro” complementándola con el catálogo de la muestra Los Esquizos de Madrid. Figuración madrileña de los 70, organizada en 2009 en el Centro de Arte Reina Sofía. Para descubrir el pensamiento y la actualidad del artista también es interesante la entrevista Guillermo Pérez Villalta: “He sido un apestado y sigo siendo un apestado dentro de la modernidad”, que recientemente le ha realizado Fran G. Matute para la revista Jot Down. En ella nos encontramos ante un creador que ha cargado de contenido intelectual cada una de sus propuestas y que nos habla -desde una mordaz sensibilidad- de una actualidad plástica en la que el desconocimiento y la frivolidad campan a sus anchas.

Comenta Alonso Molina en el texto introductorio de la muestra, que en Pérez Villalta “la geometría late por debajo de la variedad de formas caprichosas de una naturaleza, una arquitectura y una humanidad tras la que no puede esconderse del todo cierto deje melancólico…”, resumiendo con estas palabras sus intereses y obsesiones que, en buena medida, proceden de su amplio bagaje intelectual y estético. Su obra siempre se ha caracterizado por una inconfundible impronta figurativa, repleta de connotaciones alegóricas. Junto a la representación directa de sus imágenes, detallada y narrativa, existe una complejidad en el discurso que, a veces, nos desborda y desconcierta. La carga conceptual y simbólica requiere del espectador un posicionamiento y una implicación, pero también una indagación en el mundo del conocimiento histórico, de la filosofía, de la iconografía y otras muchas disciplinas en las que el artista se desenvuelve con soltura. Como un manierista contemporáneo, en él perdura la esencia de Pontormo, Bronzino y Parmigianino, pero también la transvanguardia italiana de Enzo Cucchi, Sandro Chia, Mimmo Paladino y Francesco Clemente. Su eclecticismo es tan rico y repleto de matices que, desde mi punto de vista, es uno de los artistas más completos del panorama nacional.

S.T., acuarela/papel, 41X31 cm. 2013

 

“La sombra de la idea” es un claro ejemplo de cómo el dibujo se vale por sí mismo para transmitir algunos de los ingredientes necesarios en una obra de arte: calidad y variedad técnica –aguada, sanguina, grafito, acuarela- y una belleza que arrastra hacia lo transcendente. Dice el artista: “me niego a no pintar, así que empiezo a tirar una línea que diverge de la ortodoxia” y, ciertamente, sus propuestas destacan por la pluralidad de enfoques, por la riqueza ilimitada de matices y por el distanciamiento de las formulas establecidas.

Su visión apasionada e intelectual de la vida y del arte encuentran su justa medida en el rigor del grafito y es, en esa fuerza contenida, que se muestra en las obras de los últimos años (imagen de portada e imágenes 1-3) donde su trabajo tiene ciertos paralelismos con la quietud metafísica de Giorgio de Chirico y Giorgio Morandi. En algunos dibujos la fusión entre diversas estructuras arquitectónicas se ve enriquecida con escenas que nos trasladan hasta algún acontecimiento del pasado antiguo; todo el clasicismo está aquí, desde la perspectiva quattrocentista hasta las propuestas visionarias de Boullée y Ledoux, incluso Piranesi con su cuaderno de viaje (imágenes 4-6).

Hay obras singulares, mis preferidas (imágenes 7-9), en las que el rigor de la perspectiva se desvanece en favor de caprichosas formas, construcciones que parecen germinadas, creciendo desde la tierra, paisajes biomórficos, atractivos e inquietantes, cercanos a aquellos mundos de Jean Arp cuando decía no pretender copiar la naturaleza, ni reproducirla: “quiero crear como las plantas producen sus frutos”. Esta es otra de las vías de creación de Pérez Villalta, la que los surrealistas abrieron para permitir que incluso la naturaleza abrazara como propio el arte, como una más de sus semillas, así es el enigmático jardín de Xilitla creado por Edward James y que estos dibujos me traen a la memoria.

Y por último, no puede pasar inadvertida la serie de dibujos que tienen como protagonistas a los simios (imágenes 10-11). Frente al aspecto desnudo y aséptico del entorno deambulan con naturalidad, introduciendo una extraña e inquietante sensación de irrealidad. Lo racional y lo animal parecen convivir en armonía. Los monos actúan y nos contemplan extrañados como aquellos “Dos monos encadenados” de Pieter Brueghel el Viejo que inician una exótica e irónica tradición flamenca que culminará en las pequeñas tablas dedicada a los monos de David Teniers, entre la que destaca “Mono pintor”, una sátira que juega con la ambivalencia de la naturaleza animal del ser humano.

La complejidad de los dibujos de Guillermo Pérez Villalta -su belleza y originalidad- no sólo despierta interrogantes en el espectador sobre el significado profundo de sus obras, desencadena infinidad de asociaciones estéticas, activando nuestra imaginación. El artista comenta que el dibujo ha sido una salvación a lo largo de su vida que, desde su juventud, advirtió que podía representar y, de algún modo, poseer aquello que se imaginaba o deseaba, gracias a un simple lápiz.

Es quizá por ello que “La sombra de la idea” me trajo a la memoria a Hölderlin, su poesía, como el dibujo de Pérez Villalta y como la vida misma, se encuentran en un punto indefinido, un lugar en la penumbra, en las sombras, donde es posible que se encuentre lo auténtico y lo verdadero.

Galería Gema Llamazares
Calle Instituto 23, Gijón
Hasta el 28 de agosto


Santiago Martínez
 es profesor de Historia del Arte
saguazo@yahoo.es