La exposición Estructuras de la Existencia de Louise Bourgeois se puede visitar en el Museo Guggenheim de Bilbao hasta el 4 de septiembre, hay tiempo suficiente para acercarse y disfrutar de una de las facetas más inquietantes y profundas de la artista: las Celdas. Instalaciones que poseen una fuerte carga emocional y psicológica.

Louise Bourgeois nace en París en 1911. En 1938 se traslada a Nueva York, donde realiza toda su obra artística de manera autónoma, aunque sin dejar de participar en el discurrir de la historia del arte del siglo XX. Es en esta ciudad donde muere en el año 2010, dejando tras de sí una obra marcadamente personal que establece vínculos interdisciplinares entre el dibujo, la escultura, el grabado y la instalación. El particular universo de formas esenciales, como sus conocidas esculturas arañas, que conforma la compleja producción de esta artista, la ha convertido en una referencia imprescindible para creadores actuales de todos los estilos y disciplinas.

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Los temas sobre los que Louise Bourgeois ha trabajado son universales: la soledad, el miedo, pero sobre todo, de una manera muy especial, el dolor. La artista revisa una y otra vez estos temas a lo largo de su dilatada trayectoria y consigue expresarlos en sus obras de manera intuitiva, primaria y particular. Sus numerosas declaraciones sobre las motivaciones de su trabajo no dejan duda alguna de la fuerte vinculación que para ella tienen la experiencia de la vida y los traumas de la infancia con el hecho artístico: «Esta es la razón por la cual los artistas se repiten a sí mismos: porque no tienen acceso a una cura». Cada obra, cada repetición alivia de manera momentánea un estado de dolor, como un sedante, pero no durará mucho. Se necesita otro, y después otro. Convertida la vida en un perpetuo escapar, el arte es para Bourgeois una adicción, un refugio en el que guarecerse, una choza improvisada construida con todo aquello que encuentra almacenado en la memoria y que le ayuda a protegerse y a construir un mundo más apacible y seguro.

La proyección de su memoria en la escultura es el germen de obras contundentes e íntimas a la vez, como las Celdas, estancias de materiales variados repletas de sus recuerdos. La fuerza de estas obras reside en la tensión entre los elementos autobiográficos y la metáfora de las formas. En ellas Bourgeois trasvasa todos los aspectos de la vida al espacio público del arte, viviendo en un mundo completamente abierto aunque cifrado y misterioso. Su mundo nos mira y ella nos mira desde ese mundo. Su mundo habla, no es una masa opaca de objetos amontonados, sino un cosmos viviente, fuerte y significativo.

 

Museo Guggenheim, Bilbao
18 de marzo – 4 de septiembre de 2016
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Carmen González es profesora de Pintura
Santiago Martínez es profesor de Historia del Arte