Obra de la exposición "La vida imaginada" de Federico Granell

El origen del proyecto de Federico Granell para Granada Gallery (Buenos Aires, Argentina) está en una serie de imágenes rescatadas de un álbum familiar en el que Giulio, nacido en 1936, y su hermano Luciano, nacido un año después, son los protagonistas y el eje central de la historia.

El relato imaginario construido parte de un objeto encontrado, descontextualizado y cuyo significado originario se ha perdido: un álbum de fotografías familiar localizado en un anticuario de la ciudad de Roma. El proceso creativo sigue los mismos pasos que el primer proyecto de La vida imaginada, exhibido en una galería española y otra francesa y que, emplazado en la Alemania del año 1936, estaba protagonizado por un niño llamado Hans. En él se retrataba la historia de una familia burguesa en diferentes situaciones cotidianas a partir de las cuales no se adivinaba el complicado momento histórico que atravesaba el país: período de entreguerras, clima prebélico, Hitler y el Tercer Reich, nacionalsocialismo, antisemitismo y los Juegos Olímpicos de Berlín filmados por Leni Riefenstahl. Ahora, el contexto aportado por las indicaciones del álbum, es la Roma que abarcó los años entre 1936 y 1944: Mussolini, la Segunda Guerra mundial, la firma del pacto del Eje Roma-Berlín, la ocupación nazi de la ciudad y el movimiento del neorrealismo italiano.

Al igual que en el álbum alemán, en el romano los huecos dejados por las fotografías ausentes son sustituidos por dibujos a tinta que constituyen la puesta en escena de una biografía imaginada, de una vida de ficción con arraigo en una realidad interpretada a partir de las escasa pautas que proporciona el objeto encontrado: nombres, fechas, localizaciones de los espacios de la ciudad de Roma en las que se realizaron las fotografías y que son reconocibles gracias a edificios, jardines y otros elementos. Pero, además de por la capital italiana, el pintor también hace viajar a Giulio & Luciano por Venecia, Florencia, Pompeya, Paestum, Nápoles…

Federico Granell aborda el arte como un acto de rebeldía contra el olvido. La vida ficticia de esta familia italiana de La vida imaginada obliga al espectador a reflexionar sobre el recuerdo, la nostalgia y el tempus fugit. A propósito de esta exposición en la argentina Granada Gallery, dialogamos con Granell acerca del proyecto, de sus influencias y de cómo afronta el proceso creativo.

[Natalia Alonso Arduengo] El empleo del objet trouvé u objeto encontrado se remonta a los años de las vanguardias históricas, cuando grandes figuras de movimientos como el Surrealismo o el Dadá los introdujeron es sus obras. Los objetos encontrados constituyen un hilo conductor en tu trabajo. Relojes, postales, piezas de vajillas antiguas… que descubres por azar en los mercadillos funcionan como motor de tu engranaje creativo, a veces incorporados a las obras y, en otras ocasiones, fuera de ellas a nivel objetual pero muy arraigados a nivel simbólico y conceptual. ¿Qué remueven estos objets trouvés en tu interior para que ocupen un lugar tan importante dentro de tu proceso artístico?

[Federico Granell] Me gusta la manera de trabajar de Christian Boltanski para crear su obra, podría ser un referente. Pero en mi método de trabajo, que intento variar para no acabar siendo repetitivo, me dejo llevar por lo sentimental. No me gusta descontextualizar esos objetos a lo Duchamp, prefiero dotarlos de vida y de un nuevo sentido para expresarme a través de ellos. Rescatar algo que está a punto de perderse.

[Natalia Alonso Arduengo] El álbum que se convirtió en la esencia de La vida imaginada estaba vacío, sin los recuerdos que le dieron origen. Cuando comenzaste a dotarlo de nuevo aliento a través de los pequeños dibujos a tinta tomaste como fuente de inspiración varias fotografías antiguas. ¿Siguiendo una noción de Roland Barthes, cuál fue el punctum que encontraste en las instantáneas que hizo que seleccionases unas imágenes y no otras para este proyecto?

[Federico Granell]Yo llevaba tiempo seleccionado imágenes en mercadillos y ferias de antigüedades. Los miraba con mucha atención, buscando los que tuvieran algo que decirme, los que me transmitieran más cosas y que por alguna razón conectasen con mi obra.

[Natalia Alonso Arduengo] Al igual que caminar por los mercadillos se ha convertido para ti en una auténtica práctica artística previa al proceso de ejecución de una pintura o de una escultura, la música juega otro papel definitorio. Entendida como escucha atenta y no como mera distracción auditiva, la música la sientes, la vives, te inspiras en los títulos de las canciones o en las letras de las mismas analizadas al milímetro. ¿Algún día incluirás música o una pieza sonora en un proyecto expositivo?

[Federico Granell] Es verdad, la música te transporta a otro estado, te eleva. Me acuerdo que mientras comentábamos el texto de la exposición te mandé la letra de Afterlife de Arcade Fire, que para mí tenía mucho que ver con todo el concepto que quería representar. Supongo que en el futuro haré más cosas conectadas con la música, porque es un tema inagotable. Aunque ya en un vídeo para la exposición MMVII de la sala Borrón de Oviedo incluí una colaboración musical con mi amigo Alfredo Diego.

[Natalia Alonso Arduengo] El pequeño Hans era el protagonista de La vida imaginada en Alemania y, ahora, son de nuevo niños, Giulio & Luciano, los ejes centrales del proyecto italiano. La infancia es un periodo ingenuo, desinhibido, no mediatizado por los convencionalismos que guían la vida adulta. ¿Es más fácil dejar volar la imaginación cuando se toma como punto de referencia la figura de un niño?

[Federico Granell] Supongo que sí. Me gustan las películas en las que los niños son protagonistas en un mundo de adultos: Amarcord, Léolo, Berlín Año Cero, Cinema Paradiso, Los cuatrocientos golpes, Matar a un ruiseñor… Me permite tratar temas como el concepto de familia, el paso del tiempo o la ingenuidad. En este sentido, Hans me ha servido para verlo todo desde una mirada más pura y, en el caso de Giulio & Luciano, algo que me interesaba trabajar también es que, al tener un año de separación entre ellos, podía jugar con la idea de dualidad tan abordada a lo largo de la historia del arte. A primera vista los dos niños se parecen, como una imagen especular, pero al fijarnos más vemos que uno tiene un carácter introvertido y otro extrovertido. Cada uno posee su propia personalidad aunque parezcan gemelos, lo cual genera un punto extra de misterio en los lienzos.

[Natalia Alonso Arduengo] Para Balthus el objetivo del arte es conseguir vencer al tiempo. A partir de esta reflexión leída en sus Memorias observé que la sensación de tiempo suspendido que presentas en tus obras encaja a la perfección con la teoría de este gran pintor. En tus trabajos no hay pasado y no hay futuro, sólo momentos detenidos. Ello lo consigues a través de una atmósfera condensada, limpia y simplificada que parece beber de Puvis de Chavannes, así como de una estética de tintes oníricos con raíces en Henri Rousseau. También se rastrean ciertos ecos de un pintor como Peter Doig. Está claro que tu cultura visual es muy amplia. ¿Cuáles han sido y siguen siendo tus principales influencias artísticas no sólo para La vida imaginada sino para tu trabajo en general?

[Federico Granell] Han sido muchos aparte de los que tú comentas: Edgar Degas, Claude Monet, J.F. Millet, Peter Blake, Tim Eitel, David Hockney y, por supuesto, Hopper. Además, en el terreno escultórico siempre me han interesado los trabajos de Juan Muñoz y Bernardí Roig.

«La vida imaginada», Federico Granell
Granada Gallery
Godoy Cruz 1644. Palermo, Capital Federal, Argentina
Del 24 de abril al 9 de mayo


Natalia Alonso Arduengo
 es gestora cultural